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Cultura

Una obra temprana de Peter Handke carga contra el capitalismo en el teatro Valle Inclán

Tras su discreto paso por el Teatro Lliure, en Barcelona, llega a Madrid Quitt, una obra de Peter Handke, dirigida por Lluís Pasqual, la cual podrá verse a partir de este miércoles en el Teatro-Valle Inclán del Centro Dramático Nacional (CDN).

Esta coproducción realizada junto con el Teatro Lliure, estará en cartel hasta el próximo 1 de abril, y apuesta por un discurso de actualidad que hinca el diente en la crisis, a patir del texto del autor austriaco Peter Handke escrito en 1973, en plena crisis del petróleo y  el cual lleva  por subtítulo Las personas irracionales están en vías de extinción.

"La obra es espinosa y dura de ensayar", dijo sobre la obra Pasqual, quien vio el montaje pro primera vez en Francia en 1976 protagonizada por Gerard Depardieu. "Se me quedó ahí como algo incandescente y hace sólo dos años llegué un día a casa y me dirigí directamente a buscar este texto en la biblioteca con verdadera curiosidad. Todo lo que había en ese momento a mi alrededor abrió el cajón de mi memoria", ha dicho.

Una crítica -¿profética?- al capitalismo

Quitt es el propietario de un grupo de empresas de alto nivel. En una reunión con otros empresarios, les propone la fundación de un holding para dominar todos los mercados y eliminar los competidores, acordando precios y estrategias de mercado conjuntas.

Los empresarios descubren que Quitt no respeta ninguno de los acuerdos y que les está conduciendo hacia la quiebra. Interpelado por ellos, se muestra impasible y se enorgullece de su propio talento.Para el director de escena, Quitt es, por lo tanto, una función de "rabiosa actualidad".

Asimismo, recuerda que este texto fue muy importante en su momento y se la considera "una obra bisagra en la que toma el camino hecho de compromiso con las palabras". Peter Handke tiene, a diferencia de Beckett, "muchas respiraciones", indica.

Eduard Fernández, que encarna a Quitt, recuerda que su personaje dice de sí mismo que es un depredador. "Quiere sacar provecho de sus propios sentimientos y representa el capitalismo más salvaje", dice asegurando que la obra es "difícil y no especialmente agradecida".

Lluís Pasqual afirma que en estos tiempos "la realidad supera a la ficción" y agrega que nos encontramos ante una III Guerra Mundial "que no está hecha con obuses sino con territorios de miseria y conflictividad".

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