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Cultura

Cleopatra cumple 50 mientras piensa en hacerse un lifting

El productor californiano Walter Wanger estaba obsesionado con llevar a la gran pantalla la vida de Cleopatra, la última reina del Antiguo Egipto. No escatimó en nada para conseguirlo: ni tiempo, ni dinero, ni ganas. Wanger necesitaba a la mujer perfecta; y la consiguió: Liz Taylor. También un director capaz de aguantarle el tipo; y así lo hizo: Joseph Leo Mankiewicz, uno de los iconos del Hollywood dorado.

Después de tres años de tropiezos, enmiendas, problemas y más problemas, vio su sueño hecho. El 12 de junio de 1963, se estrenó en Estados Unidos el largometraje sobre la reina del Nilo.  La crítica la destrozó pero obtuvo a cambio cuatro Oscar -dirección artística, fotografía, diseño de vestuario y efectos visuales-. Hoy, cincuenta años después de su premiere, Cleopatra se ha convertido en una de las cintas míticas del cine.

Una de las razones –además del romance entre Liz Taylor y Richard Burton- que hizo que Cleopatra levantara revuelo fue su presupuesto: 44 millones de dólares (250 millones de euros actuales). La película, que apenas recaudó 24 en Estados Unidos, casi lleva a la quiebra a 20th Century Fox.

Alejandría en Cinecittà

La preproducción arrancó en el verano de 1960, en los estudios Pinewood cerca de Londres. El director artístico John DeCuir comenzó a construir los exóticos platós que habían enamorado a los ejecutivos del estudio meses atrás, pero tras la renuncia del director Rouben Mamoulian y la neumonía de Liz Taylor, a la que se le tuvo que practicar una traqueotomía, el rodaje se trasladó a Roma en busca de un clima que no afectara a la recuperación de la actriz.

El rodaje, ya con Joseph L. Mankiewicz al frente pero con las bajas de Peter Finch (Julio César) y Stephen Boyd (Marco Antonio), que tenían otros compromisos en su agenda, se retomó en los estudios Cinecittà. Para ello fue necesario rehacer los costosos decorados, incluida la reconstrucción de Alejandría.La grabación se alargó por espacio de dos años y medio.

La versión entregada por Mankiewicz era de seis horas, pero el estudio obligó a que se redujera hasta los 192 minutos a pesar de la petición del cineasta de que se lanzaran dos partes del filme tituladas como Caesar and Cleopatra y Antony and Cleopatra. La Fox se negó. Había que dejarse de ideas épicas y aprovechar el tirón mediático del romance entre Burton y Taylor. Y así lo hicieron.

Liz, esa otra reina

Para encarnar a Cleopatra, ese icono femenino considerado una de las mujeres más fascinantes de la historia, Wanger buscaba a una intérprete con la mezcla perfecta de belleza, inteligencia y fuerza.Supo que había dado con ella cuando vio a Taylor en A Place in the Sun, la cinta de 1951 de George Stevens.

Sin embargo, Taylor no las tenía todas consigo. El estudio prefería a actrices como Joan Collins o Susan Hayward. Pero Wanger insistió, tanto, que para conseguir la interpretación de Taylor fue necesario firmar un contrato de un millón de dólares: el primero en Hollywood en alcanzar los seis ceros. A eso hay que agregar que, como el rodaje se alargaba cada vez más, fue necesario pagar a la actriz 50.000 dólares por cada semana adicional: en total 7 millones de dólares.

La idea original de la Fox al hacer esta película era recuperar dinero. La productora estaba al borde de la quiebra y pretendía salir adelante con un remake de bajo coste de una película que ya había tenido éxito. Se trataba de la Cleopatra de 1934 con Claudette Colbert y dirigida por Cecil B. De Mille.

La meta era hacer una versión con un presupuesto de 2 millones de dólares de ese entonces y que se rodara en 64 días. Cleopatra terminó costando 44 millones de dólares y casi dos años de filmación. Llegaron a ocurrir cosas tan delirantes como el hecho de que la escena de entrada de Cleopatra a Roma se demoró 6 meses porque el director de fotografía pensaba que la luz natural no era la adecuada.

A pesar de todo,  la película tuvo pegada en el papel cuché; y mucho. Eso ayudó a enrumbar las cosas. El escándalo originado por el romance entre Taylor y Burton, que acabó con sus respectivos matrimonios de entonces, se recuerda hoy tanto como las joyas de Bulgari que lució la actriz en la cinta.

Una Liz Taylor regia, de rasgados ojos delineados e imponente figura, lució un total de 65 vestidos diferentes, incluido uno confeccionado con piezas de oro de 24 quilates. El presupuesto solo para las prendas de la actriz ascendió a 200.000 dólares de la época.

Existen además algunas anécdotas, en su mayoría apócrifas, sobre los caprichos de Taylor: que su comida llegaba desde Estados Unidos en avión a Roma; sus pérdidas de memoria durante las escenas de amor con Burton, lo que obligaba a repetirlas una y otra vez con carteles de letras gigantes… Pero ella no era la única con excentricidades: la borracheras de Burton o el perfeccionismo y el pésimo humor de Mankiewicz también contribuyeron a que el rodaje fuera todavía más rocambolesco.

Han pasado cinco décadas y Angelina Jolie quiere tomar el testigo de Taylor en una nueva aproximación a la figura de la reina egipcia, pero por el momento parece que el proyecto, en manos de Sony Pictures, ya se ha topado con el rechazo de directores como James Cameron, Paul Greengrass, David Fincher o Ang Lee. ¿Quién será capaz entonces de revivir a la reina del Nilo? ¿Hay Cleopatra después de Lyz Taylor? De momento, 50 años después, el clásico continúa intacto.

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