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Cultura

España, 1992: la fábrica de los sueños rotos

'El año del descubrimiento': los sueños rotos de España

En 1992, España vivía un momento de esplendor sin precedentes. En un mismo año, el país acogió la celebración de los Juegos Olímpicos en Barcelona, la Expo de Sevilla, donde además se inauguró la primera línea de alta velocidad de España, el AVE entre Madrid y Sevilla, y se celebró el V centenario del descubrimiento de América. En el contexto europeo, España participó en la firma del Tratado de Maastrich, uno de los documentos fundacionales de la Unión Europea. Sin embargo, en el reverso de un país aparentemente moderno, desarrollado y dinámico, que llevaba diez años gobernado por el PSOE, también se sucedieron protestas sociales ante el cierre de fábricas y la reconversión industrial que quedaron en el olvido ante aquella ilusión colectiva.

En un ejercicio de memoria y reflexión, el cineasta Luis López Carrasco (Murcia, 1981) recuerda los efectos de la crisis económica de 1993 en el documental 'El año del descubrimiento', que se estrena el próximo viernes 13 de noviembre en los cines. Así, a través del testimonio de 45 personas, el director conecta aquellas experiencias con las consecuencias de la crisis de 2008 y, sin tenerlo previsto, también con el inevitable paisaje social de España ante las secuelas económicas de la actual pandemia por coronavirus.

Ese parlamento en llamas es la cara B que permite ver las contradicciones de entonces y que persiguen al país hasta la actualidad"

López Carrasco toma como epicentro de su historia el terremoto social de Cartagena en 1992, donde las protestas ganaron tanta intensidad que culminaron, casi de manera simbólica, con la quema de la Asamblea de Murcia, un pasaje que, según cuenta el cineasta a Vozpópuli, ha desaparecido de la memoria colectiva de los adultos de la época, a excepción, por supuesto, de quienes estuvieron involucrados. Sin embargo, tal y como reivindica, "ese parlamento en llamas es la cara B que permite ver las contradicciones de entonces y que persiguen al país hasta la actualidad".

El director afrontó este rodaje tras su filme 'El futuro' (2013), que se desarrollaba en la fiesta de gente joven en 1982 y mostraba aquella década como "una celebración de las clases medias". Sin embargo, le quedaba la "espina" de relacionarse con aquella época "desde un lugar diametralmente opuesto", que mostrara la "inquietud por la reconversión industrial" y cómo "arrasó con ciudades enteras".

Año 1992: "éxito propagandístico replicado"

'El año del descubrimiento' pone de relieve la situación desfavorecida que vivió la región de Murcia ante los intereses políticos. En el caso de la fábrica Bazán, dedicada a la construcción naval militar y que tenía tres factorías implantadas en Ferrol, San Fernando y Cartagena, uno de los protagonistas de este documental recuerda que el ERE que se planteó en exclusiva en la factoría murciana incrementó la rabia del ciudadano cartagenero y la ciudad entera se sintió "atacada". "En Galicia estaba Fraga, un peso pesado a quien temían en Moncloa. En Cádiz, la diputada Carmen Romero, esposa del presidente del Gobierno, que era intocable. Y en Murcia, Carlos Collado, que no pintaba nada en Madrid", señala uno de estas voces.

Como consecuencia, a partir de 1992, Cartagena dejó de votar al PSOE en las municipales, las autonómicas y las nacionales. De hecho, durante el rodaje de este documental, previo a las elecciones de Andalucía en las que Vox obtuvo por primera vez representación parlamentaria, López Carrasco se sorprendió al comprobar que "algunas de las personas de los barrios más populares habían incorporado un discurso xenófobo cercano a la ultraderecha".

Con esta cinta, que fue estrenado en el Festival de Rotterdam y que se presenta estos días en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, el director trata de "enriquecer unos relatos monolíticos" sobre el año 1992, un periodo de "orgullo colectivo" y un "éxito propagandístico que luego ha sido replicado". "El PP cuida después esa idea de la Fórmula 1 y la Copa América, al igual que otros partidos en otras comunidades autónomas, donde se construyen muchos museos", cuenta.

Ese modelo económico, basado en el turismo, en el sector de los servicios y la especulación inmobiliaria, venía del franquismo y se potenció en los 80, pero se consolidó institucionalmente en los 90, adquirió entonces su carácter propio"

Al mismo tiempo que se celebraban estos eventos, en 1992 el país sufría una "desindustrialización y una destrucción del tejido sindical" que, en palabras del director, "tiene efecto sobre el presente". "Ese modelo económico, basado en el turismo, en el sector de los servicios y la especulación inmobiliaria, venía del franquismo y se potenció en los 80, pero se consolidó institucionalmente en los 90, adquirió entonces su carácter propio", ha dicho.

Precisamente, el director ha elegido el bar, símbolo de la actividad económica por excelencia en España, como escenario para su documental. En la cinta, se intercala el formato de entrevista con el de las conversaciones, de manera que la cámara es testigo, desde diferentes ángulos que se ven en una pantalla partida, de las preocupaciones, los recuerdos y la vida cotidiana de los trabajadores entre tostadas, cafés, máquinas tragaperras y grifos de cervezas.

Además, y en un objetivo claro por despistar y por conectar las preocupaciones de quienes vivieron la crisis de 1993 y a quienes afectó la situación de 2008, el director juega con una ambigüedad temporal, de manera que uno no sabe si las imágenes pertenecen al presente o al pasado. Para ello, utilizó cámaras de los 80 y llevó a cabo un "trabajo de época que se superpone al carácter documental del filme". De esta forma, y a excepción de los protagonistas del 92, todos pasaban por su vestuario, de manera que sus atuendos podrían haber sido tan verosímiles hace 30 años como en la actualidad. "El documental refuerza la idea cíclica de la clase social que está encerrada en unas estructuras de las que es difícil salir", apunta el director.

Caso KIO y el control del sector

Este documental se hace eco también del caso KIO, uno de los mayores escándalos empresariales de España que marcaron la década de los 90 con la mayor suspensión de pagos conocida hasta entonces (más de 240.000 millones de pesetas). En Cartagena había varias empresas grandes dependientes a nivel nacional, entre ellas, una minería "de la época de los romanos", una fundición de plomo, una fábrica que se dedicaba al zinc, y centros de fertilizantes, entonces clasificado como "sector estratégico", tal y como cuenta uno de los participantes.

Cuando llegó el momento de reconversión industrial, de un sector que daba "trabajo directo" a más de 100.000 personas, aparece en España el grupo "especulador" KIO, cuyo consejero delegado era Josep Piqué y su vicepresidente Javier de la Rosa. Tal y como recuerda uno de los afectados, mientras que la que fue primera ministra de Reino Unido entre 1979 y 1990, Margaret Thatcher, decidió que nadie en Reino Unido podía acaparar más del 25% de un sector en España, el entonces ministro de Economía y Hacienda, el socialista Carlos Solchaga, permitió que KIO se quedara con todo el sector. Después, el grupo planteó un ERE en algunas de aquellas empresas, y lo acordado en las mesas de negociación se quedó en el papel. El final de la historia siguió durante años en los tribunales.

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