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Cultura

Arcadi Espada: “Los intelectuales en Cataluña no callan por cobardes, lo hacen porque son nacionalistas”

El periodista Arcadi Espada, en Barcelona.

Entre el momento de su publicación y hoy han transcurrido más de veinte años, el tiempo que aloja a una generación completa. Corría el año 1997 y Jordi Pujol había sido reelegido por cuarta vez consecutiva como presidente de la Generalitat catalana. Barcelona venía de la euforia de los Juegos Olímpicos y pocos se pronunciaban contra la hegemonía del pujolismo en la vida política, y que se derramaba, transversal, en todas las actividades. Podría decirse que no había espacio que no estuviese irrigado por su influencia. Ese fue el momento en el que el periodista Arcadi Espada publicó Contra Catalunya, una crónica que ya entonces diagnosticaba lo que devino procés y que ahora el sello Ariel reedita en vísperas de la Diada del 11 de septiembre de 2018.

Dos décadas después de su publicación, en el postfascio que acompaña este libro, Arcadi Espada asegura  que los últimos veinte años del siglo pasarán a la historia de Cataluña como los de la hegemonía del pujolismo. “"Lo son, por supuesto", apostilla. Esa hegemonía, asegura el periodista y escritor, ha supuesto una desertización del espíritu crítico, un mortal aburrimiento polémico, una degeneración de las formas de pensar, de escribir, incluso hasta de leer. Un estado de las cosas que no hubiese alcanzado  ese nivel sin  colaboración de muchas personas de la izquierda y sus partidos. "Ellos han legitimado al pujolismo y le han dado —por activa o por pasiva—su verdadero carácter nacional", escribe Espada, quien no escatima en reproches al Partido Socialista en Cataluña  durante el tiempo que dura esta breve conversación telefónica que sostiene con Vozpópuli en ocasión de este libro que ahora se reedita, pero también de la realidad de una Cataluña  que él mismo diagnosticó en aquellas páginas publicadas en 1997 y en la que ahora Espada se arranca, él mismo, a arrancar –mejor dicho pintar con spray rojo- los  lazos amarillos.

"Toda esa construcción ideológica de la ciudad sólo estaba puesta al servicio de un oportunismo político mediocre, no de una convicción profunda. Era sólo la búsqueda de una alternativa al discurso pujolista"

A la pregunta de cuánto ha cambiado, en su concepción ciudadana el periodista que escribió aquel libro al de hoy, Espada formula en su respuesta un alegato contra el socialismo de aquellos años. “Este libro explica con bastante detalle una alternativa al nacionalismo y a ese mundo absolutamente corrupto representado en el pujolismo –dice, al teléfono, Arcadi Espada-. Esa alternativa estuvo representada en la operación ciudadana, por usar la palabra que emplea usted, y que puso en marcha Pascual Maragall desde la alcaldía de Barcelona. Hubo entonces una generación de jóvenes, bueno jóvenes relativos porque yo tenía 40 años cuando escribí aquel libro, que experimentó adhesión a la ciudad como polo opuesto a la nación, una idea que venía  de una teoría del novecentismo catalán y que era bastante moderna, lógica y razonable: Barcelona ha sido siempre más que Cataluña. La mayor prueba es que la mayor parte de las personas que gobiernan este engendro no son ni siquiera barceloneses. Esto lo digo porque si ellos son xenófobos, también puedo serlo yo, ¿por qué no? –Arcadi Espada ríe irónico, al otro lado del teléfono-. En cualquier caso, me ha parecido que esa operación del maragallismo y por tanto parte del Partido Socialista pudo ser una alternativa ideológica y política, y en realidad lo era, pero entonces nos dimos cuenta de que no fue así”.

Sobre esa idea de la Barcelona cosmopolita, asegura Arcadi en la conversación, se parapetaba en realidad un engaño. “A la luz de lo que hicieron Maragall y el Partido Socialista después,  e incluso en el hecho de que el Partido Socialista tenga hoy a un individuo tan intelectual y políticamente vil  como Miguel Iceta, demuestra que toda esa construcción ideológica de la ciudad sólo estaba puesta al servicio de un oportunismo político mediocre, no de una convicción profunda. Era sólo la búsqueda de una alternativa al discurso pujolista. Cuando Maragall, enfermo o no, y el socialismo se adhieren al tripartito y empiezan a planear la reforma del Estatuto, nos dimos cuenta, entendimos, que había sido sólo oportunismo. Por lo tanto, de alguna forma, somos hijos de aquel oportunismo frustrado políticamente”.

“Este libro simplemente describía lo que estaba pasando en Cataluña en aquel momento y que no era en absoluto distinto de lo que está pasando ahora"

Decir que Contra Catalunya es un libro profético sería una manera esotérica –por no decir bastante pelota- de referirse un ensayo preciso -cargado eso sí de durísimas apreciaciones- cuyo verdadero atributo es, acaso, el hecho de que muchos de los hechos ahí descritos se han puesto al día en la constatación de sus peores previsiones, una de ellas, el empequeñecimiento y progresivo emponzoñamiento  de los espacios políticos. “Este libro simplemente describía lo que estaba pasando en Cataluña en aquel momento y que no era en absoluto distinto de lo que está pasando ahora. Digamos que la construcción nacional de Cataluña, y digo construcción nacional para utilizar su lenguaje, que ha permitido el proceso era  perfectamente visible en aquella época para quien lo quisiera ver. Es verdad que ha cambiado la superficie, porque el catalanismo político fue destruido y sustituido por esta especie de ridículo”.

En Cataluña, todos le deben algo a alguien, asegura Espada en estas páginas. Se trata de una sociedad de dimensiones muy reducidas, donde la circulación del dinero, de la información o de los sentimientos es peculiar. “El nacionalismo es un achique de espacios morales. Es imposible jugar ahí libremente, con agilidad y con nobleza. Es imposible contemplar el mundo, si con ello se entiende un ejercicio inseparable del ejercicio de la verdad”, escribe Espada. Desde ese prisma, algo ya había comenzado a romperse muy pronto en Cataluña, apunta. Sin embargo uno de los elementos que más llama la atención fue el absoluto silencio que rodeó a Arcadi Espada entonces. Tras criticar duramente a muchos intelectuales por su silencio, no obtuvo respuesta. ¿Sigue existiendo ese silencio? “Habría que matizar que en 2006 una serie de intelectuales fundamos Ciudadanos, así que eso del silencio es relativo y habría que matizarlo. Sin embargo lo que creo es  que la mayor parte de intelectuales en Cataluña, como la mayoría de periodistas, son nacionalistas y por lo tanto incurren en un defecto no sólo moral sino intelectual, pero qué vamos a hacer… Es un dato de la realidad. No es que están silencio porque son cobardes. No, no: están en silencio porque son nacionalistas”.

 Contra Catalunya (Ariel), de Arcadi Espada

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