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Cultura

Amaia debuta con un disco mediocre

Se veía venir: el primer álbum de Amaia es tan flojo que asusta. Lo mejor del repertorio son las dos canciones que ya conocíamos, lo cual no es buena noticia, ya que si las hubiera grabado cualquier otro artista que no fuera ella lo hubieran tenido muy complicado para pasar de los tres mil clics. En un artículo anterior, argumentaba que me parecía un error que Amaia Romero (Pamplona, 1999) tomase el camino del ‘indie’. Los motivos son sencillos. Primero: se trata de un estilo decadente, que hace mucho que dijo todo lo que tenía decir. Segundo: la artista no domina los códigos del género, por lo que es improbable que aporte algo sustancial. El disco se titula 'Pero no pasa nada' (Universal, 2019), una frase perfecta porque en las canciones no ocurre nada relevante; solo encontramos ideas conocidas, que otros han ejecutado mejor veinte o treinta años antes. No es un álbum bueno, ni tampoco realmente malo, sino tirando a insípido.

Los materiales con los que trabaja Amaia son de sobra conocidos, especialmente si perteneces a la Generación X (los que éramos veinteañeros en los torturados noventa). Hay mucha imitación de La Buena Vida, algún destello de Los Planetas, así como alusiones a Stereolab y Beach Boys, cuando busca sonar más animada. “Quedará en nuestra mente” es el calco más descarado de las maneras de Irantzu Valencia (La Buena Vida), pero la distancia que las separa es la misma que había entre Nirvana y Dover. Lo que en el modelo es ingenuidad descarnada, en la copia es un simple ejercicio de estilo. A pesar de todo, hablamos de la mejor canción del lote.

Del corte siete hasta el diez, el disco se hunde miserablemente con canciones de relleno, pobres hasta el sonrojo. Me atrevo a decir que no deberían haber sido grabadas.

“Quiero que vengas” tiene algo de Los Planetas, el grupo en quien más se inspira el productor del disco, Santiago Ariel Barrionuevo, líder de los argentinos Él Mató a un Policía Motorizado. El problema es que la canción no despega ni con titadine. Amaia cambia los acentos a capricho y no inyecta emoción a un himno 'indie' del montón (comparen con "De viaje", del primer disco de Los Planetas, modelo de tantas posteriores). Del corte siete en adelante, el álbum se hunde miserablemente con partituras pobres hasta el sonrojo. Me atrevo a decir que no deberían haber sido grabadas.

Letras que no dan la talla

Hablemos claro: Amaia es mala letrista. Se apoya en los recursos de la Buena Vida para ir tirando, sobre todo al subrayar los sentimientos sencillos, expresados con máxima candidez. Los donostiarras triunfaban por su originalidad y la credibilidad de las historias, que conectaron con toda una generación, influyendo incluso a superventas como La Oreja de Van Gogh, que llegaron a mencionarles en uno de sus éxitos. Amaia suena como alguien agarrado a una plantilla porque le cuesta caminar sola.

“Todos estos años” es seguramente la peor letra del disco, donde se limita a repetir todas las cosas que le gustaría imprimir de una relación feliz pero acabada. “Porque apareciste” es una colección de topicazos de la balada sentimental: “nunca amaré tanto a un hombre”, “te quiero con todas las mentiras”, etcétera etcétera. “Un día perdido” parece escrita por un generador automático donde se hubieran introducido elementos de las piezas anteriores. Perfectamente podría llamarse “Canción de relleno”. El disco es un desierto de ideas y de recursos expresivos.

Amaia es una artista con voz, carisma y mucho ángel. La dececpción que produce este disco tiene que ver con las enormes expectativas despositadas en su carrera.

Tomando un café el pasado sábado, encontré en el bar la revista ‘Mujer hoy’, que incluía una extensa entrevista con Amaia. Una de las mjores preguntas era si se había sentido perdida en el viaje desde el anonimato hasta la fama. ¿Su sincera respuesta? “¡Cada día! [Risas]. Todos nos sentimos un poco así, ¿no? Al principio, me sentía perdida porque no me fiaba de mi propio criterio. Pero me ayudó mucha gente”. La periodista, como es su trabajo, le pedía más detalles. “Yo no conocía a nadie y me ha ayudado mucho hablar con otros cantantes, como Zahara. Estuve un día en su casa, charlamos y me dio un montón de consejos... Pero también hay algunos que te dan un poco de mala espina... He tenido mucho cuidado a la hora de decidir en quién podía confiar”, señala.

Expectativas y resultados

El disco suena exactamente así: como alguien perdido tomando consejos de aquí y de allá, convencido de que por mal que salga la cosa es mejor que no publicar nada. Recordemos que ha pasado año y medio desde que ganase ‘Operación Triunfo’ (esto equivale a dos siglos en términos pop) y era mucha la presión para capitalizar el enorme interés del público en la artista. También, según se cuenta 'off the record', había cierto temor en su entorno porque el fenómeno Rosalía la eclipsase por completo. Ya no es la cantante más querida de la joven España, sino la segunda.

Lo que falla aquí son las canciones, con letras y melodías a medio cocer, que solo remontan cuando consiguen copiar bien a los grupos que las inspiran

Entiendo que esta reseña puede sonar a algunos como excesivamente dura, pero lo es solo porque había depositadas en Amaia tremendas expectativas. Hablamos de una artista con una voz especial, enorme capacidad para conectar y sobrada de 'ángel', algo que no se puede comprar. Además supo aprovechar ‘Operación Triunfo’ para cear un vínculo de intimidad con el público milenial. Escuchando el resultado, uno recuerda que Raül Refree no vio clara su implicación como productor y se distanció del proyecto. La tarea finalmente recayó en Santiago Ariel Barrionuevo, cerebro de una banda indie argentina conocida por su estilo sucedáneo de Los Planetas. Se trata de un grupo sin ninguna originalidad, ni tampoco una gran paleta musical fuera de los iconos hípster clásicos. Son capaces de hacer canciones cálidas y sentidas, pero poco más.

Amaia está tan agradecida por haber aceptado el encargo que les menciona en la letra de “Quedará en nuestra mente”. No se puede culpar a Barrionuevo de lo flojo que es el disco, ya que aquí lo que falla son las canciones, con letras y melodías a medio cocer, que solo remontan cuando consiguen copiar bien a los grupos que las inspiran. Resulta frustrante como Amaia tenía todo de cara para comsagrarse con este disco y al final ha entregado algo tan irrelevante. Una oportunidad perdida.

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