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Cultura

Las sombras de Quirke, lo nuevo de Benjamin Black, se publicará en febrero de 2017

John Banville, este fin de semana en el Hay Festival Segovia.

John Banville es, al mismo tiempo, dos personas. Dos voces, dos autores. Nunca sabe quien lo mira cuál es uno o el otro. Pero basta con leer para salir de dudas. Dueño de una cabellera plateada y un perfil anguloso, el escritor  irlandés y Premio Princesa de Asturias de las Letras mantiene desde hace diez años una doble identidad literaria: es Banville, el novelista renovador y de prosa destilada, y es Benjamin Black, el alter ego con el que escribe novela negra y al que hasta los herederos de Raymond Chandler han pedido la resurrección del mítico Philip Marlowe. Se miran de reojo ambos: Banville y Black y sin embargo, son la cara y la cruz de un mismo autor. Para los amantes de Benjamin Black, tocan buenas noticias: en febrero de 2017 el sello Alfaguara publicará en castellano la más reciente entrega de la saga policíaca protagonizada por el forense Quirke, que trabaja en el Dublin de los años cincuenta. Se trata de Las sombras de Quirke. 

"Sólo puedo decirle una cosa: en esta ocasión, Quirke se enamora", deja caer Banville. Vestido con un traje gris (el sombrero, en la silla contigua), el irlandés responde algunas preguntas. Ha viajado a España este fin de semana para participar en el Hay Festival Segovia, capítulo español del encuentro cultural creado en Gales y que tiene distintas ediciones en todo el mundo. Y aunque quien conversa con el irlandés intenta rascar algo más, Banville se hace el interesante. Y sus motivos tiene. Este 2016,  Benjamin Black –lo que él llama su usurpación en el género noir- cumple diez años.  El secreto de Christine (2006) fue la primera novela de Black. A esa seguirían El otro nombre de Laura, En busca de april y Venganza, La rubia de ojos negros, novela en la que resucita –por encargo de los propios herederos de Raymond Chandler- al famoso detective privado Philip Marlowe y más recientemente Órdenes sagradas.

Minucioso y poseedor de un ácido y educado sentido del humor que gana en la conversación, en el tú a tú, Banville dice -todavía después de diez años-, que cada uno va por su lado. "Benjamin Black piensa que John Banville es un pretencioso que pasa demasiado tiempo trabajando con las frases pero John Banville piensa que Benjamin Black es muy superficial, que escribe demasiado rápido", dice. A lo largo de los últimos años, Banville ha insistido en una idea: el lenguaje, y dentro de este la frase, ha sido el gran invento del ser humano. Por eso Banville se afana tanto en buscar la prosa perfecta. No da un paso sin tener antes, muy medida, la palabra que ha de seguir a la que ya tiene. “Cuando escribo, lo hago en la oscuridad, en el sentido de que lo hago en medio de mucha confusión. Simplemente me centro en escribir frases y el resto se va desarrollando como vaya saliendo”. Y es justamente esa laboriosidad obsesiva la que le distancia de su alter ego noir: “Benjamin Black es el que se encarga de la trama, los personajes, los diálogos. John Banville se dedica a escribir frases y a hacerlas lo más perfectas posible y pienso que es un privilegio el poder dedicar mi vida a hacer esto”.

 

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