Quantcast

Cultura

La guerra de las vanguardias

'Soldados' de Emilde Nolde.

Entre 1914 y 1918, postimpresionismo, fauvismo, expresionismo, cubismo, futurismo, suprematismo, constructivismo y vorticismo, entre otros, también estuvieron en 'guerra'. Tanto es así que ese término va en el título que ha dado la Galería Federal de Arte de Alemania (Bundeskunsthalle) a una exposición sobre la creación artística y la Primera Guerra Mundial: Die avantgarden im Kampf - 'Las Vanguardias en Guerra'. Esta pinacoteca, situada en Bonn (oeste germano), ofrece con dicha muestra, compuesta por 300 obras de unos 60 artistas, una visión de la particular relación que guardaron creadores y el primer conflicto bélico planetario.

No sobrevivieron a esa primera gran destrucción de Europa los pintores alemanes Franz Marc (1880-1916) o August Macke (1887-1914), dos de los grandes representantes del expresionismo germano. Ni el escultor y dibujante francés Henri Gaudier-Brzesk (1891-1915). Como tampoco sobrevivió a la guerra el escultor y pintor italiano Umberto Boccioni (1882-1916). Éste último, fue, de hecho, de los que antes de ir al frente se dedicó, junto al resto de futuristas, a glorificar “la guerra –la única higiene del mundo–, el militarismo o el patriotismo”, según indicaba el Manifiesto Futurista, declaración de intenciones del movimiento artístico en el que Boccioni ejerció de destacado teórico.

Muchos otros talentos se perdieron en las funestas trincheras de la Gran Guerra. Según concluyó en su día el autor Tim Cross, que trató de cuantificar las pérdidas artísticas que entrañó la Primera Guerra Mundial en el libro The Lost Voices of World War One (Ed. Bloomsbury, 1988), elaborar “una lista completa de todos los poetas, escritores, artistas y compositores que murieron en la Primera Guerra Mundial es una misión imposible”. Tal vez por eso en la Galería Federal de Arte, en Bonn, haya preferido limitarse a ofrecer una imagen global de los vínculos existentes entre artistas y la Gran Guerra.

La guerra en los lienzos

Incluso antes del asesinato de Francisco Fernando de Austria y de su esposa, Sofía Chotek, a manos de un nacionalista serbio -crimen que desencadenó en 1914 las primeras hostilidades en el Viejo Continente- la idea del conflicto bélico ya se expresaba en los lienzos de numerosos artistas. Junto a los futuristas italianos, artistas alemanes y austríacos, como Alfred Kubin (1877-1959), Ludwig Meidner (1884-1966) u Oskar Kokoschka (1886-1980) se inspiraron de “pensamientos apocalípticos” propios de las guerras mundiales, según aseguran en el museo responsable de Die avantgarden im Kampf. Por eso mismo figura entre las primeras obras de dicha exposición el hombre al que sólo viste una espada y que Franz Von Stuck (1863-1928) terminara de esculpir en 1916. Esa obra lleva el título de 'Enemigos por todas partes'.

Otros cuadros, como 'Los Soldados' firmado en 1913 por Emil Nolde (1867-1956), 'El Diluvio' que pintara en 1912 Wassily Kandinsky (1866-1944), o, de forma más directa, 'Los Horrores de la Guerra' dibujados en 1911 por Meidner, tienen casi un valor premonitorio. En realidad, antes de 1914, la guerra ya habitaba las mentes de los artistas. Por eso, en 1909, el pintor alemán Max Beckmann se atrevía a afirmar que una guerra “no sería mala”.

Sabiendo de los horrores que trajo consigo la Primera Guerra Mundial, esas palabras suenan ahora incomprensibles. De hecho, en el últimos año del conflicto, otro tipo de mensajes acabaron teniendo más sentido. Mensajes, como el del poeta y pintor británico Isaac Rosenberg (1890-1918): “Lo que me está pasando es más trágico que La Pasión. Cristo nunca tuvo que soportar lo que yo estoy soportando. Me estoy rompiendo por completo”. Eso escribía Rosenberg desde el Frente Occidental un par de meses antes de dejarse la vida.

Desde la Galería Federal de Arte mantienen que con la Gran Guerra se desarrollaron, en último término, “grandes perspectivas” artísticas para el Siglo XX. Porque junto a las miserias de los días de conflicto, el dadaísmo dio sus primeros pasos de la mano de Marcel Duchamp (1887-1968) en el Cabaret Voltaire, abierto en 1916 en suelo de la neutral Suiza. Poco después, Guillaume Apollinaire (1880-1918) acuñó el término 'surrealismo' con 'Las tetas de Tiresias', firmada en 1917, mientras que Piet Mondrian (1872-1944) y Kazimir Malevich (1878-1935) avanzaban inexorablemente hacia la abstracción pictórica.

Pero esas vanguardias -ni las que hicieron bullir el ambiente cultural antes de 1914- pudieron frenar la locura belicista de las dos grandes conflagraciones mundiales. Tal vez, no fueran suficiente. Así lo dijo el propio Apollinaire en 1915: “Si hubiera habido más cubismo, es decir, más ideas modernas, no habría habido guerra”.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.