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Cultura

Lynsey Addario: "Con el terrorismo todo cambió, estamos más seguros en Libia que en París"

La periodista norteamericana publica sus memorias 'En el instante preciso: Vida de una fotógrafa en el amor y en la guerra'

Lynsey Addario ha dedicado la mitad de su vida a fotografiar un mundo que se cae a pedazos; aquel cuya rueda comenzó a girar tras el 11S. Casi 20 años en los que se ha tomado el asunto en serio, muy -muy- en serio. Ha sido secuestrada varias veces, la última de ellas en Libia y a punto estuvo de perder la vida en cuatro ocasiones. Es madre pero eso no le impide estar en la primera línea: con siete meses de embarazo se movía de un lado a otro de Irak con su cámara a cuestas. No sabe quien la lee y la escucha si el periodismo es en su caso un dogma o una vocación. Raro lugar donde se mezclan la pasión y la adicción.

Se hizo periodista para salir de Norwalk, una ciudad de Connecticut, en la que creció bajo el ala de una familia de inmigrantes italianos de la que ella es la cuarta hija

Se hizo periodista para salir de Norwalk, una ciudad de Connecticut en la que creció bajo el ala de una familia de inmigrantes italianos de la que ella es la cuarta hija. Argentina, México, Cuba, República Dominicana, África, Libia, Irán. Reportera del New York Times y Premio Pulitzer por su serie de imágenes en el reportaje Talibanistán, hace un recuento de su vida En el instante preciso: Vida de una fotógrafa en el amor y en la guerra (Roca Editorial), un libro de memorias que será llevada al cine por Steven Spielberg con Jennifer Lawrence como protagonista.

En un español marcado con un acento entre iltaliano y anglosajón, Lynsey Addario explica la naturaleza de su trabajo y su vocación. Dice pertenecer a una generación de periodistas creada por la Guerra contra el Terror declarada tras el 11-S: "Cuando las contiendas se fueron volviendo cada vez más injustas, nuestro compromiso se hizo más profundo", dice con una cierta épica. Addario, que estuvo la semana pasada de visita en España para presentar su autobiografía y dar una conferencia en la Fundación Telefónica, habla con una despreocupación que hace saltar todas las alarmas del escepticismo. ¿En verdad ve la muerte y la guerra como algo tan natural y cotidiano? Addario es periodista, pero no por ello deja sin embargo de ser ciudadana. La excursión a las ruinas de la guerra le hizo sentirse decepcionada de la política exterior de Estados Unidos. "Abu Ghraib es para mi una de las mayores vergüenzas como país", dice.

Su cámara y ella lo han visto todo o casi todo:  desde las víctimas civiles de los bombardeos de la OTAN en Afganistán en 2007 hasta la hambruna en Somalia

Su cámara y ella lo han visto todo o casi todo: las víctimas civiles de los bombardeos de la OTAN en Afganistán en 2007; su serie dedicada a los soldados americanos heridos en Irak -no se publicaron porque los editores de Life consideraron que eran demasiado reales para el público estadounidense-; la hambruna en Somalia o la violencia contra las mujeres en el Congo. Pasan los años y aunque sobrelleva el desengaño y el escepticismo que inocula la actitud del ser humano en la guerra, no renuncia a hablar de su profesión como un apostolado.

Tampoco se arrepiente y si tuviera que elegir, volvería a escoger la vida que ha tenido. La verdad es que si Lynsey Addario fuera un gato, le quedarían apenas tres vidas, pues en más de cuatro ocasiones ha estado a punto de acercarse demasiado a la frontera que separa la vida de la muerte, la última de ellas en 2011, cuando la capturaron como rehén las fuerzas leales a Gadafi mientras cubría el levantamiento en Libia. "Nos ataron, nos vendaron los ojos, nos golpearon. Simulaban que nos ejecutaban", explica sin mucho énfasis y dando por hecho que el susto viene con la profesión.

Ella, que entiende el fotoperiodismo como una forma de vida, tampoco se muestra especialmente dramática al describir su embarazo, que no supuso para ella ningún trastorno, la mejor prueba es que siguió haciendo fotos en zonas de conflicto a pesar de estar ya en un avanzado estado de gestación. "La gente no entiende que en las guerras no todas las zonas son de combate. Se pueden documentar muchas otras cosas que no ocurren enecesariamente en la línea de fuego".

"La gente no entiende que en las guerras no todas las zonas son de combate", dice

Esta mujer parece no temer a nada e incluso tiene una percepción de la realidad más práctica que tremendista. "Vivimos otra época. En esta lucha contra el terrorismo, estamos más inseguros en París que en Libia", asegura. Conocimiento de causa tiene, porque Addario ha estado allí en ese lugar donde se desangran los civiles y soldados, donde la vida y la muerte se difuminan.

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