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Cultura

No sólo Detroit vende sus obras de arte para pagar deudas, Ana Botella ya lo hizo en Madrid

El arte se somete hoy día a los martillazos de la crisis y de las casas subastadoras, que se frotan las manos gustosas por el patrimonio que cae en sus manos para ser colocado en venta. Así está Christie’s, que cobrará 200.00 dólares por tasar las obras con las que Detroit pretende pagar parte de la deuda de 19.000 millones de dólares que hoy la ahoga.

La idea es subastar aquellas piezas que no tienen restricciones de venta establecidas por quienes las donaron y entre las que se encuentran las obras más importantes de su principal museo, el Detroit Institute of Arts. Algunas de las más destacadas podrían sumar unos 2.500 millones de dólares. En ese lote se incluirían obras de Van Gogh, Caravaggio, Rembrandt, Matisse, Brueghel o de Diego Rivera. De hecho, tan sólo con  Marta y María Magdalena, una obra de Caravaggio de 1598, la ciudad recaudaría unos 100 millones de dólares.

Pero Detroit no es la única que tira de patrimonio artístico o histórico para reducir sus deudas. En junio de este 2013, la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, anunció un duro plan de ajuste de las empresas públicas para poder seguir pagando los cerca de 8.300 millones de deuda que acumulaba la ciudad con bancos y empresas públicas, además de la lista de facturas sin pagar. El asunto llegó a tal punto que, para 'colaborar' con el plan de la Alcaldesa, Madrid Espacios y Congresos, la empresa dependiente del Ayuntamiento de Madrid, malvendió 26 cuadros pertenecientes a artistas modernos como Manuel Miralles, José Guerrero o Manuel Rivera.

Se vendieron 26 de las 63 obras. El Ayuntamiento solo ingresó 322.000 euros de los tres millones que tenía previsto obtener.

Un total de 63 obras fueron a parar a manos de Ansorena, casa madrileña responsable de la subasta. El resultado no pudo ser más desastroso. Los lotes alcanzaron un 40% de su precio y el Ayuntamiento solo ingresó 322.000 euros de los tres millones que tenía previsto obtener el presidente ejecutivo de Madridec, Fernando Villalonga. Aunque Ana Botella había paralizado en primera instancia su venta, esta terminó llevándose a cabo. ¿El resultado? La institución vendió a precios de gallina flaca obras que desde hace más 20 años se encontraban en el Palacio de Exposiciones y Congresos y que formaban una colección más o menos digna y coherente.

¿Una de las pérdidas más sensibles? Sin duda, un cuadro del pintor Manuel Millares, que salía a un precio de 150.000 euros, el más alto de todos los lotes. La pieza ha estado expuesta en pinacotecas de Nueva York, en el Museo Reina Sofía y en el Museo Municipal de Arte Contemporáneo de Madrid y es una de las más cotizadas del artista. En la selección estaba también un cuadro de José Guerrero, Sol y sombra, que salió en la puja por 30.000 euros, y otro de Manuel Rivera, titulado Metamorfosis, que también comenzó con un precio de 25.000 euros. Salieron a subasta también piezas de Antoni Tàpies y de Josep Mompou.

Otros casos: rematar o pagar

En Bilbao ocurrió algo parecido, auque con bemoles: era una colección privada, cedida a un museo público, pero privada al fin y al cabo. En junio de este año salieron a la venta las 45 obras que componen la colección privada Homenaje a Chillida, presentada en el museo Guggenheim de Bilbao en 2006, y que permanecía cedida desde entonces al Museo de Bellas Artes de la capital vizcaína para disfrute del público y de las pinacotecas de todo el mundo que han querido albergarlas en préstamo. Sin embargo, una deuda de la empresa propietaria de la colección, el Grupo Urvasco, con la Diputación Foral fue la razón que motivó de la venta.

Según la estimación de Christie’s, la colección sumaba un valor de entre ocho y trece millones de euros, entre otras cosas porque en ella estaba incluida la monumental escultura Buscando la Luz IV, una obra de 8,5 metros de alto que Chillida terminó un año antes de morirse, y cuyo valor se calculó en los 3,5 millones. La obra presidía, desde su colocación en febrero de 2007, la Plaza de la Convivencia a los pies de las Torres de Isozaki, el complejo residencial de 22 pisos y más de 300 viviendas construido en Bilbao por el arquitecto japonés Arata Isozaki (Oita, 1931) y el Grupo Urvasco. Terminó vendiéndose por  4.806.209 euros; una cifra muy por encima de su precio de salida.

Para pagar deudas con la diputación floral, el grupo Urvasco vendió la colección Chillida, cedida al Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Este no es sin embargo un ejemplo del todo público o exactamente comparable con lo que ocurre en Detroit, ya que el propietario de la colección, Antón Iráculis, de  Urvasco, invirtió en su momento unos 10 millones de euros para adquirir las obras que tenía depositadas en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.

En 2010, en pleno apogeo del rescate financiero a Grecia, hubo quienes propusieron variantes de este tipo de soluciones, incluso llevándolas a la exageración. En aquel entonces, el diputado liberal Frank Schäffler y el cristianodemócrata Josef Schlarmann, de la comisión de finanzas del parlamento alemán, recomiendaron a Atenas desprenderse de algunas de sus islas para hacer frente al grave endeudamiento del país, que entonces acumulaba una deuda de más del 110 por ciento del Producto Interior Bruto (BIP) y un déficit del 12,7 por ciento.

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