Cultura

La batalla cultural de las tetas

Del Benidorm Fest a los Grammy, el cuerpo desnudo de las mujeres vuelve a ser herramienta de reivindicación... ¿o es autopromoción?

Ha sido la polémica en redes este fin de semana: la presentadora Inés Hernand, famosa por sus frecuentes salidas de tono, mostró sus tetas –micro en mano, sobre el escenario– en una de las fiestas posteriores a la gala del Benidorm Fest, antesala de Eurovisión. La jarana no era televisada pero tampoco privada, ya que se trataba de un acto oficial patrocinado por RTVE y por la Generalitat de Valencia, con sus dos logos bien visibles. Hernand se quedó a pecho descubierto mientras sonaba “Ay mamá”, el himno de Rigoberta Bandini en 2022, donde exaltaba la feminidad y la maternidad. El estribillo se pregunta por el motivo que lleva a los hombres a sentir miedo de las tetas femeninas, aunque se ha contestado ampliamente que ese miedo está por demostrar. Quién sí demostró miedo fue la izquierda empeñada en censurar a Chanel en 2023 o por prohibir las azafatas ligeras de ropa en la Fórmula-1, el Mundial de motos y las vueltas ciclistas.

Se ha repetido hasta la saciedad que gestos como los de Hernand tienen poco o nada de transgresor. Ya hizo algo parecido Eva Amaral desde el escenario del festival burgalés Sonorama en agosto de 2023. Su despliegue animó tres minutos de los telediarios de verano y poco más. En realidad, la ‘performance’ de Hernand no era rompedora ni siquiera en 1978, cuando Susana Estrada apareció con una teta al aire en un acto al que había asistido el alcalde de Madrid en aquel tiempo, Enrique Tierno Galván. El veterano regidor se limitó a comentar que si no tenía miedo de coger un resfriado. La última vez que un pecho femenino sacudió al país debió de ser en 1988, cuando la cantante italiana Sabrina dejó que uno de los suyos se escapara en Televisión Española durante el bailecito de su himno pop “Boys, boys, boys”.

Desde entonces, han pasado más de tres décadas saturadas por contenidos tipo Pornhub, Sin tetas no hay paraíso y Only Fans. Escandaliza más la voz inocente de la influencer RoRo que el despechugue permanente en los fotocales de actrices como Sidney Sweeney, esa rubia exuberante deseada por el 99% de los hombres heterosexuales, hasta el punto de que un técnico le calzó un oportuno paréntesis para que los subtítulos de una entrevista no eclipsasen la visión de su escote (igual habría que hacerlo también en los cines de versión original). ¿Alguna vez ha sentido usted miedo ante las tetas de una mujer joven? Hubo un tiempo en que algunos sí, como saben las reinas del destape español, que no causaban controversia en las recepciones oficiales del ayuntamiento de la capital pero sí recibían amenazas de bomba o de muerte cuando se iban de gira por la red de pequeños teatros de nuestro país. Fueron ellas y no las divas de la Movida quienes contribuyeron a relajar la moral sexual del país tras cuatro décadas de moral nacional-católica estricta.

Más piel en los Grammy

Otro episodio similar al de Hernand  vivimos en los Grammy, al otro lado del charco, cuando la modelo Blanca Censori –esposa del talentoso rapero Kanye West– volvió a aparecer semidesnuda en uno de los posados de alfombra roja. La actitud es ya casi una marca personal: como dijo el columnista Hughes, West y Censori representan ya una especie de inversión de la icónica imagen de un radical islámico paseando a su mujer con burka, em la que es ella quen se desnuda y él quien suele vestir de luto riguroso. La estampa puede interpretarse de muchas maneras: por ejemplo, en el sentido de que la desnudez es más natural que la provocación, o quizá apelan a que hay que llevar las estéticas hasta el límite o simplemente se trata de decir al mundo ‘míranos’. En cualquier caso, nada que no se haya hecho antes y varias veces en campos como el teatro experimental, el arte contemporáneo y pasarelas de alta costura.  

Se supone que brillar de esta manera es un avance del feminismo, un triunfo de todas y un desafío a los ‘señoros’

Mi experiencia me dice que estamos ante una compulsión narcisista: en un mundo cada vez más competitivo, no se puede desperdiciar ninguna posibilidad de autopromoción, por privilegiado que resulte tu estatus. Hernand es una presentadora consolidada, pero sobre todo se la conoce por sus loas al sanchismo en directo, sus sermones pijiprogres hiperventilados y ahora por esta exhibición cutánea. Ir por la vida como pasada de vueltas es su sello personal, el terreno donde solo es vencida por Samantha Hudson. Se supone que brillar de esta manera es un avance del feminismo, un triunfo de todas y un desafío a los ‘señoros’, por eso Irene Montero subió un vídeo celebrando el momento de Hernand. Cada uno es libre de expresarse como quiera, pero que nadie se extrañe cuando lean que los jóvenes cada vez son más de derechas, o que el progresismo pierde elección tras elección, o que ser conservador es el nuevo punk. 

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