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Cultura

Emilio Lara narra la historia del hombre que creo el reloj de la Puerta del Sol

Emilirio Lara escribió la historia de J. R Losada, el inventor del reloj de la Puerta del Sol.

Habría cierta tragedia en esta historia, de no ser porque su protagonista procura una redención: la suya y la del país donde nació. Se trata del militar, relojero y escritor leonés José Rodríguez Losada, el hombre que ideó, construyó y donó al Ayuntamiento de Madrid el Reloj de Gobernación que preside la Puerta del Sol desde 1866, alguien que devolvió a su tierra el tiempo que esta le negó. Esa es la historia que cuenta El relojero de la puerta del Sol (Edhasa),  la segunda novela del historiador y escritor Emilio Lara (Jaén, 1968), quien gracias a este libro ha sido reconocido hace apenas unos días con el Premio de la Crítica de Andalucía.

El pasado: ese es el tema sobre el que conversa Emilio Lara en esta entrevista. Lo hace a pocos pasos de la estatua de Isabel II, en Madrid. Toda una evocación del XIX, el gran interés de este novelista y que cobra en José Rodríguez de Losada una metáfora perfecta: alguien que se vio obligado a abandonar su hogar siendo apenas un niño y que por razones políticas tuvo que exiliarse de la España absolutista de Fernando VII. Las circunstancias lo llevaron hasta Londres, una ciudad en la que vislumbró un futuro más esperanzador.

Esta novela narra la historia del militar, relojero y escritor que ideó, construyó y donó al Ayuntamiento de Madrid el reloj de la Puerta del Sol

Losada se abrió paso como relojero, al mismo tiempo que actuaba como un humanista: alguien capaz de pergeñar artefactos y objetos modernos, a la vez que entablaba relación con los intelectuales y creadores de su tiempo. Su encargo más importante y urgente fue el Big Ben, el reloj más famoso del mundo. Sin embargo, una idea aun mayor lo perseguía: España. Losada quería construir un reloj -acaso un tiempo más propicio y moderno- para el país del que había salido, a la fuerza.

Esta historia, la de Losada, sorprendió a Emilio Lara mientras abordaba un proyecto que debía seguir a su primera novela La cofradía de la Armada Invencible (Edhasa, 2016). Dejó lo que estaba haciendo y se dedicó a reconstruir los pasos de este personaje que reúne en su biografía los conflictos del XIX español, ese siglo aún por explotar -dice Lara- y para el que él ha conseguido la mejor de las herramientas posibles: la novela histórica. 

Losada quería construir un reloj -acaso un tiempo más propicio y moderno- para el país del que había salido, a la fuerza...

Este personaje es un antagonista con respecto a la España de su tiempo.

Rodríguez Losada es un liberal, un hombre que encuentra su tiempo en Londres. Esa fue la habilidad de Losada saber buscar su tiempo y su momento.

De no ser un personaje real, si lo hubiese diseñado como una alegoría, no le habría tan redondo.

Absolutamente  -Emilio Lara ríe, porque la ironía de su novela viene servida en bandeja de plata-. El verdadero antagonista de Rodríguez Losada es el destino, la adversidad. A pesar de todo lo que debe enfrentar, Losada consigue su tiempo como liberal en Londres. Cuando llega allí es cuando el reloj de su vida comienza a funcionar. Su llegada a Inglaterra marca el inicio de su tiempo intelectual y vital. Porque ésta, en el fondo, es una novela de segundas oportunidades: en el amor, en lo profesional, en la amistad.

"El verdadero antagonista de Rodríguez Losada es el destino, la adversidad"

Incluso políticamente, porque el relojero le da a España el progreso ésta que no tiene. Lo hace a pesar de que España haya sido tan dura con él. 

Él es un exilado y lejos de guardar animadversión, siente gratitud. Lo demuestra en dos ocasiones. La primera, en su relojería en Inglaterra, donde funda una tertulia del español. En ella se reúnen personas de izquierda, de derechas y de centro. Él es capaz de conciliar a todos esos españoles y reunirlos en una primera idea de lo que él tenía en mente que debía de ser España. Obviamente esa es una idea que él aprende en una Inglaterra donde funciona la monarquía parlamentaria, donde la diferencia de opiniones se siente de otra forma. La segunda vez que demuestra esa gratitud ocurre cuando viaja a España y decide hacer su regalo vital: el reloj de la Puerta del Sol. 

Considerando que en el XIX residen los conflictos de la España del siglo XX, ¿tiene usted una vocación de aportar relato a esa España decimonónica?

Sí, pero lo hago sin ninguna intención de ajuste de cuentas. Somos hijos del siglo XX y nietos del XIX. La concepción moderna del mundo nació en el XIX. Todavía, por ejemplo, en la España rural pueden percibirse usos y costumbres del XIX. Lo que pasa es que España en los últimos 30 años ha pegado un acelerón espectacular y muy pocas de esas cosas se ven todavía. Por eso,  lo que quería era rescatar con este libro era justo eso: el enorme interés  que todavía tiene ese siglo.

"Soy deudor de la literatura histórica anglosajona, desde Robert Graves hasta Hillary Mantel. Es otra forma de escribir la novela histórica"

Para ello apela a una estructura muy anglosajona

Soy deudor de la literatura histórica anglosajona, desde Robert Graves hasta Hillary Mantel. Es otra forma de escribir la novela histórica. Quise honrar esa estructura para conseguir que el lector actual tuviera la posibilidad de tener una lectura evocadora que le permitiese sentir que eso que lee está ocurriendo.

¿Por qué en España la novela histórica permaneció apartada tanto tiempo durante el siglo XX?

En España existía un apriorismo negativo entre los editores, según el cual la novela histórica no vende. Se pensaba que Galdós, con sus Episodios Nacionales, lo había totalizado todo y de que cualquier novela histórica remitiría a algo como Jane Austen, una novela de época o romántica... 

"Hasta hace unos años no se escribían libros de ese tipo, porque los editores consideraban que no tenía lectores, que no vendían"

Pero es una intuición errónea.

Es más bien un pensamiento circular: hasta hace unos años no se escribían libros de ese tipo, porque los editores consideraban que no tenía lectores, que no vendían. Ocurría algo parecido con el siglo XVIII. Era un siglo virginal hasta que Pérez Reverte escribe Hombre buenos, para mí una de sus mejores novelas. El XVIII era un siglo tan interesante como cualquier otro, pero nadie se había atrevido a abordarlo y eso ocurrió también con el XIX. Por eso yo quería escribir una novela sobre el XIX al estilo de lo que le hace en Inglaterra y EEUU. 

¿Por qué la relación de España con el XIX está tan rota, aún y a pesar de que instituciones fundamentales del Estado se crean en ese momento?

España tuvo un siglo XIX tan acelerado, apasionado y desafortunado como cualquier otro país europeo. Comparemos la historia del XIX de España con la de Francia, Alemania, Italia, Grecia, la de los Países Bajos, con la de Rusia... Solamente Gran Bretaña como Monarquía parlamentaria muy asentada tuvo una evolución lineal. No tuvo revoluciones, sino reformas políticas. España salió de la Guerra de Independencia, tuvo tres guerras civiles carlistas durísimas. Eso hizo que el asentamiento del régimen liberal fuese muy dificultoso. El reinado de Isabel II, que tuvo muchas sombras, también tuvo muchas luces, con 25 años de un progreso impresionante, en buena medida porque veníamos de la España absolutista de Fernando VII. 

"España tuvo un siglo XIX tan acelerado, apasionado y desafortunado como cualquier otro país europeo"

Vaya, Fernando VII...

Hizo dos cosas buenas: el Teatro Real y el Museo Del Prado. so hay reconocérselo. Pero él fue el culpable del retraso modernizador de España con respecto a otros países. 

Losada, el relojero... ¿Este personaje se atravesó en medio de otro proyecto que estaba usted preparando? ¿Se le impuso?

Estas historias no las buscas, te llegan. Y esta historia me llegó justo mientras estaba trabajando en otro libro. Un compañero del departamento de Historia del Instituto me contó la historia de Rodríguez Losada y me quedé enamorado. Fue un flechazo. Comencé a investigar y me di cuenta de que había una historia apasionante, un novelón y que quería escribirlo yo. Fue una iluminación. Estuve seis meses documentándome y otras seis o siete meses de escritura. Ahora he retomado el proyecto que dejé a medias cuando conseguí la historia del relojero. 

"Comencé a investigar y me di cuenta de que había una historia apasionante, un novelón y que quería escribirlo yo"

¿De qué forma su impronta como historiador propicia la escritura o, al contrario,  de qué forma la impide?

Hay días en los que me siento un profesor que escribe y en otras un escritor que da clase. He tenido la enorme suerte de poder desarrollar ambas vocaciones. En ese sentido puedo decir que soy lo que siempre he querido ser. Yo no escribo novela histórica con un sentido didáctico, lo hago porque me gusta. Entiendo la novela histórica como una narración ambientada en el pasado. Me encuentro muy cómodo viviendo en el pasado. Cuando escribo novela histórica estoy en un pasado que me hubiera gustado vivir o conocer. Mary Beard dice que la historia nos sirve para dialogar con el pasado y eso es lo que permite la novela histórica. 

"Mary Beard dice que la historia nos sirve para dialogar con el pasado y eso es lo que permite la novela histórica"

¿Quiénes son los autores que en ese registro resumen o le aportan elementos?

Varios. Robert Graves. No se ha vuelto a escribir nada como Yo Claudio. También Cervantes en el Quijote 

¿Por qué la precisión?

Porque es sublime y espectacular en el Quijote, mucho más que en las Novelas ejemplares, ni qué decir de Los trabajos de Persiles y Sigismunda, que me parece infinitamente menor.

¿De los escritores actuales, en novela histórica?

Tengo dos, que me parecen los escritores fundacionales de la narrativa histórica española. Juan Eslava Galán y Arturo Pérez-Reverte. 

Un detalle de la portada de la novela de Emilio Lara.

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