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Cultura

Savater: "UPyD fue el partido que rompió el bipartidismo antes que Podemos o Ciudadanos"

El escritor y filósofo Fernando Savater.

Son las doce menos cuarto de una semana electoral. Al otro lado del teléfono, Fernando Savater intenta contestar a una entrevista. No lo consigue. Una caravana electoral le corta el paso. Savater no escucha. La voz viene y va. Hasta que transcurren cinco, seis minutos. Y entonces, ahora sí, puede hablar de Voltaire, el personaje que inspira su más reciente libro, un volumen que reúne textos principales del autor francés acerca de la intolerancia. Se trata de Voltaire contra los fanáticos (Crítica).

Los atentados contra el semanario Charlie Hebdo a manos de dos yihadistas hicieron rebrotar con urgencia el pensamiento de Voltaire. Según Savater, el autor francés fue el primer intelectual, un pensador que nunca se conformó con entender el mundo, sino que ansiaba transformarlo. De ahí su estilo directo, divertido, nunca frívolo, en el que prima siempre la voluntad pedagógica.

Pero no sólo Voltaire es protagonista de esta entrevista telefónica. También lo es la campaña electoral y, por supuesto, UPyD, el partido que Fernando Savater apoyó desde su nacimiento y al que hace ya más de quince días dedicó un elogioso tirón de orejas en su texto de opinión semanal. “UPyD fue el partido que rompió el bipartidismo antes que Podemos o Ciudadanos”, asegura. Sin embargo, ya casi extinto, acude a unas elecciones en las que cuenta con pocas opciones electorales.

 -¿Cuál es la línea que separa el fanatismo de cualquier otra expresión enfática?

-El fanatismo ha existido siempre. Una persona que tiene creencias fuertes y es intransigente no tiene que ser considerado un fanático. En cambio sí debe considerarse como tal a aquel que trata de imponer esas ideas a otros. El fanático lo que quiere es que sus ideas sean forzosamente compartidas, quiere a su alrededor un espejo que sólo refleje su propio rostro.

-¿Quiénes son peores los fanatismos laicos –por llamarlos de alguna forma- o los religiosos?

-Los fanatismos religiosos han sido los más característicos o los más típicos, digamos, porque son aquellos que se fundamentan en cosas que no se pueden verificar. Se puede probar que dos y dos son cuatro, que el monte Everest mide tantos metros. Las cosas que no se pueden verificar, por ejemplo, la voluntad de Dios o la existencia del arcángel San Gabriel, sólo se basan en la voluntad de quienes las creen y eso favorece el fanatismo.

-En el libro habla del estilo volteriano como un arma para luchar contra cualquier obcecación. Atribuye a este la aparición del periodismo, el libro de bolsillo, la divulgación.

Voltaire fue un precursor. El intelectual moderno está ligado a los medios de comunicación. En la edad media existían intelectuales, pero llegaban a grupos muy reducidos: en las universidades o en un púlpito. El intelectual nace cuando se desarrolla tal cosa como un medio de comunicación masivo: las gacetas, los periódicos, el sello de correos, que fueron muy importantes porque permitieron que la gente pudiese recibir correspondencia privada… Voltaire aprovecha todos esos medios: la imprenta, las gacetas, donde aparecen textos breves, las cartas y la correspondencia, la suya es impresionante. De hecho, si Voltaire hubiese tenido un email no te quiero contar lo que habría hecho.

-Dice usted que está esperando la aparición de un Voltaire con blog y cuenta de Twitter, ¿tanto nos urge?

-Hay muchas personas que lo imitan, lo que es difícil es tener el talento de Voltaire. Hacer artículos breves, irónicos y humorísticos atacando la superstición… es algo que todo el mundo hace; el asunto es hacerlo con la singularidad y el genio de Voltaire.

-Usted mismo ha desarrollado un estilo volteriano. Sin embargo, ¿ve algún intelectual, escritor o periodista que apunte maneras?

-Hay muchos, claro. Pero ocurre que Voltaire es irrepetible, entre otras cosas porque estaba solo. Era el único que practicaba ese tipo de literatura. Hoy los medios de comunicación han multiplicado las posibilidades. Hoy cualquiera puede escribir un artículo más o menos volteriano, si está inspirado. Muchos directores de medios de comunicación escriben magníficos textos que sigo y leo con atención pero tampoco los comparo con Voltaire.

-En el libro plantea una selección de textos,  algo así como una especie de guía express.

-Voltaire escribió muchísimo. Hay teatro, obras de historia muy extensas. Es una obra muy basta y resulta difícil que una persona que no sea un especialista pueda dar cuenta de ella. Utilizando sus cartas y obras breves, incluso sacando fragmentos de una tragedia intenté hacer un retrato de Voltaire: de lo polifacético y contradictorio que era en ocasiones.

-“La libertad de expresión no tiene un uso bueno ni malo sino insuficiente” es una cita del libro. ¿Cómo iluminar el asunto Charlie Hebdo con esta frase?

-Libertad de expresión existe, y mucha, pero también hay bárbaros que pueden querer perseguir e intentar matar a alguien porque no está de acuerdo con él. Sin embargo, la libertad de expresión existe y por eso una publicación como Charlie Hebdo pudo existir, lo que ocurre es que se encontraron con unos asesinos que les castigaron por lo que habían dicho.

-Algunos afirmaban que las portadas de Charlie Hebdo ofendían las creencias. El asunto remite a una idea de tolerancia a la vez que plantea una paradoja, ¿eso daba derecho a que los mataran?

-Eso es como el disparate que se le ocurrió al Papa. Que si alguien se reía de su madre, él le daría un puñetazo. Si existe algo como una expresión calumniosa en una caricatura o un periódico, para eso está un juez. Lo que no puedes hacer es coger una ametralladora y matarlo. No hay comparación posible entre el desagrado que produce una opinión, unas ideas o unas normas y la reacción que supone el exterminio de esas personas y el intento de intimidar a las personas. No hay comparación posible.

-¿Cree que nuestro nivel de debate es lo suficientemente tolerante?

-Sin duda. Nuestro mundo está enmarcado en una actitud volteriana: el respeto a la libertad de expresión, el derecho a decir cosas aunque desagraden, el derecho a convivir con cosas que nos molestan. Esa es la vida cotidiana de una sociedad civilizada. Son cosas que no existen en Arabia Saudí o en lugares cuyo régimen es teocrático. Tampoco sé si en la Rusia de Putin será posible. Sin embargo, en la mayoría del mundo la libertad de expresión se considera un derecho por encima de otros.

-Siento que de un momento a otro me va a decir que vivimos en el mejor de los mundos posibles...

-No se trata de eso… Lo que es absurdo es que en la época de más libertad de expresión … ¿cómo puede existir gente que diga que no se puede decir nada? Pues entonces no sé qué sería de esta gente en el siglo XIII. No es que sea optimista. Es que he leído un poco de historia.

-No es optimismo sino ilustración...

-Exactamente. Personas que conozcan de historia y que sean muy pesimistas con respecto a los avances en el tiempo, no las conozco.

-Usted fue muy entusiasta apoyando a UPyD. Recientemente, en su columna de opinión, ha sido muy sincero a la vez que duro. ¿De qué es metáfora UPyD?

-UPyD fue el partido que rompió el bipartidismo antes que Podemos o Ciudadanos. Rompió la idea de que no podía existir nada distinto de los partidos convencionales. Introdujo otra posibilidad política de un partido progresista pero a la vez partidario de la unidad de España…

-¿Y qué le pasó en el camino a UPyD?

Los medios de comunicación influyen mucho. Todos los partidos pierden gente que se marcha a otro. En todos los partidos hay decepciones o desacuerdos entre los dirigentes. Cuando UPyD comenzó, a diferencia de lo que hoy pasa con Podemos y Ciudadanos, nadie le hacía caso a UPyD. Hasta que no tuvimos un grupo propio en el parlamento, nadie nos hacía caso. Hay otra cosa, cuando se habla de UPyD parece que es sólo para contar que alguien se ha ido o se ha enfadado, como si eso fuera lo único. Nunca se habla del programa o de las cosas que realmente han hecho. En una época en que la gente no reflexiona por sí misma sino que repite lo que acaba de oir en la televisión o en la radio, pues claro, pone las cosas más difíciles.

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