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Cultura

Kirmen Uribe: "Los exilados vascos sintieron un peso que los hizo volver"

El escritor KIrmen Uribe.

Esta historia daba vueltas en su cabeza cuando publicó Bilbao Nueva York Bilbao (Seix Barral), la novela que lo hizo merecedor del Premio Nacional de Narrativa en 2008 y con la que el escritor Kirmen Uribe (Ondarroa, Vizcaya, 1970) comenzó pisando fuerte su carrera narrativa. Ha pasado el tiempo, en total siete años. En ese tramo, Uribe escribió Todo lo que mueve el mundo -publicada por el mismo sello y traducida, como las otras, del euskera- y ahora ésta, La hora de despertarnos juntos, una ficción donde el autor elabora su obra más ambiciosa sobre el exilio vasco tras la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial.

En esta novela, Kirmen Uribe elabora su obra más ambiciosa sobre el exilio vasco tras la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial

Todo cuanto ocurre en estas páginas lo vive el lector a través de la historia de Karmele Urresti, una mujer a la que la Guerra Civil sorprende en su Ondarroa natal. Un ser del que sospecharíamos inverosimilitud de no ser porque existió. Mientras la población huye al exilio, Karmele decide quedarse curando a los heridos y tratando de liberar a su padre, que ha sido encarcelado. Hasta ahí, habría material para una novela vasca sobre la guerra civil. Pero esta historia se propone ir mucho más allá. Si algo saber hacer Kirmen Uribe es narrar los primeros planos de las historias en las que muchas familias y personas se han dejado la vida. Y eso lo que hace aquí.

Al final de la contienda, Karmele debe partir hacia Francia, donde comienza a trabajar en la embajada cultural vasca. Allí conoce al que será su marido, el músico Txomin Letamendi. Juntos recorren media Europa hasta que, a punto de caer París en manos de los alemanes, huyen a Venezuela. Un hecho cambiará la vida de todos: Txomin comienza a trabajar para los servicios secretos vascos. En plena Segunda Guerra Mundial vuelven a Europa: Txomin se dedica a labores de espionaje contra los nazis. Cae preso en Barcelona y ahí comienza el declive. Karmele tendrá que arriesgarse y partir, sola esta vez, con la esperanza ciega de quien da brazadas con una idea fija: volver al lugar del que parte.

Dos temas sujetan con fuerza todo cuanto Kirmen Uribe ha escrito: la memoria y la familia.

Dos temas sujetan con fuerza todo cuanto Kirmen Uribe ha escrito: la memoria y la familia. Tras el éxito de Bilbao-Nueva York-Bilbao, narró también una historia de exilio: la de los miles de niños vascos que partieron del puerto de Bilbao tras el bombardeo de Guernika y que se dirigían rumbo a miles de hogares de acogida repartidos por todo el mundo. ¿Quiénes eran realmente familia: quienes alumbraban o quienes acogían? En esta ocasión, la idea de pertenencia se complejiza, apela a una estructura mayor para la que Kirmen Uribe se muestra más que solvente para acometer el tamaño de la empresa que se ha propuesto: el gran tapiz del País Vasco. Justamente sobre ese tema habla en esta entrevista.

-Memoria y familia son comunes en sus tres novelas. En este caso, una familia que no puede existir como tal ¿Por qué insiste en esos pilares?

-La familia es memoria. La historia vasca me la han contado en casa. Mi abuela y mi madre, principalmente. Mi abuela era un perdedora de la Guerra Civil y aunque no podía contarla fuera, me la contaba en casa. Ese nexo entre memoria y familia ha estado presente siempre en mis libros. En Bilbao New York Bilbao estaba visto desde el rol masculino con el abuelo, el padre y el hijo. En Todo lo que mueve el mundo planteo la pregunta sobre cuáles son realmente los padres, los biológicos o los que te acogen y, en este caso, se trata de una familia que no es tal, que casi nunca estuvo junta.

"La historia vasca me la han contado en casa. Mi abuela era un perdedora de la Guerra Civil y aunque no podía contar su historia fuera, me la contaba en casa"

-El centro de gravedad de esta familia es una mujer que, de no haber existido, habríamos dicho que era inverosímil: Karmele. De ella parte todo.

-Esta mujer es independiente. Es enfermera. Fue madre soltera. Huye a Venezuela, vuelve, tiene más hijos y cuando muere su marido parte a un segundo exilio, de tipo más económico que político. Ella sostiene una familia que nunca consiguió estar junta. Luego está la propia familia de Karmele, la de sus padres, que también está rota por el exilio. Todo en ella se atomiza.

-En esta novela, sus protagonistas no paran de perder cosas: afectos, familias, ideas, líderes…

-Hay pérdida pero también esperanza y humor. El inicio de la novela es un momento de esperanza: el cuadro, la fiesta, los músicos, París. Es cierto que viven en el exilio, pero están felices y esperanzados. Incluso en el exilio en Venezuela hay alguna esperanza.

"Ellos sabían que ese exilio tenía billete de vuelta. Hablan con mucho cariño de Venezuela, pero sabían que debían volver"

-Los vascos de la resistencia antifranquista que usted describe atraviesan un largo desierto. Los guía una especie de dogma sobre la certeza de la vuelta a casa.

-En el caso de Venezuela es muy bonito cómo lo cuentan, ellos aseguran que sentían un gran peso encima que no les dejaba ser enteramente venezolanos. Un peso que los hizo regresar. Estaban con la causa vasca y contra Franco, por supuesto, pero esa misión, ese dogma que dices tú, también era un peso que no les dejaba ser enteramente felices en su vida en Caracas, que los hacía querer regresar.  

-¿Por qué?

-Porque ellos sabían que ese exilio tenía billete de vuelta. Hablan con mucho cariño de Venezuela, pero sabían que debían volver. Hay que pensar en la España de ese tiempo: el peso de la iglesia, el hambre, la represión. El peso de la iglesia como institución vinculada al franquismo. De vivir ese control y esa culpa, van a Caracas, y se encuentran una sociedad mucho más abierta. Sin embargo, algo dentro de ellos les decía que aquella distancia tenía fecha de caducidad.

"En esta novela quise contar la historia del País Vasco. Eso me lleva también a contar los inicios de ETA"

-¿Por qué no llega más allá con la segunda generación de esta familia, la del hijo de Karmele, que coquetea con ETA?

-En esta novela quise contar la historia del País Vasco. Eso me lleva también a contar los inicios de ETA, a la que corresponde el tiempo de una generación que mira hacia otro lado. Me interesaba contar ese cambio de la generación de José Antonio Agirre, de Manu Sota, y también de Karmele y Txomín, una generación tan abierta al mundo, cosmopolita, con tantas conexiones a esta otra... Pero no quería contar todo el proceso hasta el presente, aunque sí plantear ese cambio, cuyo avance creo que se vislumbra.

-¿Se sintió interpelado políticamente mientras escribía esta novela?

-Por quién, ¿por mí o por alguien más?

-Ambas cosas.

- De haber acabado la novela en 1950, no habría dejado de tener fuerza, pero habría sido una novela incompleta. Me interesaba contar el largo franquismo, el exilio, la derrota del sueño. Algo me decía que no podía parar hasta la muerte de Franco, al menos. Ha sido algo más intuitivo que intencional.

-Esta novela coincide con Patria, de Fernando Aramburu. Y aunque su novela y ésa pueden hablar y relevarse en los hechos que narran, ¿sabe que podrían interpelar la suya por edulcorar o eludir meterse en harina con ETA?

-Esta es una novela muy áspera. Todo lo que le ocurre a Karmele es muy duro. También en la parte de los setenta se ve cómo acabará todo eso. Lo que intento es ir a la génesis de todo cuanto ha pasado. Desde dónde surge o cuándo surge todo esto.

"Eso es lo que he querido narrar: los antecedentes, lo que ocurrió antes. Creo que mi novela y la de Aramburu son complementarias"

-¿Dónde empieza o, todavía más: dónde acaba esa línea realmente?

-Eso es lo que he querido narrar: los antecedentes, lo que ocurrió antes. Creo que mi novela y la de Aramburu son complementarias, y que podrían leerse juntas. Yo no descarto la posibilidad de hablar de esos años duros que siguen a la trama de esta historia, pero en aquel momento me apetecía más contar la historia de una familia durante muchos años.

-¿Se podría leer Bilbao Nueva York Bilbao; Todo lo que mueve el mundo y esta novela como una trilogía?

-Sí, puede ser una trilogía de la memoria y de la familia. También me lo he planteado, no de manera consciente. Cuando comencé con Bilbao Nueva York Bilbao, pero ahora, con este recorrido sí me parece que forman parte de un ciclo en mi literatura. La pregunta es si seguiré por este camino o exploraré otra narrativa distinta, no radicada en El País Vasco.

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