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Cultura

Richard Ford: el escritor que nació en el pueblo de True detective y ganó una apuesta a Carver

Fotografía de archivo, tomada el 15/12/2015, del novelista estadounidense Richard Ford

El novelista estadounidense Richard Ford ha sido galardonado en Oviedo con el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2016, al que optaban veintiuna candidaturas procedentes de dieciséis nacionalidades, entre las que figuraban David Mamet y el autor portugués Antonio Lobo Antunes. Richard Ford (Jackson (el pueblo de True Detective), Misisipi, 1944) asume el relevo de los escritores noteamericanos en el Princesa de Asturias de las Letras luego de que este fuese concedido a Philip Roth, en 2012. "Estoy inmensamente agradecido y honrado al ganar el Premio Princesa de Asturias, además de un poco sorprendido. Tener lectores en España siempre ha sido un gran y generoso regalo para mí, que ha llegado a través de la lealtad y la persistencia de mi editorial desde hace mucho tiempo, Anagrama, con la que comparto este día feliz.  Los escritores escriben libros para los lectores; así que, cuando se reconoce a uno de nosotros, es un buen día, tanto para la escritura en su conjunto como para todos los lectores", aseguró el nortemaericano. 

Lo potente en Richard Ford es la supuración, la infección de fondo que empuja a sus novelas 

Richard Ford es ese tipo de autor con la capacidad para levantar una novela sólida y catedralicia; y lo hace con el discreto cemento de la prosa. Lo potente en él es la supuración, la infección de fondo. No sólo como autor, también como personaje, Richard Ford guarda un encanto raro, una cierta habilidad para convertir la duda y el recelo en material literario. Su carrera, dice él, ha sido un milagro. Publicó dos primeras novelas, ambas de éxito muy discreto.  Fue ahí cuando decidió  abandonar la ficción y trabajar como periodista deportivo para The New York Magazine Inside Sports. Pero un nuevo revés lo puso, otra vez, en la pista de la literatura. Cuando le echaron de la revista para la que trabajaba, retomó la escritura, pulsión de la que nació (la impresionante y magnífica) El periodista deportivo, novela que junto a Acción de gracias (Anagrama) y El Día de la Independencia-  integró la trilogía protagonizada por Frank Bascombe, el prometedor escritor metido a periodista deportivo y luego a agente inmobiliario, y que Richard Fod retomó hace poco en Francamente Frank (Anagrama).

Todos somos Bascombe 

Ese ha sido su mayor y más hermoso personaje, el que le ha permitido arrojar luces sobre una nación contradictoria. De Frank Bascombe provienen casi todos los personajes que pueblan la literatura de Ford.  El Estados Unidos de la posguerra se convirtió en el combustible de su interés. Y fue justamente en ese tejido cotidiano donde Ford se dedicó a crear héroes capaces de redimirse en esa vida confortable. Tipos comunes que aspiran a ser mejores, aunque nunca puedan conseguirlo.  “Lo que a mí me interesa es escribir claramente sobre cosas difíciles de comprender”, dijo Ford en una ocasión acerca de su propia escritura. Frank Bascombe es tam importante, que Ford le ha permitido envejecer (tiene sesenta y ocho años)  para demostrar su demolición y la que lo rodea. Él es un superviviente. Un héroe que se resiste a la soledad de Seven eleven en la que pueblan, fantasmagóricos, los personajes del siglo XX nortemaericano posterior a la Generación Perdida.

Frank Bascombe es tam importante, que Ford le ha permitido envejecer  para demostrar su demolición y la que lo rodea

La descripción de esa demolición es la que Ford ejecuta de forma brillante en Francamente Frank, de Richard Ford (Anagrama). Instalado en la zona residencial de Haddam, Nueva Jersey, Bascombe intenta recuperar la normalidad tras la devastación del huracán Sandy. Como en todos los libros protagonizados por él, el espíritu que Francamente Frank respeta la máxima literaria de la prosa de Richard Ford: “Si las cosas no resultan graciosas, no son realmente serias”. La desolación sembrada por el Sandy, que ha arrasado casas, zonas costeras e innumerables vidas, es probablemente el arranque más tremendo que se pueda imaginar para una narración. Y sin embargo, pronto queda correctamente diluido como telón de fondo para la aparición de cuatro historias que habrán de sostenerse con la acidez de la saga protagonizada por él.

Acostumbrado a  Frank Bascombe,  el lector de Ford está a su manera emparentado con ese hombre tan conmovedor como gris. “Un día Kristina, mi mujer, me dijo: "¿Por qué no escribes sobre alguien que es feliz?". Y me pregunté: ¿cómo demonios se hace eso? Yo tenía una concepción muy romántica de los personajes de las novelas. Eran siempre tipos conducidos por la angustia, sometidos a terribles torturas psíquicas, preocupaciones... Así que decidí cambiar mi visión del mundo. Lo primero que voy a hacer, pensé, es darle al personaje un trabajo que le guste. Y le di un trabajo de periodista deportivo. Luego pensé: una persona feliz es probablemente alguien que ha sido infeliz en el pasado y que intenta ser feliz. Y ésa es la manera en que llegué a Frank. Ésa es toda mi concepción de Frank Bascombe. Alguien que intenta hacerse un hombre mejor, un hombre más feliz”, comentó Ford sobre este personaje que le ha costado 4 libros, más 1.700 páginas y 27 años.

Ganar una apuesta a Carver 

Su séptima novela, Canadá, nació de una apuesta con Raymond Carver. Al menos Richard Ford no desmiente esa versión. “Allá por 1986,  cruzamos la frontera Carver y yo para cazar gansos salvajes. Nos encontrábamos en  la provincia de Saskatchewan, al Oeste de Canadá, y decidimos apostar a ver quién era capaz de integrar ese nombre en un relato”, explicó el novelista. Pasaron los años; y ganó Ford. Carver murió antes de poder realizarlo. El proceso de escritura de Canadá (Anagrama, 2013) , marcó un punto y aparte en su obra. El proceso de escritura fue "largo y diferente" de sus otros libros. Escribió las primeras veinte páginas en 1989 y durante veinte años fue guardando en un sobre notas inconexas: "Sólo cuando las revisé vi el arco de una posible historia que se podía escribir, aunque caótica y referida a diferentes momentos de mi vida", dijo.

La importancia de Canadá dentro de la obra de Richard Ford radica en el hecho de que en sus páginas queda demostrado el enorme novelista que es

La importancia de Canadá dentro de la obra de Richard Ford radica en el hecho de que en sus páginas queda demostrado el enorme novelista que es. En sus páginas, las cosas cambian, no de método pero sí de perspectiva. No se trata de un hombre que envejece –como es el caso de Bascombe- sino de un niño  que intenta crecer a la vez que procura no quebrarse en medio de la catástrofe. Y es justo ahí donde reside la grandeza de una novela en la que Ford insiste en redimir a sus personajes, abriéndoles una puerta para la propia búsqueda. Se trata de una historia intensa, que comienza a quemarropa: “Primero contaré lo del atraco que cometieron nuestros padres...”.

Es un hombre sencillo, nacido en Jackson, el pueblo en el Nick Pizzolatto ambientó la historia de los detectives Martin Hart y Rustin "Rust" Cohle. Richard Ford ha vivido en doce casas; es disléxico; hasta los 18 años no había leído prácticamente nada y lleva, con cierto humor, que le llamen un “escritor lento”.  Se considera a sí mismo un patriota, aunque eso no le exime de retratar a la sociedad americana desde sus propias grietas. Incluso: desde más allá, fuera de sus fronteras.

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