Cultura

Carmen Mola: "España fue el último país europeo en abolir la esclavitud"

El trío de autores acaba de publicar ‘El infierno’ un thriller histórico ambientado en La Habana española del siglo XIX

carmen Mola
Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero, escritores detrás del pseudónimo Carmen Mola.

“Vivimos en uno de los últimos lugares del mundo donde la esclavitud es legal. Hay hombres que tratan a los africanos como a los animales que se sacrifican cuando son demasiado viejos y ya no pueden hacer su trabajo. Los hay que les hacen daño por el simple hecho de que pueden hacérselo". Este lugar que aparece retratado en El Infierno, el último libro de Carmen Mola, era España, en concreto la joya de la corona del reino, Cuba, que gozaba de una potente industria sustentada a los lomos de miles de esclavos. Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero, el trío de escritores que desveló la verdadera identidad de Carmen Mola tras conseguir el Premio Planeta de 2021, acaba de publicar un thriller histórico ambientado en la Cuba colonial de la segunda mitad del siglo XIX. Revueltas contra la reina Isabel II, los abusos de la esclavitud y rituales macabros en La Habana como ingredientes de esta negrísima novela.

Pregunta. ¿Querían contar una historia relacionada con la esclavitud y por eso la llevaron a Cuba o cómo fue el proceso?

Jorge Díaz. Una novela es siempre una especie de aventura. Tú empiezas pensando unas cosas y al final sale lo que te sale. Nosotros empezamos estudiando el siglo XIX, ya habíamos hecho La Bestia en 1834, nos lo habíamos pasado muy bien, nos había gustado mucho y entonces estuvimos buscando qué otros elementos podíamos estudiar del siglo XIX. Y nos encontramos con mediados de siglo, los años 60, en un momento en que en España había un espíritu muy levantisco, muchas revoluciones, Prim hacía casi una al mes. Vimos que la revolución que había salido de verdad, la que era más importante, la Gloriosa. Tras ella, cae la monarquía de los Borbones, llega Amadeo de Saboya, cae, llega a la Primera República. Estuvimos estudiando la época y nos encontramos con un Madrid muy distinto al de La Bestia. Se había terminado la epidemia de cólera y resulta que era un Madrid luminoso, donde la gente salía a divertirse, que había teatros, había cafés, cantantes, empezaba el flamenco. Nos gustó mucho, decidimos meternos en esa época y nos encontramos con Cuba. Cuba era como un reflejo de la España del momento, pero más rico. La sociedad cubana, hispanocubana, era esplendorosa. Nos encontramos con que España había abolido la esclavitud en la península, pero no en las colonias.  Nos pareció una época ideal y una trama perfecta para ambientar nuestra novela.

Pregunta. ¿La esclavitud llegó por otras vías? 

Jorge Díaz. Mientras empezamos a pensar, fue una de las muchas ideas que salió y fue la idea escogida. 

Pregunta. En Las madres trataron un tema tan actual como los vientres de alquiler. Para esta novela, ¿les ha influido recientes movimientos antirracistas como el Black Lives Matter?

Antonio Mercero. No, no nos ha influido eso en esta novela, pero es verdad que aquí el tema es la esclavitud, también la desigualdad social en general, ese tema ya estaba en La Bestia, pero yo diría que el tema principal de esta novela es el de la esclavitud, que es la explotación de las personas, la trata de personas. Eso es lo que nos ha interesado aquí. 

La historia de la esclavitud en España está silenciada

Pregunta. Reflejan torturas, asesinatos, secuestros, violaciones, en la época de nuestros bisabuelos, ¿consideran que España ha olvidado esta época? 

Agustín Martínez. Yo creo que queda el recuerdo evidente de la colonia de Cuba, pero es verdad que la historia de la esclavitud es una historia que no está a flor de piel. A mucha gente le sorprende descubrir que España fue el último país europeo en abolir la esclavitud, o el segundo a nivel occidental, después llegó Brasil. Esa parte de la historia de España está un poco silenciada, o enterrada en los libros de historia. No sabemos muy bien por qué sucede eso. España en ese momento lo que hacía era un gran ejercicio de cinismo. En España no estaba permitida la esclavitud y unos años antes también se había prohibido el tráfico de esclavos. Pero en la práctica, España seguía practicando el tráfico con el beneplácito de la reina, y Cuba era un vergel y un sitio súper productivo gracias a la mano de obra esclava enorme, que representaba una población enorme dentro de la isla. Ese tema nos parecía muy importante, cómo de esa esclavitud, de esa explotación del ser humano, se crean grandes fortunas, que luego van a volver a España después de la independencia. Tenemos mucho más presente la esclavitud americana que terminó antes que no la esclavitud española. 

Pregunta. También tratan el tema de los españoles peninsulares esclavizados, los colonos asalariados. 

Jorge Díaz. Descubrimos que había habido esclavitud de gallegos y asturianos. También había muchos chinos que igual que a los gallegos y asturianos, les llamaban colonos asalariados, pero que en la práctica era esclavitud. Fue una época de muy malas cosechas en España y en las aldeas de Galicia y Asturias había una gran miseria, lo estaban pasando muy mal, era muy fácil captarlos porque en la isla consideraban que eran mejor que los africanos.

El año pasado estuvimos presentando La Bestia en Panamá y nos encontramos con que en Panamá también había pasado y descubrimos algo muy curioso que era que los chinos se suicidaban porque no lo aguantaban, llegaba a haber suicidios colectivos. En un día se suicidaban más de treinta personas. 

En Cuba había esclavos, eran castigados como describimos en la novela, eran atrapados en África como contamos en la novela y llevados allí siendo prácticamente niños

Pregunta. ¿La literatura española ha olvidado también este tema? 

Antonio Mercero. Bueno, no es que lo haya olvidado porque hay algún ejemplo, una novela de Bibiana Candia que se llama Azucre, que habla bastante de esto, que nos gustó mucho. El Valle de los Arcángeles de Rafael Tarradas también se ocupa de esto. Me sorprende más que el cine no lo haya tratado en absoluto, sobre todo, en comparación con el cine americano que tiene un montón de películas y novelas sobre la esclavitud. Aquí hay pocos ejemplos realmente. Yo no sé si es un problema de sentimiento de culpa o de pura ignorancia. Uno no lo tiene en la cabeza porque el siglo XIX realmente no se ha estudiado demasiado aquí. Quizá nuestra historia es tan rica que no da tiempo a meterlo todo y el siglo XIX te lo saltas o lo abordas con dos brochazos, pero no se indaga demasiado. Lo cierto es que es un territorio un pelín virgen todavía en cuanto a la ficción. 

Pregunta. Para algunas corrientes políticas, el simple hecho de tratar estos temas ya te convierte en parte de la leyenda negra. ¿Tienen algún tipo de temor en este sentido?

Agustín Martínez. No, creo que la leyenda negra española forma parte de la mitología de España y posiblemente lo que más enarbolamos como leyenda negra, que es la Inquisición, no sea tan leyenda negra, y en cambio la esclavitud sí. Es un tema que pasa un poco desapercibido. De todas formas, nosotros lo único que hacemos es un retrato histórico de una realidad. Esto sucedió, había esclavos, eran castigados como describimos en la novela, eran atrapados en África como contamos en la novela y llevados allí siendo prácticamente niños. Había niños de siete y ocho años trabajando en las plantaciones de azúcar. Eso es una realidad histórica y basta mirar los censos de esclavos de los ingenios en ese momento. No estamos tomando una postura ideológica, creo que es un error tratar la historia como una cuestión ideológica. La historia es una realidad de unos hechos que sucedieron y nosotros los contamos en la novela. 

Jorge Díaz. Y nos han llamado tantas cosas, que ya una más… (Risas)

Pregunta. Saliendo de la novela, la regulación de las inteligencias artificiales ha sido una de las reclamaciones en la huelga de guionistas de Hollywood. ¿Creen que se deberían regular? 

Jorge Díaz. Yo no sé si se debe regular. Sí que es verdad que yo lo veo con cierta inquietud. En una entrevista me preguntaban: ‘¿Cómo pensáis que va a estar Carmen Mola dentro de diez años?’ Yo decía: 'Es que no sé si va a haber escritores dentro de diez años'. Ahora mismo, las inteligencias artificiales escriben peor que nosotros. Pero con la evolución que llevan, a lo mejor dentro de diez años nos dan mil vueltas y nosotros somos prescindibles. Yo no sé si esto se debe regular o qué se debe hacer, pero sí que es un tema sobre el que tenemos que pensar. 

Agustín Martínez. Yo creo que la regulación es obligada. Hace poco bromeábamos con que dentro de unos años aparecerán los libros y pondrán: ‘novela escrita por humano’. Creo que inevitablemente la inteligencia artificial va a llegar. Tiene que controlar su crecimiento porque si no, nos puede invadir. 

No sé si va a haber escritores dentro de diez años

Pregunta. Entiendo que esta regulación debe pasar porque un autor determinado garantice que su libro no ha estado escrito por una inteligencia artificial. 

Jorge Díaz. Imagínate que se nos ocurre la historia y la metemos en una inteligencia artificial, nos la escribe y luego nosotros ya nos la leemos por encima. Ese tipo de cosas son las que creo que tienen que estar reguladas. Igual que de dónde bebe la inteligencia artificial. La inteligencia artificial funciona por cosas preexistentes. Tiene acceso a todas las novelas y como tiene acceso a todas las novelas podría llegar un día en el que alguien diga que escribe una novela como Carmen Mola. Nosotros no le estamos dando ningún permiso a la inteligencia artificial para que coja nuestras novelas y las meta en su cerebro digital. 

Antonio Mercero. Yo creo que la responsabilidad del escritor es no tirar la toalla, no deprimir la propuesta porque si tu propuesta es muy infantil y está desprovista de complejidad, de matices, de capas, somos muy fácilmente suplantables por un robot. La escritura robotizada es la que hay que tener cuidado porque si no corremos un grave riesgo. Pero yo creo que si la singularidad, la sensibilidad de cada autor está en los libros eso ya no es tan fácil de suplantar. 

Jorge Díaz. Dentro de 10 años, un ordenador va a tener más sensibilidad que nosotros…

Pregunta. ¿Han pensado alguna vez trabajar con ella?

Antonio Mercero. Yo no he pensado nunca en trabajar con la inteligencia artificial. A lo mejor dentro de 10 años, como tú dices, pues hay que hacer un jamón de cebo, 50% de inteligencia artificial y 50% de autores.

Pregunta. En sus libros hay escenas muy duras, se acaba de estrenar la última película de Saw, y algún pasaje del libro recuerda a escenas de esta saga. ¿Os inspiráis en este tipo de cine?

Agustín Martínez. Saw es gore, nosotros no hacemos gore. Sí que hay una violencia extrema, pero para nosotros el límite no es tanto lo explícito de la violencia, sino lo necesaria que es esa violencia para contar la historia. El gore, y Saw juega un poco a eso, es la violencia por la violencia, es convertir esa violencia en un espectáculo. Nosotros sí que contamos la historia de un asesino o de unos crímenes, y cuando llega el momento de describir el crimen, pues tenemos la obligación de describirlo. Tendría más que ver con otro tipo de películas

Pregunta. ¿Cuáles? 

Agustín Martínez. Funny Games, o La naranja mecánica, por ejemplo. Hay otro tipo de cine en el que uno llega a la violencia muy explícita pero no está por encima del discurso. 

Antonio Mercero. El silencio de los Corderos, por ejemplo en La novia gitana me traía siempre el tono y el tipo de historia de esta película.

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