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El duro discurso de una escritora embarazada ante Sánchez: "No habrá España 2050 sin familias"

Ana Iris Simón pide al Gobierno en la presentación del plan contra la despoblación una apuesta verdadera por los hogares para afrontar el reto demográfico

La escritora manchega Ana Iris Simón es el fenómeno editorial de la temporada, después de que su primer libro haya llegado a la octava edición. Se titula Feria (Círculo de Tiza) y son una memorias de cómo una chica manchega se traslada a la capital de España para encontrar un espejismo del éxito: trabajos precarios, alquileres que no puede permitirse y una tremenda infantilización en el mundillo cultural . Sus reflexiones llegan de manera transversal a los lectores, como demuestra el hecho de que su cuenta de Twitter la siguen políticos tan distintos como Santiago Abascal, Pablo Iglesias y Yolanda Díaz. Hoy defiende los vínculos fuertes, especialmente la familia, por eso Moncloa la invitó a dar un discurso el sábado dentro de un acto enmarcado en el programa Reto Demográfico del documento España 2050 contra la despoblación.

Lo que Simón dijo frente a Pedro Sánchez no encaja precisamente con el discurso de Moncloa. Duras palabras pronunciadas por una veiteañera embarazada de ocho meses ante el presidente del Gobierno. ¿El fragmento más duro del discurso? "Está muy bien ayudar a empresas ecológicas y ponerle wifis al campo. Pero no habrá agenda 2030 ni plan 2050 si en 2021 no hay techo para las placas solares porque no tenemos casas, ni niños que se conecten al wifi porque no tenemos hijos", explicó. "Con 28 años he vivido tres ERES y mi contrato temporal finaliza dos días después de la fecha programada para mi primer parto. No tengo coche ni hipoteca, porque no puedo. Así que si realmente quieren plantarle cara al reto demográfico apuesten por las familias", rogó ante el Presidente y un reducido número de asistentes.

Apostemos por las familias, por darles beneficios fiscales, al contrario de lo que se proponía hace unos días", reprochó

"Creo que cualquier plan demográfico ha de pasar, en primer lugar, por fomentar el acceso al trabajo y a la vivienda. Que los jóvenes de pueblo no nos veamos obligados a hacinarnos en grandes ciudades y se vacíen hasta las capitales de provincia pasa por revertir lo que nos trajo aquí", lamentó. "Pasa por re-industrializar el país, por una regulación inmobiliaria sin medias tintas y por medidas que beneficien nuestros productos frente a los de fuera. Recuperar, en definitiva, la soberanía perdida", remató. "Apostemos por las familias, por darles beneficios fiscales, al contrario de lo que se proponía hace unos días", reprochó al PSOE.

Ni hipotecas ni hijos

Los argumentos de Simón se centraron en el deterioro de condiciones de vida de los españoles, una inercia social de la que evitan hablar la mayoría de políticos. "Con 29, mis padres tenían una hija de ocho y esperaban su segundo hijo. Vivían en Ontígola, un pueblo toledano de mil habitantes. Mi madre trabajaba de cartera y la oficina estaba en nuestra propia casa, porque a mi edad mis padres tenían, claro, una hipoteca. También un coche e incluso una thermomix que mi madre compró con lo que ahorró dejando de fumar. Pero sobre todo tenían la certeza de que podrían mantener sus trabajos, a sus hijos y pagar la hipoteca. Y la esperanza de que todo iría mejor. Mis padres creían en el progreso porque para ellos había sido un hecho", recordó, subrayando que la situación de la juventud en 2021 es muy distinta.

La exitosa escritora hizo hincapié en el abandono de la España periférica. "La aldea global arruinó la aldea real: en los setenta, mi abuelo podía mantener ocho hijos con doce hectáreas de vides. Ahora mi primo Rubén, el único que aún se dedica al campo, se las ve y se las desea para poder sacar adelante a sus tres hijas. Y aun así es un afortunado por tener familia. Porque la mayoría de los de mi edad no la tiene, señorías. Muchos se sorprenden de que vaya a tener un hijo a los 29: nuestra media de edad para el primero es de 32. En España hay más madres de 40 que de 25. Y es normal: tenemos un 40% de paro juvenil y los salarios de los jóvenes son un 50% más bajos que en los 80. Y así, ¿cómo no envidiar la vida de nuestros padres?"

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