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Cultura

Alcohol, ansiedad social y catolicismo: las obsesiones que marcan la mirada de Jon Fosse

Díscipulo de la escuela espiritual renana, que nació en el siglo XIV, sus novelas beben de una mística de lo cotidiano y llevar a Dios a todos los rincones de la vida

jon fosse
El escritor noruego Jon Fosse.

Según amplio acuerdo, la cima de la obra de Jon Fosse es Septología, una serie de novelas de un total de 800 páginas, donde un anciano pintor (Asle) reflexiona sobre su vida y conversa con otro pintor que tiene su mismo nombre. Se trata de una obra de ficción, pero con fuerte influencia de la vida del autor, que se convirtió al catolicismo en 2012, decisión que empapa la trama por completo. Todas las novelas de la serie comienzan de la misma manera: con Asle reflexionando sobre cómo terminar una pintura de la cruz de San Andrés, que consta de dos rayas cruzadas. Cada volumen termina también de la misma manera, con una oración en latín.

La conversión del reciente Nobel fue completa y satisfactoria, según explicó en 2019. "No tengo dudas religiosas. Viví varias experiencias cercanas a la muerte cuando era niño y la visión de esas experiencias nunca me ha abandonado. Durante muchos años estuve muy próximo a los cuáqueros, pero hace un tiempo me convertí al catolicismo, también porque mi mujer es católica. Y siento la necesidad de mantener la fe, digamos, que con otros. En una iglesia católica me siento en casa, al menos más que en una iglesia luterana noruega, confesión que abandoné a los 16 años", explicaba a la web cultural El Asombrario

Aparte de las conversaciones con su esposa, su faro a la hora de navegar en el catolicismo fue el Maestro Eckhart, un filósofo y teólogo alemán de la orden de los dominicos. Fosse afirma que sin haberle leído nunca se hubiera convertido. Eckhart de Hochheim, que vivió en los siglos XIII y XIV, es el padre de la escuela mística renana, que rechaza reducir la religión a un compartimento estanco para llevarla a todos los rincones de nuestra vida. Además, predica un 'darse y regalarse', potenciando cada uno nuestras virtudes y poniéndolas al servicio de Dios y de los otros.

Ansiedad y alcohol

La conversión catolica sustituyó la anterior obsesión de su vida: el alcohol. Beber le ayudaba, pero solo hasta cierto nivel, luego perdía precisión, foco y claridad, según ha explicado en diversas ocasiones. Su punto de inflexión fue 2012. "Tuve delirio severo e intoxicación por alcohol. He leído que el treinta por ciento de las personas mueren a causa de ella si no reciben tratamiento. Otro treinta por ciento muere con tratamiento", explicó a la periodista Cecilie Seines.

Tanto el alcohol como la religión fueron maneras de aplacar la ansiedad social que sintió desde joven

"Creo que para algunos una botella de vino todas las noches puede estar bien. ¡Pero no se debe añadir una botella de whisky! El alcohol es para muchos un gran placer; sólo para unos pocos es un gran problema. No tengo inconveniente en estar junto a otras personas que disfrutan de la bebida, aunque yo no bebo. No hace falta decir que no habrá más 'afterparty' para mí. Ese tiempo se acabó", zanjaba. Ahora es el feliz padre de seis criaturas, la última nacida cuando tenía 65 años.

Tanto el alcohol como la religión fueron maneras de aplacar la ansiedad social que sintió desde muy joven. Ese problema le llevó a refugiarse en la literatura como modo de cultivar un estilo de vida solitario y disfrutable. Su agitación fue una cruz y una bendición, ya que le ayudó a conectar con miles de lectores que la sufrían e distintos grados. Sus problemas duraron hasta bien avanzada su carrera: mientras escribía Septología, se disparó brutalmente su miedo a la muerte."Tenía algo que decir y sentía que tenía el deber de decirlo", explicó al terminar esta obra cumbre. La ansiedad como reverso del deber, algo que casi todos hemos padecido en algún momento.

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  • S
    Severino Mejias Robles.

    Otro escritor raro, atormentado y poco conocido, premiado por la caprichosa y extravagante academia sueca. Un noruego que ha usado la literatura como autoterapia para no volverse loco. Y no estoy seguro de que lo haya conseguido.
    La academia sueca en su día premió a Bob Dylan y nos dejó a todos con la boca abierta. Existen escritores buenísimos a quien otorgar el Nobel de Literatura como Ken Follet, Stephen King y Michel Houllebec. Sigo esperando porque la esperanza es lo último que se pierde.
    En fin...