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Cultura

2017, el año de Pablo Picasso

Picasso retira el polvo del lienzo, expuesto en el pabellón de España en la Exposición Universal.

Todo cuanto retrató Pablo Picasso en su Guernica  (1937) provino de un mundo que ya era otro, un lugar inventado por la guerra moderna;  como si la mecanización y tecnificación de la muerte  fuese una disciplina de las Bellas Artes. Es el lienzo que resume el espíritu del siglo XX y el icono de una guerra que los alemanes decidieron adelantar al 'probar' su arsenal en la localidad vasca, que cumple en 2017, 80 años desde que Picasso lo pintara. A ese aniversario se suma una segunda efeméride: los 25 años de la llegada del cuadro al Museo Reina Sofía, de cuya colección permanente forma parte luego de pasar casi diez años en el Casón del Buen Retiro.

El Guernica, pintado por Pablo Picasso en 1937, cumple 80 años desde que Picasso comenzará los primeros bocetos en París y 25 desde que se exhibe en el Reina Sofía 

La ocasión es más que propicia para celebrar … pero también para reabrir viejas polémicas, como la reivindicación del País Vasco para que el lienzo se exhiba allí. De momento, tres museos en España preparan los homenajes de rigor: el Reina Sofía, el Thyssen-Bornemisza y el museo Picasso de Barcelona dedican exposiciones a una de las obras icónicas del artista malagueño. En Madrid, el Reina Sofía presenta Piedad y terror en Picasso: el camino a Guernica, una exposición con cerca de 150 obras y que hace las veces de plato fuerte con el que Borja Villell intenta recuperar el efecto Dalí y que podrá visitarse a partir del 4 de abril. La exhibición se centrará en la evolución del universo pictórico de Picasso, con el Guernica como epicentro: desde finales de los años 20 a mediados de los años 40 del siglo XX. Han colaborado con obras en préstamo instituciones como el Musée Picasso y Centre Georges Pompidou, la Tate Modern,  el MoMA y el Metropolitan Museum.

Desde el 17 de marzo, pinturas, esculturas, dibujos y grabados de todos los períodos de la obra de Picasso se exhibirán en el Museo Picasso de Barcelona como parte de la exposición Retratos, que ya se exhibió en la National Gallery de Londres y que destaca la importancia de ese género  en el estilo de Picasso. Curiosamente, el museo dedicado al artista en su ciudad natal no incluye ninguna muestra entre los destacados de sus exposiciones temporales, ya que una vez finalizada la retrospectiva de JOaquín Torres García en febrero, se inaugurará Bacon, Freud y la Escuela de Londres . Ya en el otoño, el Museo Thyssen de Madrid también rendirá tributo al artista malagueño con la muestra Picasso / Lautrec, que ahonda en la relación de su obra temprana con la del francés Henri de Toulouse-Lautrec en los primeros años del siglo XX.

La larga historia de una obra de arte

Su llegada tuvo tanto impacto como la del cualquier exiliado o represaliado del franquismo. El Guernica había permanecido  en el MoMA de Nueva York desde 1939, llegó a España en un avión de Iberia que aterrizó en el Aeropuerto de Barajas el 10 de septiembre 1981. Su primer destino fue el Casón del Buen Retiro de Madrid, donde permaneció hasta el 26 de julio de 1992. Entonces fue trasladado al Museo Reina Sofía, como joya y reclamo esencial de su colección permanente y no sin críticas ni polémicas, ya que los que responsables del cuatro hasta años atrás, concretamente el equipo del MoMA, consideró el Reina un museo menor.

¿Por qué el Guernica levanta tantas ampollas? ¿Cuáles son los motivos? Suficientes: desde históricos hasta ideológicos. Este lienzo es una granada cargada. Tras la solicitud en 1969 del gobierno del general Francisco Franco para que Guernica fuese devuelto a España, tanto el MoMA como Picasso se negaron rotundamente. En 1939, Picasso había cedido  la pintura al MoMA de Nueva York en calidad de préstamo. La obra debía volver a España mientras Franco estuviese vivo, ese fue el designio de Picasso, quien lo dejó por escrito en su testamento de 1973. Muerto Franco, España reinició gestiones. A pesar de las negativas de Richard Oldeburd, director del MoMA, y Wiliam Rubin, director de pintura y escultura, el 25 de octubre de 1981, luego de 44 años y protegido por un vidrio antibalas, el Guernica fue expuesto en Casón del Buen Retiro, en el Museo del Prado, junto a 62 bocetos preparatorios y los dos grabados Sueño y Mentira de Franco. Apenas en 1995, retiraron la protección de cristal blindado. 

Tras la solicitud en 1969 del gobierno del general Francisco Franco para que Guernica fuese devuelto a España, tanto el MoMA como Picasso se negaron rotundamente

Sin embargo, el origen de esta larga historia es muy anterior. Todo comenzó el lunes 26 de abril de 1937, a las tres y media de la tarde, cuando la Legión Cóndor de la aviación nazi abrió fuego. A las siete, Guernica estaba totalmente destruida. Exactamente cinco días después, el 1 de mayo de 1937, Pablo Picasso ensayaba a lápiz sobre papel azul el primero de los 45 estudios y bocetos que tomarían forma final en una pintura que no sólo recogió el espíritu de lo ocurrido en el pueblo bilbaíno, sino que además dividió en dos el siglo XX. El Guernica  debía estar listo cuanto antes, ya que era el cuadro del Pabellón Español de la Exposición Internacional de París de 1937.

El 25 de octubre de 1981, luego de 44 años y protegido por un vidrio antibalas, el Guernica fue expuesto en Casón del Buen Retiro, en el Museo del Prado

A mediados de junio de 1937, Guernica fue embalado y entregado al pabellón español. Según el crítico e historiador Manuel Llano Gorostiza, el pintor Julián Tellaeche y un grupo de políticos vascos solicitaron la sustitución de Guernica por obras de Aurelio Arteta, autor del tríptico de la guerra española. La propuesta alternativa no fue tomada en cuenta. El lienzo de Picasso sería la obra elegida. Una vez en sala, expuesto justo frente a La Fuente de Mercurio de Alexander Calder, Guernica fue manifiestamente ignorado, al punto de no dedicarle reproducción alguna en el catálogo de la exposición. El 30 de septiembre de 1938, el día de la firma del Pacto de Munich, Guernica viajó a la White Chapel Art Gallery, en Londres, donde se expondría con la ayuda y apoyo de una serie de figuras, entre ellas el crítico británico Herbert Read. De ahí, fue trasladado al MoMA.

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