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Cultura

Muere John le Carré, el espía que se convirtió en escritor

El escritor británico John le Carré. Gtres

Su verdadero nombre era David John Moore Cornwell, pero él prefirió llamarse John le Carré (1931-2020), el novelista británico que recuperó lo mejor de la tradición de Chesterton y ejerció un potente influjo gracias a su voz y su estilo. Agente secreto durante los años de la Guerra Fría y el más grande escritor del género de espionaje, el británico ha fallecido la noche del sábado a los 89 años en el Royal Hospital de Cornwall a causa de una neumonía.

Su novelística supuso, en opinión de algunos avezados lectores, una nueva forma de mirar en un mundo que ya no se repartía (sólo) en los buenos y malos ambos lados de una línea; sino de uno acaso más complejo, más humano, que se repartía –entonces- a ambos lados de un muro. El de Berlín. Dueño de un estilo inconfundible, Le Carré publicó más de 24 libros en 50 años. 

Sus primeros textos, una combinación de humor y el género policíaco, terminaron destilándose en un universo de espías, dobles agentes, topos, aristócratas y elegantes sujetos del Servicio Secreto Británico, que ahora aparecen retratados y descritos en Volar en círculos (Planeta). Hay quienes afirman que los agentes de la KGB amaban sus novelas; y razones no faltaban. Entre otras cosas porque se levantaban sobre el escarmiento de la experiencia vital de Carré. Suyo es el agente George Smiley, un espía desencantado que protagonizó sus primeras novelas y sirvió de alter ego para él. 

"Yo tenía 25 años cuando, en 1956, fui formalmente admitido en el MI5 como oficial subalterno. Si hubiese sido un poco más joven –me dijeron-, no me habrían aceptado. En 1960, solicité el traslado al MI6 o, como los llamaban mis disgustados jefes, esos mierdas del otro lado del parque. (…) Pero permitidme que reconozca, para concluir, una deuda de gratitud con el MI15 que jamás podré pagar suficientemente. La instrucción más rigurosa que he recibido como escritor no se la debo a un maestro, ni a un profesor de universidad, ni menos aún a una escuela de escritores. Me la proporcionaron los jefes de mayor nivel del cuartel general del MI5 en Curzon Street, en Mayfair, educados con los clásicos", contó en sus memorias, publicadas en España por Planeta.

Le Carré se hizo famoso a raíz de sus historias con el telón de acero y la guerra fría . Su segunda novela El espía que surgió del frío (1963),reconocida con el Premio Somerset Maugham y Premio Crime Writers Association Gold Dagger,fue descrita por Graham Greene como la mejor novela de espías que había leído jamás. Apenas cuatro años después de Llamada para un muerto, (1961), fue llevada al cine con James Mason como el protagonista implicado en la investigación del suicidio de un miembro del Foreign Office. Hay un gran número de obras de Le Carré adaptadas a la pantalla grande o chica. El Topo –que forma parte de su serie de novelas protagonizadas por el agente Smiley- inspiró la mítica serie de la BBC realizada por John Irving. Pero a esa se suman muchos otros títulos: El jardinero fiel o El sastre de Panamá.

Polémico –sus desavenencias con Salman Rushdie se dieron por resueltas hace apenas unos años-, John Le Carré no admite ningún tipo de premio literario ni títulos ni distinciones. A pesar de todo, algunas instituciones persisten en premiarle, como el Instituto Goethe, que le otorgó en 2011 la Medalla Goethe. A pesar de esta naturaleza espartana y áspera, el hombre que se expresa en estas páginas es capaz de dejar asomar en la discreción de estas páginas una capacidad de empatía para entender, muchos a veces, a quienes le tocó perseguir -en el caso de los rusos de los años del MI5- o también personajes algo más complejos, como su padre, a quien dedica unas durísimas páginas. 

En sus libros más recientes, entre ellos Un hombre decente (Planeta), el escritor empleó un tono escéptico de los últimos libros. Al menos en la ficción parecía cada vez más enojado, más enconado contra el mundo manejado por los financistas que todo lo atropellan, acaso por eso transmitía en ellos una ira contemporánea, ya fuese en las acciones terroríficas de los laboratorios (El jardinero fiel) o la actual situación de los inmigrantes en la Europa de nuestros días (El hombre más buscado) o la guerra, en Amigos absolutos. Este parece volver a ser el caso. 

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