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Cultura

Las bibliotecas del País Vasco y Cataluña son las que más invierten en la compra de libros

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Una imagen de la Biblioteca Nacional.

Los años de recortes presupuestarios fueron los más duros para el sistema de bibliotecas públicas en España: sus catálogos envejecían y sus horarios se reducían; los planes de lectura morían de mengua; el fondo de préstamo era escaso y había poco dinero para nuevas adquisiciones. La situación, sin embargo, ha cambiado. Las comunidades autónomas con mejores cifras son el País Vasco, Navarra y Cataluña, que actualmente llevan un ratio de 116,57 libros adquiridos por cada 1.000 habitantes en el caso de la primera, seguida de un 107,7 y 106,58 en el caso de los catalanes. 

El gasto en adquisiciones bajó de 1,50 euros a 56 céntimos por habitante del 2009 a 2014

Algunos documentos muestran la mejoría de la gestión y la dotación de la red de bibliotecas, tanto estatales como autonómicas. Sólo basta acudir a los datos comparativos para constatarlo. El Informe La lectura en España señala de qué forma la situación del sistema bibliotecario español había cambiado desde 1990 hasta 2010. Durante todo ese tiempo hubo un incremento notable de bibliotecas y puntos de servicio, pero por efectos de la crisis, éstas comenzaron a reducir los horarios de apertura y mostraban un envejecimiento de las colecciones. El gasto en adquisiciones bajó de 1,50 euros a 56 céntimos por habitante del 2009 a 2014. Ese mismo año, el número de bibliotecas se situó 6.717, un 1,7% menos que en 2012. El estancamiento, sin embargo, duró hasta 2016. 

El Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros 2017 aportó cifras que evidencian el inicio de una tendencia positiva con el incremento de visitantes a las bibliotecas públicas del Estado, al pasar del 30,1% en 2012 al 31,9%. Los incrementos más significativos se apreciaban según el tipo de biblioteca utilizada. La universitarias, por ejemplo, pasaron del 3,5% al 3,7%. Algunos datos relativos a los nuevos hábitos de lectura relacionados con la irrupción de la tecnología móvil y las pantallas táctiles dan pistas de un cambio en el perfil de uso de las bibliotecas y del tipo de visitante que acude a ellas: el préstamo de libros, aun siendo el servicio más utilizado en la biblioteca, registra una caída de 14 puntos, del 58,7% a 44,7% en los últimos años. El perfil de usuario está, sin embargo, muy definido. Los adolescentes de 10 a 14 años y los adultos mayores de 18 años van a la biblioteca a tomar libros en préstamo, mientras que los jóvenes de 15 a 18 van más a estudiar. 

El estancamiento del sistema de compra de documentos y libros duró hasta 2016

Los planes autonómicos de lectura forman parte del diagnóstico. Un análisis comparado indica que las iniciativas de impulso a la lectura tienen un carácter disperso e irregular. En la mayoría de las comunidades se han dictado instrucciones o normas para la elaboración de un plan de lectura y, también en la mayoría, son las bibliotecas escolares el espacio donde se desarrollan la mayor parte de las actividades de lectura.  A juzgar por los resultados por comunidades, existe una coherencia directa entre la mejora del hábito lector y el fortalecimiento de las bibliotecas.

En 2017, a excepción de Canarias y Extremadura, todas las Comunidades Autónomas aumentaron su porcentaje de lectores. Madrid, Navarra, País Vasco, La Rioja, Cantabria, Cataluña, Aragón, Comunidad Valenciana y Baleares fueron las comunidades con un mayor porcentaje de lectores de libros en tiempo libre. Las comunidades de Asturias, Galicia, Murcia, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Andalucía, Canarias y Extremadura son las que obtienen valores más bajos. 

Un ingrediente adicional señala una clara tendencia a la mejoría: la dotación para los presupuestos de 2018 que están por aprobarse tiene contemplada una cantidad de dinero público un poco mayor para las bibliotecas, ésta crece un 0,3%, desde los 43,55 millones a los 43,68 millones. Sin embargo, la clave de este tema se juega en los presupuestos de las regiones, las cuales, al ver limitadas su gasto sufrieron de una extensa sequía de financiación que afectó al tejido de las bibliotecas municipales y autonómicas. 

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