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Cultura

Piedras ensalivadas

"Más democracia", en catalán en una pancarta en Barcelona.

La primera muerte ocurre en el lenguaje. En ese acto de arrancar a los sujetos del presente para plantarlos en el pasado. Un tiempo extinto. De ahí en adelante, sólo se puede ser ausencia. El lenguaje es susceptible de muchas otras muertes y ultrajes. Es el botín en cualquier guerra. Tomar por asalto las palabras para vaciarlas de un sentido y rellenarlo con otro. Ese es el primer cuerpo a cuerpo. Algunas son más más susceptibles al momento de degüello que otras. Ejemplos no faltan. Conflicto. Diálogo. Fascista. Democracia. Opresión. Régimen…  ¿En cuántas ruedas de la historia no se han centrifugado ésas y muchas otras? La propaganda, además de antigua, es efectiva.

Tomar por asalto las palabras para vaciarlas de un sentido y rellenarlo con otro. Ese es el primer cuerpo a cuerpo

Esta semana,  la Real Academia de la Lengua  emitió un comunicado para manifestar  su "apoyo a la Constitución de 1978". La institución lo hizo para tomar posición ante los "graves acontecimientos que amenazan la convivencia pacífica de España"  así como para demandar "al Gobierno y a los líderes políticos y sociales que defiendan, por cuantos medios legales tengan a su alcance, la democracia y las libertades de los ciudadanos frente al intento secesionista que amenaza la integridad territorial del Estado".  El documento tiene una extensión de dos párrafos. Noventa y dos palabras. No más.  Las justas. Todas ellas colocadas en el sitio exacto. Nada de hacerlas bailar ni estirarlas, ni suavizarlas. Pocas palabras, incluso las que no están escritas, pero que se dejan sentir. Vivitas y coleando.

Las palabras ya no llevan lo que dicen. Andan sueltas, de boca en boca, llenas de cuanto no son

El poeta venezolano Rafael Cadenas,  una de las voces en el naufragio de su país, escribió en su libro Intemperie: "Que cada palabra lleve lo que dice. / Que sea como el temblor que la sostiene. / Que se mantenga como un latido". Lo dice Cadenas: las palabras ya no llevan lo que dicen. Andan sueltas, de boca en boca, llenas de cuanto no son. Circulan recubiertas por una película, para que la gente las chupe y se las trague, a gusto, aunque luego las suelten, como un esputo, contra alguien más. Así anda el ambiente en estos días. Lleno de piedras ensalivadas. Y frentes rotas.

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