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Cultura

Trump, el hombre aborrecido por la Cultura y las letras Estadounidenses

Trump, ganador de las elecciones en los EEUU.

Ni un centímetro le ha concedido la Cultura a Donald Trump. Desde iconos mediáticos de la sociedad de consumo como Madonna o Beyoncé, quienes se cerraron en banda con los demócratas, hasta escritores como Stephen King, Salman Rushdie o Joyce Carol Oates. En mayo de este año, más de un centenar de literatos, artistas y pensadores firmaron una carta abierta que no sólo se oponía a la candidatura de Trump, sino que además pretendía alertar el peligro que un hombre como él encarnaba -y encarna-. Un largo alegato que, leído hoy, resulta doblemente inquietante. En aquella misiva, aseguraban: 

“Porque, como escritores, somos particularmente conscientes de las muchas maneras en que el lenguaje puede ser objeto de abuso en nombre del poder;

Porque creemos que cualquier democracia digna de este nombre se basa en el pluralismo, da la bienvenida desacuerdo con principios, y logra el consenso mediante el debate razonado;

Porque la historia de América, a pesar de los períodos de nativismo y la intolerancia, tiene desde el primer sido un gran experimento en unir a las personas de diferentes orígenes juntos, no enfrentando a unos contra otros;

Porque la historia de la dictadura es la historia de manipulación y división, la demagogia y la mentira;

Por que la búsqueda de la justicia se basa en el respeto a la verdad (…)”

Hoy, estas palabras quedan fracturadas, lisiadas. Son el souvenir de una noche larga que podría durar mucho tiempo más. La poeta, novelista y crítica canadiense, Margaret Artwood no pudo decirlo más claro. Describió como el macho alfa en cuyo interior se esconde la flaqueza del cobarde. “Trump en el tipo de hombre que en la escuela se comportaba como un matón, pero tan pronto como alguien lo empujaba, empezaba a gimotear”. Algo de eso hubo en una campaña donde arrojó insultos a mansalva y, en efecto, hizo de los señalamientos negativos una ocasión de espectáculo. “Estoy muy decepcionado de mi país. Trump es muy popular debido a la gente le gustaría tener un mundo en el que nadie ponga en duda que el americano blanco está en la parte superior de la jerarquía”, dijo Stephen King.

Según Jonathan Franzen, Trump representa y al mismo tiempo padece el tipo de enajenación que genera el exceso de figuración y poder mediático. “Si resulta electo, esa enfermedad empeorará. En un perfil publicado en The New Yorker, George Saunders lo describió como un hombre de rasgos autoritarios, reacio a la autocrítica e incapaz de asumir la responsabilidad de sus propios errores. Podrá disculparse, escribe, pero nunca asumirá que el error ha sido suyo. De alguien más será la culpa. Y lo que es más aterrador, Saunders asegura que jamás pensó que Norteamérica fuera tan frágil como para caer en este experimento.

Junot Díaz, escritor dominicano estadounidense, extrajo una lectura sobre el ascenso de Donald Trump: “El fenómeno Trump tiene su explicación en la intersección de una serie de cosas: la crisis económica, en la que siempre es más fácil culpar a los inmigrantes, a los que además caracterizó como ‘violadores’ y ‘asesinos’ y ‘cabrones’ (…) Trump es lo que sucede en los Estados Unidos cada vez se siente amenazada vista económico y político, y se encuentra con las limitaciones de sus propias prácticas de la supremacía blanca”, aseguró. La victoria de Trump coloca a la intelligentzia norteamericana en el largo disparadero del catastrofismo y el pesimismo. La amargura ya recorría sus juicios cuando Trump era –tan solo- una amenaza. Ahora que el Republicano llegará a la Casa Blanca habrá que ver las dimensiones de una guerra que comenzó hace ya mucho tiempo.

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