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Cultura

¿Por qué la Casa de Alba impulsa ahora la difusión de su patrimonio?

Una imagen de la muestra que se realizó en CentroCentro con parte de la colección de la Casa de Alba.

Hace ya casi un año, en la primavera de 2018, se dio a conocer la venta al Museo del Prado de la única tabla de Fra Angélico que quedaba en manos privadas. Se trataba de  La virgen de la granada, que la Casa de Alba vendió a la pinacoteca por menos de la mitad de su valor. En esa fecha se anunció, también, la apertura del Palacio de Dueñas, de Sevilla. Ahora, tras años de funcionar con lista de espera, la Casa de Alba anuncia que el Palacio de Liria podrá visitarte. Del hermetismo a la difusión.

La mayoría de estas decisiones ocurren después de que Carlos Fitz-James Stuart Martínez de Irujo (Madrid, 1948), duque de Huéscar, primogénito de Cayetana Fitz-James Stuart y heredero del ducado de Alba, declarara hace un año en Oviedo (es miembro del jurado del Premio Princesa de Asturias de las Artes) que era momento de replantear algunos gastos. No entró en detalle entonces y declinó las explicaciones demasiado exhaustivas. Sin embargo, una evidente política de apertura apuntan a una gestión más activa de su patrimonio. 

Tras años de funcionar con lista de espera, la Casa de Alba anuncia que el Palacio de Liria podrá visitarte. Del hermetismo a la difusión

Si bien es cierto que las visitas al Palacio de Liria contemplan un día de gratuidad a la semana, tal y como se establece para los Bienes de Interés Cultural (BIC), la Fundación Casa de Alba aseguró que la entrada sería de pago. Es, sin duda, una ocasión propicia. El Palacio de Liria es una de las joyas de su patrimonio. Está ubicado entre las calles de la Princesa y de Alberto Aguilera. Y desde 1773, la fecha de su construcción, permanece como un bastión que a día de hoy genera tanto interés como el Palacio Real o incluso más, pues se trata de la única residencia de este tipo habitada que todavía puede visitarse en la ciudad.

Hasta hace unos años, se contemplaba un día para las visitas. Para conseguirlo era necesario apuntarse a una lista de espera. El aspirante debía registrarse aportando su nombre, DNI y teléfono. Para poder acceder a un turno, era preciso esperar a dos años y medio. La entrada gratuita al Palacio había sido posible desde 1975, cuando la duquesa decidió constituir una fundación que velara no sólo por edificio sino también por su valiosa colección de objetos y piezas de arte, que ahora podrían aportar una amortización directa de lo que mantener ese patrimonio supone. 

La gestión y disfrute de los bienes de la fundación está asociado al título de duque de Alba

En las paredes y salones del Palacio es posible ver cuadros de las escuelas italiana, flamenca y española –Fray Angélico, Palma el Viejo, Tiziano, Guido Reni, Rembrandt, Rubens, Brueghel de Velours, Ribera, Murillo, Velázquez–, a los que hay que añadir sus valiosos fondos documentales, como los diarios de a bordo de Cristóbal Colón o el testamento de Felipe II, y libros, como la Biblia miniada del siglo XV. Es tan vasto el valor patrimonial de la Casa de Alba, que su gestión tiene otros matices. No se puede vender ninguna, salvo con autorización del Ministerio de Cultura. Las protege tanto la Ley de Patrimonio Histórico como la Ley de Fundaciones. Justo por el valor de su patrimonio, en 1975 se constituyó una Fundación Casa de Alba. La gestión y disfrute de los bienes de la fundación –inmuebles y obras de arte- quedó desde entonces asociado al título de duque de Alba, de ahí que tras la repartición hecha en vida por la duquesa de Alba, el tema correspondiera al duque de Huéscar. ¿Por qué una fundación? Pues porque la creación de esa figura salvaguarda el patrimonio y sirve a la Casa de Alba para desgravar impuestos, aunque a cambio sacrifica autonomía.

El patrimonio de la Casa de Alba está valorado según la revista Forbes en unos 3.000 millones de euros, entre palacios, castillos, obras de arte y joyas. La parte principal del patrimonio lo dirige la Fundación Casa de Alba, creada en 1975 y actualmente presidida por el duque de Huéscar. A la fundación pertenecen los palacios de Liria (Madrid)Las Dueñas (Sevilla) y Monterrey (Salamanca); el castillo de Alba de Tormes (Salamanca); los cuatro castillos en Galicia (Castro Caldelas, Moeche, Andrade y Narahío) y el panteón familiar en el monasterio de la Inmaculada de Loeches (Madrid), además de la colección que atesora seis siglos de historia: obras de las escuelas pictóricas italiana, flamenca y española –Fray Angélico, Palma el Viejo, Tiziano, Guido Reni, Rembrandt, Rubens, Brueghel de Velours, Ribera, Murillo, Velázquez–, hasta sus valiosos fondos documentales, como los diarios de a bordo de Cristóbal Colón o el testamento de Felipe II.

Mecenazgo histórico 

Esta casa nobiliaria, de la que la duquesa Cayetana de Alba era heredera, tiene una larga historia de mecenazgo tras de sí. La octava duquesa de Alba apadrinó a Francisco de Goya, lo que le permitió la realización de obras maestras, algunas íntimas y cercanas favorecidas por una excelente relación personal. La ingente actividad de mecenazgo y de coleccionismo llevada a cabo por del VII Duque deBerwick y XI de Alba, se materializó en el apoyo a artistas como Alvarez Cubero y Solá, así como la formación de una colección de arqueología única en España.

La colección que inicio el Gran Duque de Alba ha sufrido los avatares de la historia que provocaron importantes pérdidas. Una de ellas se produjo cuando a la muerte de María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, la XIII Duquesa de Alba, amiga y modelo de Goya, se desmembró casi toda la pinacoteca. Algunas de las obras fueron expropiadas y pasaron a manos de Manuel de Godoy y otras las legó la duquesa a diversos allegados. La colección perdió entonces obras maestras como la Venus del espejo de Velázquez o la Madonna de Alba, de Rafael Sanzio.

La colección que inicio el Gran Duque de Alba ha sufrido los avatares de la historia que provocaron importantes pérdidas

Posteriormente, el duque Carlos Miguel Fitz-James Stuart y Silva, heredero de una mermada colección, compró en un viaje por Europa piezas italianas, de Fra Angelico, Perugino, Tiziano y otros maestros, y encargó pinturas a Ingres y esculturas a José Álvarez Cubero y Antonio Solá. La colección se completó con obras de artistas ingleses como Joshua Reynolds y George Romney, a las que posteriormente se sumaron pinturas de Madrazo, Sorolla, Zuloaga y Sotomayor, nombres que se unen a los de Goya, Zurbarán, Murillo, El Greco, Veronés, Van Dyck, Velázquez, Mengs o Ribera.

La Guerra Civil española también supuso una catástrofe para este patrimonio artístico ya que, además de la destrucción del Palacio de Liria, se dispersaron sus colecciones y se perdieron numerosas piezas, muchas de ellas recuperadas por el padre de Cayetana y por ella misma, presidenta de la Fundación Casa de Alba. Gran coleccionista como su padre, María del Rosario Cayetana Fitz-James Stuart y Silva engrandeció la colección con obras firmadas por Corot, Renoir, Henri Fantin-Latour, Francesco Guardi, Sorolla, Chagall, Picasso, Dalí, Miró o Marc Chagall.

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