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Cultura

Barea: "Yo vengo de una generación de cargar y descargar furgonetas de compañías de teatro”

Ramón Barea, Premio Nacional de Teatro 2013.

Ramón Barea (Bilbao, 1949), ha sido galardonado este martes con el Premio Nacional de Teatro 2013, que otorga el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, por ser "un hombre de teatro integral", actor, director, dramaturgo y productor.

"Me he llevado una alegría muy grande, porque en esta profesión y tal y como ha sido mi trayectoria, que he sido una hormiguita desde los veintitantos años, he tenido siempre la sensación de que era transparente; en realidad –dijo el dramaturgo en declaraciones a la Agencia Efe-, eso es lo peor que le puede pasar a un actor, aunque luego te elogien y esto".

Fundamentalmente actor pero también director, dramaturgo y productor, así como director de cine y actor en más de medio centenar de películas, comenzó a trabajar en los años setenta formando parte de los grupos de teatro independiente profesional del País Vasco, Cómicos de la Legua y Karraka, de los que fue fundador con solo 20 años.

"Yo vengo de una generación de cargar y descargar furgonetas de compañías de teatro; a mí, estas cosas que ahora se buscan más, como ser un rostro rápidamente televisivo, el triunfo fácil, es que no se hacerlo; yo vengo de otra dimensión y nunca me ha importado pasar de un protagonista a un secundario o a escribir", dijo refiriéndose a su propia trayectoria.

Barea, que también tiene el Premio Ercilla de Teatro 2013 al mejor director y el de la Unión de Actores del País Vasco, empezó entonces a escribir teatro y a ejercer la dirección. Ha trabajado en obras como Luces de bohemia, Morir cuerdo, vivir loco, El chico de la última fila o Cartas de amor a Stalin y en más de medio centenar de películas.

En cuanto a los espectáculos escritos y dirigidos por él, se encuentran Bilbao, Bilbao, Palabrarismos, Alias Molier, Okupado o Euskadi, Euskadi. Como director, sus últimos trabajos han sido El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, basado en el ensayo del neurólogo Oliver Sacks, y El hombre de los dados, de Luke Rinhard, de los que ha hecho igualmente la dramaturgia.

"He convivido con el fracaso, y con el éxito, y todo es pasajero", reflexiona este bilbaíno de gran sentido del humor, que reconoce con alegría el "empujón a la autoestima profesional y personal". "Ahora que de repente te hacen un guiño y te dan un premio tan importante piensas por qué y te das cuenta de que en realidad no has parado. Parece que los premios van al caballo ganador, y yo me siento corredor de fondo; sorprende que se fijen en el que está aguantando, en el que no ha parado. Está bien que se premien estas cosas", dijo.

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