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Cultura

El Museo de Bellas Artes acoge la primera exposición dedicada a Goya en Bilbao

La exposición podrá visitarse desde el 14 de febrero hasta el 28 de mayo en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Casi un centenar de obras desembarcan en la orilla de la ría de Nervión con el objetivo de estudiar los años de Goya como pintor de corte. Es la primera exposición monográfica que se dedica al artista aragonés en la ciudad, asegura Miguel Zuzaga, el director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, una institución que a partir del 14 de febrero y hasta el 28 de mayo, acoge Goya y la corte ilustrada, una muestra itinerante que comenzó en CaixaForum Zaragoza y que Zugaza ha presentado este martes en la pinacoteca bilbaína junto a Miguel Falomir, director del Prado.

Organizada de manera conjunta por el Museo Nacional del Prado, la Fundación La Caixa y el Museo de Bellas Artes de Bilbao, esta exhibición traza un recorrido a través de la vida y la obra del pintor en sus años madrileños: desde su llegada la corte de Carlos III, en 1775, hasta su consolidación como pintor en el reinado de Carlos IV. A partir de 72 obras cedidas por el Museo del Prado de Madrid, la muestra reúne un total de 96 piezas. Desde las emblemáticas La gallina ciega, La vendimia o El pelele hasta material documental que se exhibe por primera vez al público, por ejemplo, las cartas con Martín Zapater, amigo de la infancia de Goya, y que sirve de hilo argumental sobre la permanente relación del pintor con Zaragoza. EN muchas de ellas, por cierto, el pintor firma como Paco Goya, un dato curioso y poco común. 

Además del núcleo de lienzos y cartones e Goya, la exposición se completa con obras de otros pintores relevantes del siglo XVIII –como Luis Paret, Mariano Maella, José del Castillo, Luis Meléndez, Antonio Carnicero o Lorenzo Tiepolo–. Por tratarse de la primera muestra dedicada a Goya en Bilbao, se añadió una sección especial sobre la extensión de la corte al País Vasco entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, a través de una galería que incluye 11 personajes vascos y navarros, entre ellos, los retratos del conde de Cabarrús o del marqués de San Adrián. Se incorporan además como novedad el lienzo Pantaleón Pérez de Nenín, recién restaurado, así como la presentación contextualizada de la Vista de Bermeo de Luis Paret, recientemente adquirida por el Museo de Bellas Artes de Bilbao.

La gallina ciega, De Goya.

Los vientos de cambio del XVIII

La llegada de Carlos III al trono en 1700 dio inicio en España al reinado de la casa Borbón, una dinastía procedente de Francia y heredera de la modernidad de Luis XIV. Ese episodio marcó un punto de inflexión en a creación del Estado moderno: un monarca ilustrado que gobernó junto a un gabinete de hombres con ideas modernas como Esquilache, Campomanes o Floridablanca. Bajo el influjo de Carlos III se desarrolló la industria y el comercio, y con ella la irrupción de una incipiente burguesía. Esos años marcaron el impulso a la cultura, tal y como atestiguan la creación de las academias de bellas artes, así como la invitación de artistas y arquitectos extranjeros.

Fue el tiempo en el que llegaron los retratistas franceses, Houasse, Ranc y Van Loo; los creadores de composiciones mitológicas procedentes de Italia, como Giaquinto y Tiepolo; y los arquitectos del nuevo palacio real, como Filippo Juvara y Giovanni Battista Sacchetti, y Francesco Sabatini a mediados del siglo. Llegaron también los pintores del Rococó, como Flipart, Amigoni y Paret, quienes dieron paso al neoclásico Anton Raphael Mengs. Ya en el decenio de 1770 tomaron el relevo los jóvenes artistas españoles, entre ellos Goya, quien se instaló en Madrid en 1775 para colaborar en los cartones para tapices con temas de caza para El Escorial.

La exposición refleja el cambio social que se gestó en el XVIII y que en esos años de Goya en la Corte cobran forma en sus pinturas

No fueron años sencillos para Goya -su cuñado Bayeau fue uno de esos motivos-. Sin embargo, el artista salió adelante con el apoyo del secretario de Estado, Floridablanca, así como de algunas figuras significativas: el infante Luis de Borbón o los duques de Osuna, así como de intelectuales como Jovellanos y Ceán Bermúdez. Diez años después de su llegada a Madrid, Goya fue nombrado, primero, pintor del rey (1786) y, más tarde, primer pintor de cámara (1799).

Dividida en seis secciones, la exposición refleja el cambio social que se gestó en el XVIII y que en esos años de Goya en la Corte cobran forma en sus pinturas. Los retratos oficiales de la época muestran cómo la burguesía ganó relevancia en el sistema de gobierno. A partir de muchas escenas y retratos es posible constatar la eclosión del concepto de refinamiento  y civilización: un deseo de elevación a través de los modales, las costumbres y los gustos. Se generalizaron las tertulias y veladas, las fiestas, bailes, teatros y paseos, actividades que hicieron que las mujeres comenzasen a poblar los espacios públicos, tal y como demuestran algunas representaciones de la época que se incluyen en esta muestra, por ejemplo el retrato que hace Goya de la reina María Luisa, en 1789.

Don Pantaleón Pérez de Nenin retratado por Goya en 1808, lienzo recién restaurado y cedido por la colección BBVA.

Capítulo Vasco

Comisariada por Manuela B. Mena, jefa de Conservación del Área de Pintura del siglo XVIII y Goya del Museo Nacional del Prado, así como por Gudrun Maurer, conservadora del mismo departamento, la exposición Goya y la corte ilustrada reúne una serie de retratos a personajes vascos y navarros cedidos por otras instituciones y que, cronológica y estilísticamente,  coinciden con la profundización y la búsqueda de expresiones nuevas que hace Goya de los personajes que retrata.

"Goya analizaba a sus personajes hasta el fondo de sus almas para demostrar, en esos años finales del Antiguo Régimen, que algo había cambiado y que ahora, como en Francia, con los retratos de Voltaire, Rousseau o Diderot, eran otras las miradas y las fisionomías de quienes ejercían el poder político y económico", asegura Manuela Mena. En su presentación en Bilbao de la muestra, Mena ha insistido en una idea que contradice algunas interpretaciones equivocadas acerca de los retratos de Goya. “Él no juzga a los personajes, los define. Presenta lo que ve”.

Algunos de los 11 retratos a personajes vascos y navarros coinciden con la profundización y la búsqueda de expresiones nuevas que hace Goya de los personajes que pinta

Algunos de los óleos dedicados a personajes vascos en esta muestra ponen de manifiesto la investigaciones que ejecuta Goya en su forma de mirar y definir un estilo. Por ejemplo, el retrato que dedica al conde Francisco Cabarrús, un noble nacido en Bayona e hijo de una importante familia de comerciantes, quien fundó el Banco de San Carlos. El lienzo, asegura Miguel Zugaza, está inspirado en el retrato que hizo Velázquez de Pablo de Valladolid en 1635, cuyos recursos Goya aplica en este lienzo.

Ya no se trata de proponer el retrato como la ejecución de una máscara impostada y carente de vida real, sino de captar con exactitud las facciones de sus personajes de la misma forma que a comienzos del siglo XIX lo haría Ingres, arrancándolos además de la frontalidad descarada y envolviéndolos en un manejo de la sombra que elimina esa separación vulgar de los personajes de su contexto. “EN esos retratos ya casi es Manet”, asegura Zugaza refiriéndose al óleo sobre lienzo que retrata a Pantaleón Pérez de Nenín (1808), un cuadro recién restaurado y cedido por la Colección BBVA para esta exposición.

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