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Cultura

Soledad Lorenzo: “En España somos malos vendedores de nuestro propio talento”

Rubísima. De huesos delgados y piel bronceada.  Soledad Lorenzo se pasea por la galería que desde hace 25 años dirige. Viste pantalones blancos y elevadas sandalias. A sus 75, no pierde el porte y la elegancia que siempre le ha caracterizado. 

Aunque ella insiste en que no le “gusta pensar en el futuro”, nos hemos citado para hablar de algo parecido. Llegan a su fin los meses de gracia que quedan antes de echar la llave a su local de la calle Orfila 5, por cuyos muros han pasado obras de Tàpies, Barceló, Broto, Mora, Sevilla o Badiola.

“Está decidido. Tal y como anuncié el verano pasado, cerraré la galería. Ya no tiene sentido mantenerla. Si tuviera hijos o alguien que me sucediera y se hiciera cargo de ella, quizás pudiese pensar en que continúe, pero este es un proyecto personal que no puede sobrevivirme”, dice Lorenzo mientras mueve sus manos delgadas de anillos grandes.

“Está decidido. Tal y como anuncié el verano pasado, cerraré la galería. Ya no tiene sentido mantenerla".

Al hacer balance sobre la España en la que comenzó a trabajar hace más de 40 años,  primero en la galería de Fernando Guereta –“no sabía nada”, recuerda- y luego como coordinadora de Europalia en el Ministerio de Cultura, Soledad Lorenzo se mira a sí  y a su generación –Juana de Aizpuru, Juana Mordó, Helga de Alvear- no como “las heroínas que todos pensáis que somos” sino como un grupo que comenzó desde cero.

“En España, casi todas las galerías de arte contemporáneo habían nacido sin tradición. Cuando empezamos, todo sucedía en un espacio muy pequeño. Tuvimos que aprender desde cero, pero eso no tenía nada de heroico. Ahora, al verlo como algo histórico lo parece, pero no”, cuenta.

Soledad Lorenzo, la galerista y el personaje

Marcada por una durísima historia personal –enviudó muy joven, a los pocos meses perdió a su padre y sus dos hermanos, quedándose sola y sin familia-, Soledad Lorenzo entiende la vida en clave presente. No le gusta pensar en el futuro más de lo necesario y entiende el azar como parte importante en la vida, no en vano –dice-, éste ha condicionado su quehacer de marchante de arte. Si bien su padre era coleccionista y ella estaba familiarizada, nunca se lo había propuesto de manera consciente. “No me creía lo suficientemente sensible ni formada”, recuerda.

Pero siguió adelante y demostró ser no sólo todo aquello que no pensaba, sino mucho más. Cuando decidió abrir su galería por cuenta propia, en 1986, lo hizo  con una exposición de Alfonso Fraile, quien se incorporó al grupo de artistas que pasarían a formar parte de la corte de Lorenzo, entre ellos Pello Irazu, Juan Uslé, Victoria Civiera, Philipp Fröhlich, Palazuelo, Antoni Tàpies…. A ello se sumarían artistas internacionales como Julian Schnabel, Robert Longo, Tony Oursler o Louise Bourgeois.

"Siempre me he propuesto defender el arte español".

De los 33 artistas que forman parte de la Galería Soledad Lorenzo, 22 son españoles. Siempre me he propuesto defender el arte español desde la galería. Si no defendemos y promocionamos nosotros el arte español, ¿quién va a hacerlo?  No somos conocidos ni tenemos peso en la escena internacional porque somos malos vendedores de nuestro propio talento. Y siempre he intentado luchar contra eso”, dice.

 

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