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Cultura

Trump, Ocasio-Cortez, los nazis… La guerra política de los cómics en Estados Unidos

Alexandria Ocasio-Cortez, estrella pujante de la política estadounidense, tendrá muy pronto un cómic donde es idealizada como la Mujer Maravilla. Se trata de una una apuesta de la compañía independiente Devil’s Due, que la representa como un ser todopoderoso, dispuesta a merendarse a sus enemigos y a fundar una nueva formación política a la izquierda del partido Demócrata. Ocasio-Cortez es conocida por su afición a los tebeos de superhéroes, especialmente los de gama alta. El pasado mes de enero, en un tuit de respuesta a sus detractores, cito una frase de ‘Watchmen’ (serie de culto del legendario Alan Moore) para subrayar que rendirse no estaba entre sus opciones. “Ninguno de vosotros lo entendéis. No estoy encerrada aquí con VOSOTROS, sois vosotros quienes estáis encerrados aquí CONMIGO”. Una exhibición de confianza en su poder para cambiar estructuras de siglos en la política estadounidense. Además de vestirla como Mujer Maravilla, también se la imagina sobre un elefante desplomado (símbolo de su deseado triunfo sobre el partido Republicano) blandiendo un teléfono inteligente que refleja sus 3.2 millones de seguidores en redes. La historieta, con fecha de publicación prevista para mayo, es un recopilatorio de historias diversas sobre la joven (29 años) y rompedora congresista.

Alexandria Ocasio Cortez, imaginada como heroína de cómic

El actual presidente, Donald Trump, también ha sido personaje de aventuras de cómic, antes incluso de llegar a la Casa Blanca. Por ejemplo, en 2008, el superhéroes afroamericano Luke Cage apartó de una calle de Nueva York la limusina del magnate para abrir paso a una ambulancia, dentro de la serie 'Los Vengadores'. Como era previsible, el Trump de ficción se pone hecho una fiera y amenaza con denunciar judicialmente a Cage por su buena acción. No todas las viñetas le retratan como un ogro: en 2011, cuando ya se conocían sus ambiciones presidenciales pero casi nadie las tomaba en serio, una pequeña editorial llamada Bluewater publicó 'Political power: Donald Trump', donde se intentaba pintar al presidente como un líder mundial, ni peor ni mejor que el resto. Por supuesto, también existen numerosas historietas donde nos encontranos con la Trump Tower de Nueva York, que desde los años ochenta se ha colado en ‘Los Vengadores’, ‘Los Cuatro Fantásticos’ y en ‘El hombre de acero’, especialmente en el capítulo donde el multimillonario Tony Stark compra una planta entera. Ya que estamos con Stark, la prensa anglosajona no ha dejado nunca de compararle con el magnate tecnológico Elon Musk, otra prueba que pensar en los líderes políticos como superhéroes es un marco mental típico de aquella cultura.

Viñetas contra los nazis

La obsesión de los estadounidenses con los cómics y la política queda bien documentada en un ensayo de pequeño formato titulado ‘Con capa y antifaz. La ideología de los superhéroes’, firmado por Julio Embid, que además es director general de Relaciones Institucionales y Desarrollo Estatutario en el gobierno de Aragón. Por ejemplo, Embid nos recuerda que entre 1943 y 1944, el ejercito de Estados Unidos distribuyó entre sus tropas cien mil cómics cómics mensuales. Los objetivos eran entretener, levantar la moral y confirmar a los soldados que estaban del lado del bien. Poco antes de la Segunda Guerra Mundial, la creación más potente de Marvel fue el Capitán América. Hoy muchos le perciben como un icono derechista, pero en realidad se trata del mayor símbolo pop del antifascismo, ya que fue diseñado para oponerse a Adolf Hitler. Sus autores, Joe Simon y Jack Kirby, recibieron toneladas de amenazas por parte de simpatizantes del nazismo.

"La elección de la Mujer Maravilla en 2016 como Embajadora de buena voluntad de la ONU para el empoderamiento de las mujeres y las niñas suscitó una cruda polémica entre miembros del propio organismo, que consiguieron que se retirara la iniciativa a los pocos meses"

El autor también recuerda la intensa polémica que suscitó en una cumbre de la ONU en 2016 cuando la directiva de la organización nombró a la Mujer Maravilla “embajadora honoraria de buena voluntad para el empoderamiento de las mujeres y las niñas en el mundo”. Se llegó a organizar una fiesta con invitados como el secretario general Ban Ki-moon y las actrices Lynda Carter y Tal Gadot. Poco después, estallaban las críticas, señalando que quizá no era tan buena idea ensalzar como símbolo de empoderamiento un icono tan ‘yanqui’ y explícito. Esto decía el comunicado de protesta firmado por varios trabajadores del organismo, hombres y mujeres de distintas nacionalidades: “Es alarmante que la ONU haya considerado utilizar un personaje cuya imagen es tan abiertamente sexual en una época en la que los principales titulares de la prensa en EE.UU y el mundo tratan acerca de la objetificación de las mujeres y las niñas. Además, su vestuario, compuesto por unos relucientes leotardos que dejan ver los muslos, adornados con la bandera de EE.UU y con botas hasta las rodillas, son una muestra de insensibilidad por parte de la ONU acerca de las diferentes culturas del mundo”. Como era de esperar, el título honorífico de la Mujer Maravilla fue retirado inmediatamente, dos meses después de recibirlo. Se podía adivinar que la iniciativa no iba a caer en blando en países como Irán, entre otros.

Ensayo de Julio Embid sobre la relación de los superhéroes con la política

El periodista satírico Bill Maher, una de las caras más conocidas de la franja televisiva nocturna, generó un intenso debate hace unas semanas al criticar el infantilismo de los lectores de cómics de superhéroes es su programa. “No creo que sea muy arriesgado decir que Donald Trump solo podía ser elegido presidente en país que ama los tebeos de superhéroes”, dijo. Como era de esperar, los fans del universo Marvel se lanzaron a despellejarle en Twitter. En realidad, Mahler tenía una posición menos feroz de lo que pueda parecer. “No tengo nada contra los tebeos de superhéroes. Los leía de vez en cuando en mi niñez y me encantaban los Hardy Boys. Pero en aquella época se asumía, tanto por los pequeños como por los mayores, que eran una cosa infantil y que al crecer todo el mundo pasa a otras cosas, como los libros sin dibujos”, recuerda. La tormenta de reproches e insultos que le cayó le hicieron dedicar unos hilarantes minutos a responder en su programa. Allí subió el voltaje retórico: “La gente que piensa que los cómics son literatura y que las películas de superhéroes son gran cine viven atrapados en una infancia eterna. Cuando un adulto presume de su adicción al universo Marvel es como si se pavoneara de que su madre todavía le cose los guantes al baby de clase para que no se le pierdan”, explicó entre carcajadas del público del estudio.

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