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Cultura

El coronavirus se ensaña con los músicos

No es lo mismo morir en agosto, el mes con menos noticias, que en mitad de una emergencia nacional. Los artistas que fallecen en momentos de baja actividad informativa reciben más espacio y atención que los que se marchan en mitad de un torbellino mediático. Por ejemplo: ¿cuántos melómanos se han enterado de la muerte del compositor polaco Kristof Penderecki? Quizá no les suene el nombre, pero estamos ante el músico que mejor supo traducir el sentimiento de terror al lenguaje musical. Suyas son las bandas sonoras de clásicos como El resplandor, El exorcista y Twin Peaks. Cualquier director que buscase garantizar una atmósfera turbia, intimidante y opresiva sabía que podía recurrir a él. Falleció en Cracovia (Polonia) el 29 de marzo a los 86 años de edad.

Talento precoz, llamó la atención mundial por su pieza Treno a las víctimas de Hiroshima (1960), compuesto para 52 instrumentos de cuerda. Cuando le preguntaban por sus objetivos musicales, respondía que “liberar a los sonidos de cualquier tradición”. Como suele ocurrir, terminó renegando de sus composiciones de los sensenta como “aberraciones de juventud”. Así lo explicaba: “Enseguida me di cuenta de que aquellas ocurrencias vanguardistas eran más destructivas que constructivas”. Su última etapa se basa en un romanticismo grandilocuente pero conmovedor. Otra de sus aportaciones consistió en renovar el lenguaje de la notación musical, con recursos visualmente poderosos. Su marcha merecía mucho más que obituarios apresurados y esquemáticos en la mitad de los periódicos importantes, durante unas semanas en que apenas nadie lee las secciones de cultura.

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Tres muertos en un día

Un momento especialmente trágico fue el 31 de mayo. Nos dejaron tres músicos destacables en solo veinticuatro horas. Fueron personas muy distintas, pero que compartían un enorme compromiso artístico: Víctor Nubla y Rafael Berrio. El primero se hizo un nombre en el underground barcelonés gracias a su proyecto Macromassa, iniciado a finales de los años setenta. Algunos consideran que el sencillo “Darlia microtrónica” fue la primera grabación independiente en la historia de la música española. Allí se entrelazaban las tradiciones del rock progresivo, los ritmos mecánicos y la experimentación sonora. Nubla, que falleció a los 63 años por las complicaciones de un hernia, publicó más de cien discos en sus diversos proyectos musicales. Fue miembro fundador de la Bel Canto Orchestra, que grabó piezas preciosas junto a Pascal Comelade, uno de los talentos más desconocidos e infravalorados de la música popular actual. Además, ejerció como el impulsor de la asociación Gracia Territorio Sonoro y del festival LEM, catalizadores de la música experimental en la capital catalana.

Berrio no llenaba salas pero conquistó el corazón de muchos creadores, enre ellos Mikel Erentxun y Jonás Trueba

Rafael Berrio fue un cantautor heterodoxo, tan aclamado por la prensa como ignorado por el público. Sus fans recuerdan como en su último concierto madrileño no convocó a más de veinte personas, “pero muchas de ellas terminaron llorando”. Su música era complicada de disfrutar, pero quienes le escuchaban reconocen a un letrista muy superior a la media, especializado en retratar frustraciones cotidianas de nuestra época. “Así que cambios a mansalva y decadencia/ Y eso es todo, eso es todo, en esencia; / Medio mundo se hunde y medio mundo boga/ Hacia dónde, no lo sé decir”, rezaba una de sus letras. No se puede describir mejor nuestro momento social. “Temo haber vivido mi vida como si fuera un simulacro / como si tuviera el don de vivir dos veces / de haber dejado en prenda el futuro / y de haber malgastado en borradores la presente”, apuntaba otra, reflejando sentimientos muy extendidos. Berrio no llenaba salas pero conquistó el corazón de muchos creadores, por ejemplo de Mikel Erentxun y de Jonás Trueba, que incluyó su música en La Reconquista (2016).

Más músicos nos dejaron estos días. El mismo día que se marchaban Berrio y Nubla, falleció Wallace Rooney, trompetista jazz de éxito global que tuvo como maestro a Miles Davis y al que siempre persiguió el debate de si era alumno o simple imitador. En todo caso, su lista de colaboraciones certifica su calidad, ya que ha trabajado con Herbie Hancock, Wayne Shorter, Ron Carter, Bill Evans y Chik Corea (aparte de con el propio Miles). También grabó con músicos españoles como Perico Sambeat, Javier Colina y Tete Montoliu. Los discos de Rooney son considerados una delicia para amantes del clasicismo jazz. Mientras repasaba este artículo, nos llega la noticia del fallecimiento de Ellis Marsalis, admirado pianista de Nueva Orleans, además de padre de nos nombres legendarios, Wynton y Branford. Fue admitido en el hospital con síntomas del virus y no volvió a salir. El alcalde de la ciudad le describió como "una leyenda, prototipo de lo que aquí llamamos jazz". Figura del be-bop, colaborador de Ornette Coleman y prestigioso profesor, representa una vida entregada al género que amaba. Otros dos de sus hijos, Jason y Delefayo, también se dedican al jazz.

Ilustres secundarios

El día anterior se había ido Allan Merryll, autor del himno “I love rock and roll”, que hizo famosa Joan Jett y que fue versionada recientemente por Britney Spears. La grabación que rompió fue la de Jett en 1982, que combinaba gancho pop con sonido punk clásico (no en vano dos Sex Pistols participaron en las sesiones). La pieza tuvo versiones cómicas como “I love sausage rolls”, que llegó al número uno en el Reino Unido las pasadas navidades. También fue usada hace unos años en un popular anuncio de Renault Scenic. Wallace sí falleció por coronavirus, aunque ofreció conciertos días antes de marcarse, pensando que tenía un simple resfriado. Desde Estados Unidos, el país más afectado por la pandemia, su hija insiste a sus compatriotas en la necesidad de quedarse en casa.

La muerte de Gabi Delgado nos recuerda que hace cuarenta años ya se manejaban los planteamientos que grupos 'cool' como Fuerza Nueva venden hoy como vanguardia pop

Tampoco tuvo demasiado eco la muerte de Gabi Delgado, fundador de los pioneros electrónicos alemanes DAF, conocidos por su himno “Der Mussolini”, que demuestra que hace cuarenta años ya se manejaban planteamientos que grupos 'cool' como Fuerza Nueva (mezcla de Los Planetas y El Niño de Elche) nos intentan vender hoy como vanguardia provocadora. El segundo disco del grupo, Die Kleinen und die Bösen, fue editado en 1980 por el influyente sello Mute, la discográfica que publicó los álbumes de Depeche Mode y Nick Cave. No se conocen las causas de la muerte del músico cordobés, que apenas actuó en España y que nos deja a los 51 años, músicalmente activo.

El primero de abril que caía por la Covid-19, otro músico no tan conocido, pero del que todo (o casi) recordaremos una pieza. Me refiero a Adam Schlesinger, fundador del grupo The Fountains of Wayne y autor de “That Thing You Do”, canción principal de la película The Wonders, uno de los proyectos en los que más cariño ha volcado Tom Hanks. El reto para componer esta joya era mayúsculo: entregar una melodía pegadiza que sonase a éxito de mediados de los sesenta, hasta el punto de que resultase creíble que pudiera haber competido comercialmente en tiempos de la Beatlemanía.

Más allá de aquel destello de genialidad, The Fountains of Wayne acompañaron la juventud de un para de generaciones de occidentales blancos con su pop-rock vitaminado, agridulce y regado con generosas dosis de ironía. Su intensa trayectoria incluye trabajos para cine, televisión y colaboraciones con estrellas como Willie Nelson, The Monkees y miembros de Smashing Pumpkins, Hanson y Cheap Trick. Por desgracia, la mayoría de obituarios olvidan que Schlesinger venía de otro grupo llamado Ivy, especialistas en canciones candorosas con estética “indie”. Sus discos rebosan estribillos ansiolíticos memorables, muy por encima de la decadencia actual del género. Descanse en paz y que esto pare pronto, por favor.

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