Quantcast

Cultura

El museo Chillida Leku y el Centro Botín unen esfuerzos

En el año 2011, en plena crisis económica y por una situación de déficit económico, el Chillida Leku fue cerrado al público. Zabalaga Leku. Donostia, VEGAP, 2019

El museo Chillida Leku y el Centro Botín han puesto en marcha un acuerdo de colaboración cualquier persona que visite una de las dos instituciones obtendrá un 20% de descuento en el precio de la entrada en el otro centro.  El arranque de esta colaboración se produce apenas tres semanas después de que Chillida Leku haya abierto de nuevo sus puertas. La medida tiene como objetivo consolidar el eje del norte como un fuerte atractivo cultural, tanto para la población local como para los visitantes.

"Ambos centros de arte son puntos fuertes en el panorama cultural de nuestro país. Su proximidad hace inevitable que se tiendan lazos entre Chillida Leku y el Centro Botín" asegura Mireia Massagué, directora del museo guipuzcoano. "Tienen en común que ambos son lugares a los que se puede acudir una y otra vez, porque en ellos suceden cosas constantemente, una característica fundamental de cara a mantener el interés de la población local".

Detrás del Chilllida Leku hay una larga y compleja historia, una cadena de hechos afortunados –al mismo tiempo que reveses-  que preceden y explican la importancia de la reapertura en abril de este museo al aire libre dedicado a la obra de Eduardo Chillida. Situado en la localidad de Hernani (Gipuzkoa), este centro acoge el corpus más importante de la obra del artista guipuzcoano. El espacio será gestionado por galería suiza Hauser & Wirth. Su directora es Mireia Massagué, la encargada de llevar a buen puerto esta tarea.

Este lugar era el sueño de Chillida, que apenas vivió para verlo transformado en una realidad.  Para el momento de su inauguración como espacio museo en el año 2000, el escultor ya padecía un avanzado alzheimer.  Su relación con el lugar era tan profunda que al morir, en el año 2002, sus cenizas fueron depositadas bajo el magnolio de Chillida Leku. A esas 12 hectáreas, el escultor dedicó un intenso trabajo. Tras comprar  la finca,  rehabilitó el caserío y junto con el arquitecto Joaquín Montero, diseñó el espacio primero como taller y más adelante como museo, un lugar en el que las esculturas se fundieran con los árboles del bosque y al que pudieran acudir todos cuanto lo desearan.

Desde su inauguración, en los jardines del centro se exhibieron 40 esculturas de gran tamaño  -entre ellas Buscando la luz o Lo profundo es el aire- mientras que en el interior del caserío se exhibían 110 obras de pequeño y mediano tamaño. En el año 2011, en plena crisis económica y por una situación de déficit apuntado por los propios herederos, el Chillida Leku  fue cerrado al público. Para recuperar este espacio, sus herederos impulsaron un proceso de reapertura. Tras la negativa de la Diputación a tomar parte en el proyecto, la familia renunció a la posibilidad de contar con el gobierno y en 2017 llegó a un acuerdo con  la galería suiza Hauser & Wirth, que pasó a representar la obra de Chillida y asumiría la reapertura del museo.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.