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Cultura

Carlos Tarque: “Vivimos un momento de censura y corrección política”

Carlos Tarque, imagen promocional

Una de las grandes voces del rock nacional espera a Vozpópuli en la cafetería de su hotel, cerca de la estación de Atocha. Son las doce de la mañana de un viernes, hora muy poco rockera, y Tarque parece no haber entrado del todo en el día. A pesar de esto, se agradece su discurso directo y espontáneo, en las antípodas de los artistas que, cuando se enciende una grabadora, se convierten en vendedores de su propia alfombra. Tarque tiene pinta de persona centrada en disfrutar, aunque la mayoría de sus canciones tengan cierto aroma trágico. “Eso es cierto. Siempre repito una frase que solía decir Enrique Morente: ‘Lo que me interesa es el drama humano’. Enganchan más las letras donde sufres, más las de desamor que las de amor. No nos interesa que alguien nos cuente lo feliz que está”, explica.

En este cuarto de siglo, ¿cuál ha sido el peor momento?

En el plano comercial, tuvimos momentos mejores y peores. Lo más duro siempre llega en el plano humano, sobre todo la muerte de nuestro primer bajista, Pascual Saura, en diciembre de 2010. También tuvimos un accidente de coche en los inicios de la banda que hizo que varios miembros pasasen meses en el hospital. Nunca sabes si vas a superar golpes tan fuertes. Nosotros tuvimos la suerte de salir.

Hay una frase en 'Sopa fría' donde la novia del narrador le abandona por un cantante de hip-hop. ¿Siempre existe el temor de que llegue una nueva moda y te deje en la cuneta?

En Murcia, durante los años noventa, yo me pasaba el día en la calle y me juntaba mucho con raperos y grafiteros, hasta he ido a pintar vagones. Me interesaba más el ‘underground’ que el rock and roll como militancia. El hip-hop es una música brutal, que parte del funk y el soul, sobre todo el de la vieja escuela. Veo a los raperos como aliados contra la gran máquina de homogeneización social. Los artistas debemos juntarnos para luchar, no perdernos en peleítas entre tribus urbanas, que no llevan a ningún sitio. Todos sabemos que este sistema es mentira y una puta basura. Vivimos momentos de mucha censura y de mucho medirlo todo.

De eso me interesa hablar: de la corrección política. ¿Cómo afecta a un rockero?

Ahora me corto a la hora de decir cosas que antes contaba con total naturalidad. No actúas igual después de que te reprochen que Carolina es una canción machista. Si empezamos con ese criterio, no se salva ni El Quijote. Parece que nos quejamos más de estas cosas que del hambre en el mundo o la putrefacción del sistema. Nadie debería ir a la cárcel por una canción. Vivimos un momento de censura y corrección política.

"Es necesario el trabajo de las sociólogas que estudian la desigualdad, pero los objetivos pueden conseguirse sin prohibir a C. Tangana tocar en las fiestas de Bilbao".

Las feministas tampoco piden cárcel por eso.

Lo sé y entiendo su estrategia: para llegar a la igualdad, hay que tensar la cuerda y mover la situación a un lugar distinto del que está ahora. El problema es que tenemos algunas actitudes ridículas. No soy quién para llevarles la contraria y es cierto que el momento es delicado por todas las muertes por violencia de género. Lo que no creo que sirva para mucho es cambiar la manera en la que hablamos, me da igual que esto se llame “mesa” que “meso”. Comprendo que es necesario el trabajo de las sociólogas que estudian la desigualdad, pero creo que los objetivos pueden conseguirse sin necesidad de prohibir a C. Tangana tocar en las fiestas de Bilbao.

Creo que hay un sector del feminismo que podemos calificar de “puritano”. De hecho, que un compositor se reprima de escribir ciertas cosas puede considerarse como algo peor que la censura, que es la famosa autocensura.

Puede ser que haya un elemento puritano. No estoy seguro. Pienso que las ficciones que han escrito Ilegales y Loquillo tienen derecho a escribirlas y a cantarlas. Se está llegando a un punto de paranoia y esquizofrenia. El rock habla de pasiones, de conflictos fuertes, no se puede ignorar la violencia del mundo. Yo no soy de hablar mucho de estas cosas, ni de decir palabras malsonantes, ese no es mi estilo. Cuando tuve el aluvión de críticas por Carolina me pareció alucinante la cantidad de veces que tuve que explicar que era una ficción, una historia con personajes. Lo que cuento es que ella presiona al rockero para tener sexo. No podemos convertir el arte en una espacio aséptico. Entiendo que a veces la radicalización es necesaria para avanzar hasta la normalidad, pero hay situaciones exageradas.

Lo de C. Tangana tiene el problema añadido de que era un concierto pagado con dinero público. ¿Qué problemas ha tenido a la hora de tratar con ayuntamientos?

Algún momento extraño tuvimos, pero no por Carolina. En ayuntamientos de derecha nos piden alguna vez que no toquemos Las calles están ardiendo, donde El Drogas hace un discurso anticlerical y antiautoritario, típico de él. Tampoco nos han censurado en ningún momento. Bueno, en Los 40 Principales nos prohibieron tocar una línea de Chilaba y cachimba que habla de fumar hachís, la tuvimos que cambiar por “fumar mejor aquí”. Esto fue hace 20 años.

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Diría que atravesamos un momento extraño: por un lado, una pulsión puritana y políticamente correcta, justo mientras los jóvenes se inician cada vez más pronto en el sexo y las drogas.

Totalmente de acuerdo. Vivo en la costa y recuerdo que, en los años ochenta, el raro era el que no se quedaba en pelotas cuando había una excursión a las playas de Almería. Ahora me desnudo en la playa nudista que tengo al lado de casa y los chavales me miran mal. Ellas van con unos tangas y unos tatuajes que parecen… putas, hablando pronto y mal. De ellos se podría decir algo parecido. Esas fotos de Instagram con el culo en pompa solo significan una cosa, que es “métemela”. Crecen viendo un porno superagresivo, con narrativas supermaltratadoras, pero a quienes hacen arte se le pide asepsia creativa. Cada vez es más mentira todo.

¿Qué es el rock and roll en 2019?

Junto con el jazz, me parece el género más importante del siglo XX. Es un sonido que me vuelve loco. Sacudió Estados Unidos en los años 50 y luego al mundo entero. Siempre lo he visto como algo lúdico: música del sábado noche, para desconectar.

Antes era una música desafiante, ahora ha bajado el voltaje y se ha quedado en tonificante.

Ya no es la banda sonora de ninguna revolución, por supuesto. Les pasa a todos los géneros, también al hip-hop, que ya tienen cuarenta años y aparece en muchísimos anuncios de la “tele”.

"¿Los Eagles son un grupo de rock? A veces sí y a veces, no. Lo mismo podemos decir de Loquillo y hasta de M-Clan. A Sidonie se les llama rock y son pop piscodélico", explica.

Me da que ahora se llama rock a grupos que no lo son del todo: Elefantes, Love Of Lesbian, Sidonie…

Sidonie son los más rockeros de los que mencionas y sería más preciso decir que hacen pop psicodélico. Lo de las etiquetas siempre es complicado. Para mí el rock es un sonido y estoy seguro de que mi disco lo tiene, clásico y potente. ¿Los Eagles son un grupo de rock? A veces sí y a veces, no. Lo mismo podemos decir de Loquillo y hasta de M-Clan.

Parece imposible que salga ahora un grupo como MC5 o que proponga algo equivalente.

Cierto, pero no podemos olvidar que en su época eran muy poco conocidos. Ahora H&M puede hacer camisetas, pero no todos las que los llevan saben quiénes eran. Yo ya tengo 50 años y no espero que la gente salga de mis conciertos a quemar coches, me conformo con que se lo pasen bien. Me interesa que sientan algo. El resto me da igual. Las revueltas que las hagan los de trap, que es su momento.

¿Le interesa el trap?

El otro día me preguntaron opinión. Dije que supongo que los tatuajes que llevan en la cara causan el mismo rechazo a los mayores que las pintas de Lemmy de Motörhead en los setenta. Quieren parecer malos, peligrosos, como nosotros a esas edad. Ahora, más que malos, aspiramos a ser felices.

"No puede ser que un garito se especialice en bandas de tributo. Eso es como ir al museo Del Prado y quedarte a ver a los que copian cuadros sentados en la puerta", señala.

Más que con el trap, encuentro paralelismos entre el rock y el reguetón. Se rechaza por los mismos motivos: música simplona, chabacana, propia de gente pobre y con al piel oscura…

Un amigo me dio una lección cuando me dijo que yo cuestionaba el reguetón con la misma actitud que tenía mi padre contra los Sex Pistols. Dicho esto, creo que el rock tiene más matices. Pienso que el reguetón debe evolucionar, pero es cierto que la actitud es la misma. No podemos escandalizarnos por una canción que diga “voy a follarte”.

Siempre ha defendido el valor de las versiones, que mucha gente ve como bisutería.

Me lo pasó muy bien en Gran Cañón, el grupo de versiones que tengo con Leiva y otros miembros de Los Zigarros y M-Clan. Somos como una orquesta de fiesta popular, pero de rock. Estoy muy orgulloso de que los chavales descubran a Steely Dan y Eric Clapton gracias a nosotros. Es una función educativa. Creo que en estos tiempos se abusa de las bandas tributo, que quitan mucho espacio a los grupos nuevos.

¿Algún ejemplo?

No puede ser que un garito se especialice en bandas de tributo. Eso es como ir al museo del Prado y quedarte a ver a los que copian cuadros sentados en la puerta. El otro día había un concierto en la sala But que era un tributo a Led Zeppelin y los teloneros un tributo a Black Crowes. Me pareció un poco demasiado, por lo menos mete a unos chavales con repertorio propio para abrir la noche. No podemos acostumbrarnos a eso. Mola oír Rock FM, pero hay que escuchar más cosas que el álbum blanco de los Beatles, aunque yo soy mucho de oír el blanco de los Beatles y no querer salir de ahí. También estuve a punto de ir a ese concierto de bandas de tributo a Led Zeppelin y Black Crowes.

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