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Cultura

Sobre Rosa Ribas, las detectives que no cumplen expectativas y un puñado de lápices en un bastidor

Rosa Ribas, en una foto de archivo.

Con ésta, ya va la cuarta novela de la saga. La escritora barcelonesa Rosa Ribas publica esta primavera Si no, lo matamos, la más reciente entrega de su inspectora hispanoalemana Cornelia Weber-Tejedor, una mujer que igual resuelve un enrevesado caso como se escapa a casa rápido para ver Los Simpsons. Lo de los tópicos no van con ella. Se trata de un personaje a su manera entrañable, una mujer libre, que ha acompañado toda la travesía policíaca de Ribas, autora que vive en Alemania desde 1991.

"Cornelia no es una de estas policías de estas nórdicas que siempre están deprimidas y bebiendo en soledad"

En esta ocasión, una serie de secuestros permitirán a Ribas echar atrás en la historia de la detective y esclarecer su origen humilde."Cornelia no es una de estas policías de estas nórdicas que siempre están deprimidas y bebiendo en soledad. Quería un personaje con luces y sombras, con aristas. No deja de estar en un mundo muy masculino, así que muchas veces tiene que ponerlos firmes, porque no le tienen respeto", explica Rosa Ribas. "Sin embargo, corre a su casa para ver los Simpsons, baila cuando se suena la radio. Es muy familiar y muy tierna, siempre se preocupa por sus padres, que se están haciendo mayores. Claro que vive cosas terribles que la agobian muchísimo pero eso no le impide tener amigos ni salir a cenas. Es un personaje más próximo, podría ser una amiga mía”.

Y vaya que sí. Llevan juntas casi diez años, el primer caso –incluido en el libro Entre dos aguas- lo publicó en 2006. Por aquel entonces Rosa Ribas vivía en Alemania desde hacía 15 años. “En el fondo, el gran tema de Cordelia es la identidad, un tema que en el fondo es mío. Solo estaba prevista esa novela, pero continué. La siguiente, Con anuncio, es una novela de transición, donde comienzo a decantarme por ese género”.  En Si no, lo matamos (Grijalbo), el caso apunta en otra dirección. Torsten Hagendorf, un respetable abogado que trabaja en una importante firma, es secuestrado por tres enmascarados, que exigen a su esposa todo lo de valor que tenga en ese momento en casa y todo el dinero que pueda sacar de inmediato de sus cuentas bancarias. Torsten, sin embargo, logra escapar y, horas después, cuando Cornelia Weber-Tejedor y su compañero, el subcomisario Reiner Fischer, interrogan al matrimonio, descubren que ese no es el primer secuestro exprés que se ha producido en Fráncfort recientemente.

Rosa Ribas (Prat del Llobregat, Barcelona, 1963) es una de las escritoras más reconocidas del género de intriga actual, elogiada por otros autores, libreros y un número cada vez mayor de lectores. Sus novelas se publican en varios países y su serie de la comisaria Cornelia, hija de madre gallega y padre alemán -lo que le ha dado la capacidad de lidiar con todo, un fino sentido del humor y una aguda capacidad de observación-, es un éxito en Alemania, donde la publica la prestigiosa editorial Suhrkamp. Ribas estudió Filología Hispánica en la Universidad de Barcelona y, desde 1991, reside en Fráncfort, Alemania. Ha publicado tres novelas independientes -El pintor de Flandes, La detective miope y Pensión Leonardo-, la novela por entregas Miss Fifty y dos series de novelas policíacas: la escrita en colaboración con Sabine Hofmann que inauguró Don de lenguas y continúa El gran frío, y la protagonizada por la comisaria Cornelia Weber-Tejedor, formada por Entre dos aguas, Con anuncio y En caída libre, a la que se suma ahora esta nueva entrega: Si no, lo matamos.

"El primero de la saga lo publicó en 2006. Por aquel entonces Rosa Ribas vivía en Alemania desde hacía 15 años"

Coincidiendo con la publicación de la cuarta entrega en Grijalbo, el sello Debolsillo, que también pertenece al grupo Penguin Random House, ha reunido en un volumen los tres primeros casos: Entre dos aguas, Con anuncio y En caída libre. En septiembre de este mismo año, Rosa Ribas publicará junto con Sabine Hoffman la tercera entrega de sus novelas sobre la posguerra española, Azul marino, ambientada en 1959. Entre ambas sagas, la de Cordelia y la de Ana. ¿Es posible elegir? ¿Cuál se impone en su escritura? “A Cordelia le tengo un cariño especial. Llevamos cuatro novelas juntas, ya tengo en mente la quinta. Son muchos años. Echando cuentas, llevo diez años con ella. Ana es como mi máquina del tiempo personal. Es un personaje que miro, crece y evoluciona siempre. Me ha aportado muchísimo, porque ha sido adentrarme en otra época y es un personaje que debes de tener mucho cuidado de no sobrecargarlo y no hacerlo anacrónica. Es una mujer de los años 50, pero no puede pensar como una mujer del siglo XXI. El reto de Ana es que sea moderna para su época, pero sin sacarla de los años cincuenta”.

Hay algo curioso y enternecedor en Rosa Ribas. Siempre escribe a mano y a lápiz. “No sé. Me pongo delante de una pantalla en blanco y me quedo ahí como un conejito frente a los faros del coche, paralizada. Necesito ese movimiento físico de la mano. Siento mucha independencia, no se me acaba la batería, a lo sumo podré quedarme sin sacapuntas. Escribir a lápiz es raspadito, ese es el sonido de trabajo”. Pero hay algo, un detalle más. Todos esos lápices que consume escribiendo sus historias no van a la basura. Ella los aparta y los pega en una especie de bastidor, como guerreros de batallas decisivas que ella honra . “Estos lápices que lo han dado todo por mí. Entonces comencé a pegarlos en ese marco. Debería contarlos”, dice, sobre aquellos escuderos de mina blanda y oscura.

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