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Cultura

'Lluvia constante' en los Teatros Canal: un drama en el que nadie es el poli bueno

Una imagen del montaje de UNa lluvia constante, en los teatros Canal.

Una amistad de 35 años se hace añicos en apenas unos días –en los que no para de llover-. Atrapados en una garúa constante, Rodo y Dani, dos policías, dos estrechos y cercanos compañeros, verán desmoronarse todo cuanto parecía sólido. Dani, de carácter irascible y violento, padre de familia y esposo capaz de hacer cualquier cosa por los suyos; Rodo, un hombre solitario, alcohólico y gris que ansía para sí aquello que su amigo posee. ¿Poli bueno y poli malo? Imposible saberlo. Será cada uno de ellos quien cuente su versión ante el público en el escenario de los Teatros Canal hasta el 26 de octubre.

Se trata de Lluvia constante, una obra del nortemaericano Keith Huff, productor y guionista de Mad Men y House of Cards, que desde su estreno en Broadway en 2010 –con Hugh Jackman y Daniel Craig- no ha parado de ser representada en todo el mundo y que el joven director español David Serrano ha decidido llevar a escena con los actores Roberto Álamo y Sergio Peris-Mencheta. Una semana después de su estreno, llueven los aplausos de la crítica, que se ha referido a este como uno de los mejores montajes del comienzo de la temporada. Y puede, en efecto, que así sea. Toda en ella es tensión, vida intravenosa, furiosa como un torrente.

“Cuando leí por primera vez Lluvia constante sentí lo mismo que quienes leyeron por primera vez Un tranvía llamado deseo"

“Cuando leí por primera vez Lluvia constante sentí lo que debieron sentir quienes leyeron por primera vez Un tranvía llamado deseo o La muerte de un viajante. Keith Huff ha escrito una obra monumental que ha sido representada ya en medio mundo y que nosotros tenemos la fortuna de montar por primera vez en España”, asegura el joven guionista, director y realizador conocido por el montaje del musical Más de cien mentiras, y que dirige de nuevo tras La venus de las pieles. Acierta Serrano al hablar de esta como una obra imponente. El Dani escrito por Huff -e interpretado de forma total, casi aeróbica, por Álamo- tiene algo de entrañabe y primitivo, tan brutal como expansivo, a la manera del Stanley Kowalski de Un tranvía llamado deseo.

Cuáles son y qué ocurre en tan pocos días como para que una amistad tan fuerte se tambalee. Ese es el motor que empuja este drama en el que se tocan temas universales como la amistad, la familia, la lealtad. Una historia bien pensada, sujeta con la potencia que generan las ideas fuerza sobre las que se sostienen las tragedias. Y puede que justamente ahí esté uno de sus principales atractivos. La obra comparte el realismo norteamericano -siempre rudo, metalico- de novelistas como Cormac McCarthy y Denis Johnson, e incluso un cierto estilo Nic Pizzolatto, el guionista de True detective, una de las series más exitosas de HBO y que ha marcado una impronta en la forma reciente de construir un relato.

“Sí, la historia puede ser un poco True detective, aunque la obra es bastante anterior a la serie.Claro, es un clásico: dos amigos policías. La diferencia a favor de Lluvia constante es que aporta más matices. No hay un bueno y un malo, ambos personajes tienen tienen zonas muy oscuras”, asegura Serrano a Vozpópuli.

“Sí, la historia puede ser un poco True detective, aunque no hay un bueno y un malo"

Con los recursos mínimos, el montaje consigue la efectividad de aquello que se sostiene porque está pensado con firmeza y lucidez desde el comienzo. A la manera de un edificio en el que nada es accesorio, en Lluvia constante todo tiene una función, un por qué. Un acontecimiento lleva a otro, cual espinoso rosario de cuentas que nos estallan entre las manos mientras completamos una tensa y cada vez más ruidosa oración. ¿Quién es el justo? ¿Quién el violento? ¿Quién es en verdad el héroe de esta historia? Ninguno. Ahí la pulpa.

Con respecto al guion original de Huff, el director español ha hecho algunos ajustes: no está ambientada en Chicago -como la de Huff-; se han eliminado algunos rasgos asociados a los personajes –el racismo original de Dani, por ejemplo- y se ha buscado potenciar el efecto escénico de los monólogos que interpretan. “Lo hemos tratado como un juicio, donde cada cual sale a dar su versión al jurado. Es el público quien ha de decidir. Esos monólogos son casi confesiones”.

El título de la obra la envuelve y la explica, empapa una idea extraña de redención. El episodio que precipitará todo ocurre justo una noche a partir de la cual no deja de llover, una noche que será muchas y que se vale de imágenes cargadas de una violencia que hiere acaso porque se intuye. “El agua no cesa hasta que no se acaban sus problemas. La lluvia viene a limpiar, reordena la situación entre ellos. Es muy teatral. Este montaje además, es como una película pero contada con elementos escénicos. Tenemos dos actores en estado de gracia”, dice Serrano en alusión a Sergio Peris-Mencheta, que interpreta a Rodo, y Roberto Álamo, que caracteriza a Dani.

Y quien sale de la función puede pensar, entonces, que la vida es inevitable como el agua que cae del cielo, que arrastra y se lleva consigo todo cuanto encuentra a su paso: lo bueno y lo malo. Hay algo físico en este montaje: atrae a la vez que repele; conmueve al mismo tiempo que interpela. ¿Podemos sentir empatía por el rudo Dani? ¿Somos realmente capaces de entender a Rodo? Y ahí está el nudo: somos incapaces de tomar partido, porque ambos personajes son el anverso y reverso de una misma moneda.

La interpretación es soberbia en su conjunto y por separado. Álamo da vida a un personaje expansivo, que se lleva todo a su paso, pero que se hace más claro, más contrastado, más humano, gracias al contrapeso que consigue Sergio Peris-Mencheta al encarnar a Rodo, una especie de conciencia mermada, de atrofiado oponente. La explosión de uno contra la lenta consumición del otro. El efecto es iluminador.

Considerada por el propio Serrano como el primer drama que lleva a escena, Lluvia constante echa mano, en contadas ocasiones, de un punto de humor que, en lugar de descargar como las tormentas, acrecienta la tensión que encarnan ambos protagonistas. Es, sin duda, una pieza de relojería. Un artefacto siempre a punto de estallar.

Sobre el teatro actual en España

Especialmente curioso ha sido el aplauso unánime que ha recibido Lluvia constante a pesar de sus escasos días en cartelera. Y quizá sea justamente esa singularidad la que permite plantear a David Serrano la pregunta sobre cómo ha afectado la crisis y los recortes no a la taquilla, sino a la forma de hacer teatro. “Entiendo a lo que se refiere –asegura, al teléfono, Serrano-. Los monólogos no están de moda, lo que ocurre es que lo único que se pueden hacer son monólogos”.

"Los monólogos no están de moda, lo que ocurre es que lo único que se pueden hacer son monólogos”

“La crisis no afecta a la calidad de las obras sino como vive la gente del teatro. Resulta imposible hacer un montaje con seis o siete personajes, lo que significa que la escenografía es más pequeña, hay menos trajes… Así también se ven perjudicados los carpinteros, costureras, iluminadores, escenógrafos. No puede ser que España pague el IVA más alto de Europa. Están llevando al paro a miles de personas. Este año, por ejemplo, quebró Drive Entertainment , la productora de Hoy no me puedo levantar. Eso significa que más de 250 personas se van al paro, porque el IVA del 21% no permite que siga funcionando. Ganar un sueldo digno con un IVA del 21% es imposible”, asegura.

Nacido en el año 1975 –curioso, el mismo año en el que nacieron figuras como Juan Diego Botto o el mismo Sergio Peris-Mencheta-, David Serrano forma parte de una nueva generación de directores y realizadores a caballo entre el cine, la televisión y el teatro. Serrano, por ejemplo, ha dirigido los largometrajes Días de cine (2007), Días de fútbol (2003) y Una hora más en Canarias (2010).

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