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Cultura

Asesinos de cine para Halloween

Chucky.

Chucky

Chucky era el alias de Charles Lee Ray, el asesino vudú de Lakeshore. Chucky quiere tu alma. Acorralado en una juguetería, no tiene más remedio que depositar la suya en aquello que le pilla más cerca... el muñeco de moda estas navidades. Muñeco Diabólico (1988) de Tom Holland, artesano del género y responsable de la estimable Noche de miedo, fue concebida originalmente como una sátira sobre el merchandising infantil.

Esta premisa (la crítica que inducimos al consumismo de los niños) pervive de todas formas en un slasher mítico que dio lugar a muchas secuelas, trágicas polémicas y alguna de las inflexiones (hacia la comedia, y luego al terror gótico) más intrépidas de las sagas de horror. Chucky, el muñeco con un sospechoso parecido a Jack Nicholson, fue doblado en todas las películas por Brad Dourif, una de las figuras del género. ¿Quieres jugar con él?

Jason Voorhees 

Jason Voorhees es la prueba de que en esta vida, si te esfuerzas, siempre acabas prosperando. Porque aunque fue su madre quien comenzó las ejecuciones en el campamento Crystal Lake (spoiler, ja ja ja), él las continuó durante una saga de ¡doce! películas -remake incluido- que consuma el mayor recuento de muertos del género: muchos más del centenar.

Su currículum habla por sí mismo: tanto en la tierra como en el cielo (se atrevió a ajusticiar al mismísimo David Cronenberg nada menos que en una nave espacial) y con cualquier instrumento posible, ya sea un machete de extraordinarias dimensiones como sus propias manos. Y siempre sin una razón de peso. Recuerden no adentrarse en el bosque y no pinchen en el vídeo si son espíritus sensibles...

Michael Myers

Simplemente, y tal y como le confirma el doctor Loomis a la pobre Laurie en el instante final, estamos ante el hombre del saco de los cuentos infantilesHalloween, la película que junto a La matanza de Texas comenzó una nueva clase de horror, es un audaz ejercicio de terror elegante, realizado con cuatro duros y menos sangre de la que podíamos esperar.

Tras escapar del psiquiátrico, el asesino sin expresión (el guión escrito lo nombraba simplemente como “The Shape”) se decide a matar a sus víctimas casuales, empezando por su final girl particular, la sensata pero tremendamente sexual Laurie Strode (Jamie Lee Curtis). Algunos dicen que Myers es un hombre, pero gracias al implacable tratamiento de Carpenter se trata más bien de una amenaza abstracta e inexpresiva, un mal embutido en un traje de mecánico que no le pertenece y oculto tras una máscara blanca (una careta de William Shatner en Star Trek: había poco presupuesto...) sin expresión alguna. Tras un prolongado plano-secuencia subjetivo que nos identifica con el punto de vista del villano, no de la víctima, Carpenter nos demostró que iba a por todas.

https://youtube.com/watch?v=kCG5jVUcnBY

Killer Klowns

¿Qué mejor asesino que un payasete? Con el permiso de Pennywise y Tim Curry nos quedamos con las creaciones de los hermanos Chiodo y el que acabó siendo uno de los títulos de culto de la época. Si bien conscientes de jugar en segunda liga, la del VHS, o quizá precisamente por eso, estamos ante todo lo que queremos que sea una comedia de terror de serie B. En la película de los Chiodo, especialistas en maquillaje y criaturas, los payasos llegan a la tierra en una carpa de circo que les transporta desde el espacio exterior. Macabra, imprevisible en su soportable sadismo y totalmente loca. 

Freddy Krueger

Uno, dos, Freddy viene a por ti. La canción infantil que anuncia la llegada del despedazador de Elm Street puede que sea lo último que oigas. Hijo de una novicia violada por cien psicópatas, Frederick Charles Krueger fue ajusticiado por los padres de Elm Street, a quienes juró venganza tras su muerte convirtiendo sus (peores) sueños en realidad.

El personaje creado por Wes Craven e interpretado por Robert Englund en ocho películas sigue siendo, aún hoy, el más popular de los psicópatas sobrenaturales del terror fantástico. Tanto es así que acabó siendo una celebridad, un héroe aclamado por sus propias víctimas, en una de las deliciosas ironías pop que ocurren de cuando en cuando. Su principal característica no era su guante de cuchillas, ni su sombrero de ala ancha, sino más bien su sentido del humor: Freddy era un experto en mutilar y matar, vale, pero siempre tenía un chiste para ti, para antes y después de matarte. Nueve, diez, ¡nunca dormirás!. 

Con ustedes, Dokken:

Asesinos deformados

The Blob (1988). De asesinos deformes a los informes, que te lo ponen difícil a la hora de disfrazarse de ellos. El de El terror no tiene forma es una mancha voraz rosa salida de un meteorito que lo consume todo, pero todo, todo. Y especialmente la carne. Tu carne. Escrita por Frank Darabont (Cadena Perpetua) estamos ante el remake de un original protagonizado  por Steve McQueen a finales de los 50. Y, en efecto, se trata de otro homenaje al terror y los monstruos de esa década como metáfora del miedo a los rusos y la bomba, con sus localidades ideales y adolescentes perfectos bajo amenaza.

Pero ahí se acaban concesiones de esta joya perteneciente también a la década perfecta del terror fantástico, los ochenta: si pensaban que los remakes implacables sbon cosa del siglo XXI, tomen nota. La película de Chuck Russell, autor también de la mejor secuela de Freddy Krueger, no se corta un pelo al visualizar muertes y mutilaciones grotescas, ya sea “colando” a un cocinero dentro de un fregadero o a la hora de derretir a un niño ante la cámara (en una idea que parece tomada de la novela Invasión Subterránea, de Kate Wildhelm, lo que demuestra la sapiencia de Darabont).

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