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Cultura

Almudena Grandes: "No hay héroes republicanos, sólo víctimas o verdugos"

Historiadora y novelista. Una mujer de voz fumadora y sin pelos en la lengua. Maniquea y guerracivilista para unos. Galdosiana y franca para otros. Tras la pausa de Los besos en el pan (Tusquets), Almudena Grandes retoma su serie Los Episodios de una Guerra Interminable con Los pacientes del doctor García (Tusquets), una novela que hinca el diente en la red de criminales nazis a los que el franquismo cobijó y protegió pero acaso también una historia sobre las identidades enfrentadas. El precio de ser otro que han de pagar quienes sobreviven. Es, sin duda, la más ambiciosa de su serie galdosiana: abarca la Guerra Civil, la posguerra y se extiende hasta la Guerra Fría. Se desarrolla entre Madrid, Buenos Aires, Berlín.

Maniquea y guerracivilista para unos. Galdosiana y franca para otros. ¿Qué responde Almudena Grandes ante esos señalamientos?

Su madre le pidió que estudiara una carrera de chicas. Algo que le permitiera abrirse paso al mismo tiempo que hiciera de ella una mujer cultivada. Así que Almudena Grandes (Madrid, 1960) eligió Historia. Esa fue la carrera que cursó. Pero la vida, que juega sus cartas, la hizo elegir y ella optó por la ficción, esa otra forma de reconstruir, de contar. Desde 2010, Almudena Grandes puso en marcha su serie de novelas sobre el siglo XX español, que comienza con la Guerra Civil y que tuvo como primera entrega Inés y la Alegría, y a la que siguió El lector de Julio Verne, Las tres bodas de Manolita y ahora Los pacientes del doctor García.

Esta historia arranca tras la victoria de Franco. El doctor Guillermo García Medina sigue viviendo en Madrid bajo una identidad falsa, trabajando en una empresa de transportes. La documentación que lo libró del paredón fue un regalo de su mejor amigo, Manuel Arroyo Benítez, un diplomático republicano al que salvó la vida en 1937. Guillermo cree que nunca volverá a verlo, pero en septiembre de 1946 Manuel vuelve del exilio con una misión secreta y peligrosa. Pretende infiltrarse en una organización clandestina, la red de evasión de criminales de guerra y prófugos del Tercer Reich que dirige desde el barrio de Argüelles una mujer alemana y española, nazi y falangista, llamada Clara Stauffer.

Los pacientes del doctor García (Tusquets), una novela que hinca el diente en la red de criminales nazis a los que el franquismo cobijó

Mientras el doctor García se deja reclutar, el nombre de otro español se cruza en el destino de los dos amigos. Adrián Gallardo Ortega, que tuvo su momento de gloria como boxeador profesional antes de alistarse en la División Azul, para seguir luchando como voluntario de las SS y participar en la última defensa de Berlín, malvive en Alemania, ignorando que alguien pretende suplantar su identidad para huir a la Argentina de Perón. Ese es el punto de partida de una novela que no deja de retratar España cual proyecto imposible y del que Almudena Grandes pretende, para disgusto de unos o regusto de otros, convertirse en edificadora de relato. Incluso con lo inflamable y complicado que ese sustantivo supone cuando de contener un país se trata. Sobre eso –y del feminismo, el franquismo, la memoria, vamos… sus temas- habla Almudena Grandes en esta entrevista.

Almudena Grandes (Madrid, 1960)

Inicialmente Los pacientes del doctor García está planteada como una historia de espías. Pero aquí hay otra cosa. En realidad está hablando del encubrimiento, de la impunidad.

Ninguna de las novelas de la serie tiene una descripción genérica muy clara y tampoco me molesta que así sea. Yo misma decía que estaba escribiendo una historia de espías, para resumir. Pero es una novela en la que ocurren muchas cosas. Es política, como todas las de la serie. Es una novela sobre falsas identidades e impostura. Y también una novela sobre la impunidad de determinados criminales y la connivencia del Estado franquista y peronista, el primer peronismo. Es verdad que esa complejidad le puede dar un aspecto de ambición que se asienta en la complejidad de la historia y que me ha hecho manejar varios conflictos y varios escenarios. Hay Guerra Civil, Segunda Guerra Mundial, Guerra Fría…

Pero su ambición, más que novelesca, ¿en este caso es moral?

Creo que la he escrito con la misma que las demás novelas. Cuento la historia de un chico nueve años en un pueblo de Jaén con la misma ambición con la que me enfrento a esto. Lo que ocurre es que el marco de la novela es más complejo y eso hace que resulte más impresionante o impresione más.

"Es una novela sobre falsas identidades e impostura. Y también una novela sobre la impunidad de determinados criminales"

Robar la identidad de alguien es una forma de supervivencia. Es un precio que hay que pagar. ¿Qué tan presente está el dilema moral del que tiene que salvar el pellejo?

En Manolita... hay un poco de eso. Una niña pequeña que se queda sola y debe tirar para adelante. Aunque sí que es cierto que en esta novela me he enfrentado a muchos dilemas morales tanto en mis protagonistas como en los personajes históricos reales. Empezando por Clara Stauffer. Ella ha sido el motor de esta novela y el origen de mi fascinación por esta historia. Es un personaje complicado. Muy poliédrico. Lleno de matices. En su juventud se aprovecha de las posibilidades de libertad, del clima pre-republicano favorable para la libertad de las mujeres. Es deportista de élite, hace una carrera deportista en el esquí, hace carrera política, es fundadora de la sección femenina y cuando llega al poder lo que hacen ella y Pilar Primo es prohibir a todas las mujeres españolas lo que a ellas las ha convertido en lo que son.

"Esta es una novela sobre la impostura", asegura Almudena Grandes.

Ella tiene, sin embargo muchos matices, comenzando por su doble nacionalidad.

Por eso juega un papel tan importante en la trastienda entre as relaciones entre España y Alemania durante el conflicto. Monta esta red de nazis. Y aunque acoja a criminales, muy raros además, es una mujer abnegada, entregada en cuerpo y alma a su causa. Vive para sus protegidos. Pudo haber vivido muy bien y sin embargo no lo hace. Al mismo tiempo que abnegada, es tremendamente soberbia y arrogante. Siempre digo que los malos para que funcionen tienen que tener luces, al igual que los buenos tienen que tener sombras. Aquí no he tenido yo que hacer nada porque las luces venían puestas en el personaje al igual que las sombras.

"La neutralidad no forma parte de los atributos de un novelista. El compromiso está implícito en la escritura"

Ahora que dice buenos y malos. Joaquín Leguina dijo que usted escribe novelas maniqueas sobre la Guerra Civil. ¿Qué responde?

En primer lugar, creo que Joaquín Leguina tiene derecho a decir lo que quiera. En segundo lugar, la objetividad no existe. Escribir es mirar el mundo y nadie puede exigir que un escritor, un historiador, un creador o un intelectual abjure de sus principios o renuncie a lo que piensa sobre lo que e bueno o es malo, es justo o injusto cuando se enfrenta a la realidad. No se puede exigir algo que es una quimera y la objetividad es una quimera. Además, creo que un novelista no tiene que ser neutral. La neutralidad no forma parte de los atributos de un novelista. El compromiso está implícito en la escritura. Que una novela sea política o no depende de la voluntad de su autor. Todos los libros son productos ideológicos.

"La neutralidad no forma parte de los atributos de un novelista", asegura la escritora Almudena Grandes.

Un historiador es un narrador. Usted estudió Historia, pero eligió la ficción.

A un historiador tampoco se le puede pedir que sea objetivo. También es un ser humano. Con una ideología, unas ideas. Lo que sí hay que exigirle es que no retuerza los datos para que le den la razón. Inevitablemente interpreta esos datos, todos los historiadores lo hacen, porque forma parte de su oficio. Es verdad que cuando un historiador llega a una laguna de documentación aunque tenga capacidad de interpretar e imaginar, incluso aunque sepa lo que pasa, tiene que parar, porque la norma de su oficio es la verdad. Tiene que documentar exhaustivamente historias que son verdad aunque parezcan mentira. El novelista, en cambio, se inventa de cabo a rabo historias que son mentira y que sin embargo tienen que parecer verdad.

La mezcla de ambos ha traído no pocas discusiones. El maniqueísmo una de ellas.

Un historiador y un narrador son dos coches que se cruzan a la misma velocidad, en la misma carretera, en direcciones opuestas. Para escribir una novela basada en un hecho histórico hay que llegar a un compromiso exquisito entre la libertad y la lealtad, porque la libertad es fundamental para crear. Un creador que no se siente libre no creará nada apreciable. Pero, al mismo tiempo, hay que ser leal al hecho histórico. No retorcer, no manipular, no situar un personaje histórico en una posición en la que nunca habría estado, no obligarlo a decir cosas que nunca habría dicho. Es un compromiso delicado.

"Para escribir una novela basada en un hecho histórico hay que llegar a un compromiso exquisito entre la libertad y la lealtad"

En este libro hay una historia de desafuero. La de Guillermo, el republicano, y Amparo, la conservadora.

La relación entre ambos es fruto de la guerra y los frutos de la guerra siempre son ilógicos. Esa relación, que me ha dado mucho juego y es un elemento importante en la primera parte de la novela. Los necesitaba para dar pie a Clara Stauffer. Guillermo es un médico que vive en el barrio de Salamanca, por lo que necesitaba crear una relación anterior, algo que tuviese que ver con su infancia. Así llegué a Amparo. Decidí que no podía ser una historia de amor verdadero. Porque los amantes no traicionan. Así que elaboré una historia más compleja, una historia de una relación sexual. Entre ellos ocurren lo que ocurre porque están en medio de una guerra. Ambos se plantean podemos morir hoy, por qué no. Pero ocurre que guerra los deja en circunstancias con los que no contaban y los vuelven a reunir. Escribiéndola me di cuenta que era como una cadena de favores.

Grandes: "Para escribir una novela basada en un hecho histórico hay que llegar a un compromiso exquisito entre la libertad y la lealtad"

Y de deudas sin pagar. Como la del boxeador vencido cuya identidad es usurpado.

Sí, llega un momento en que se van equilibrando las historias. Se trata de un combate eterno, un combate que no termina. Nunca llegan a luchar limpiamente jamás.

Las identidades que se plantean en este libro siempre son incompletas. Están enfrentadas, desarraigadas. Una historia, si quiere, muy en su visión de lo que es España.

Esta novela es una historia de impostores, del precio que se paga por sobrevivir y una historia en la que, entre esos impostores, hay un juego de nombres en el que las identidades se desligan de los nombres. Hay historias, de esas que nunca terminan bien. La de los exilados republicanos que van a América, pierden todo lo que tienen, dejan de ser como son, renuncian a su país, se dirigen a otro, se construyen otra vida, vuelven a adquirir propiedades, incluso propiedades de sí mismos, y cuando parece que ya lo tienen todo hecho, llega otras dictadura y se ven obligados a volver a su propio país como extranjeros. Esta novela se sitúa además en una clase social olvidada y marginada del relato de la Guerra Civil, que son los burgueses republicanos. Normalmente la burguesía republicana no suele aparecer ni en las novelas ni en las películas.

"Los republicanos son víctimas o verdugos. Gente que no tiene formación cultural y por lo tanto les venden un moto: pastores y pobres porteros rencorosos"

¿A qué se refiere exactamente con una burguesía republicana?

Creo que en España hay una corrección política encubierta que se pone de manifiesto en la mayoría de las producciones literarias y cinematográficas, desde luego no en la historiografía, por la cual, los republicanos sólo pueden ser víctimas o verdugos. No hay héroes republicanos sino víctimas o verdugos, pero además de eso, los personajes republicanos normalmente provienen de clases sociales muy bajas. Son pobre gente humillada, maltratada o manipulada. Gente que no tiene formación cultural y por lo tanto les venden un moto: pastores y pobres porteros rencorosos. Es muy llamativo cómo la burguesía republicana, que es una clase social íntimamente vinculada a la fundación de la república, se le ha hecho desaparecer. Nunca habría llegado a existir la República sin una larga tradición de burgueses republicanos que formaron la Institución Libre de Enseñanza. O los jueces, juristas, intelectuales y catedráticos republicanos, sin ellos no se podría haber escrito la constitución del 31, no habría surgido la República y no habría tenido gobernantes, porque Azaña y Negrín eran burgueses republicanos pero en el relato sobre la guerra esta clase social ha sido exterminada, ha sido arrancada. Normalmente en primer plano están siempre los radicales y eso me llama mucho la atención.

Almudena Grandes.

Prácticamente se podría decir, a diferencia de las novelas anteriores, que usted ha fabricado esta historia con esos burgueses.

No me quedaba más remedio, porque además esta novela habla de una iniciativa diplomática. Después de la Guerra Civil, Pablo Azcárate intentó por todos los medios conseguir condenas para el franquismo en los foros internacionales. Nunca llegó tal cosa como una condena, aunque sí es cierto que hasta el 53 el franquismo estaba en el ostracismo. Hasta 1953, cuando los americanos aceptan el franquismo, los republicanos no pararon de intentar una condena. Lo hicieron con el gobierno norteamericano, con el gobierno británico. Esas son cosas que han desaparecido del relato.

¿Puede ser más específica?                  

La mayoría de los españoles tiene la creencia de que los republicanos se fueron al exilio a hacer su vida. Además de eso, existe una idea instalada, de que los españoles se sentaron a esperar a que Franco muriera en la cama y eso no es verdad.

"Lo único que tenían en común las dos Españas es que ambas eran muy machistas"

Independientemente del bando, ¿las verdaderas gran des perdedoras de la Guerra Civil fueron las mujeres?

Siempre digo, en broma, que lo único que tenían en común las dos Españas es que ambas eran muy machistas. La República otorgó a las mujeres españolas un estatus tremendamente progresista, es cierto. Uno de los más modernos del mundo en su época. Pero una cosa es el parlamento, los intelectuales y la gente preparada y otra el resto de España, que era un país muy machista. Y sí, las grandes perdedoras de la Guerra Civil fueron las mujeres. Pasaron de tener un estatus jurídico moderno y tener muchísimos derechos, aunque no se podía hablar de igualdad, a volver a vivir en el siglo XIX. Porque la victoria de Franco no significó volver a 1935 sino a mediados del XIX. Las mujeres españolas estaban sujetas al código civil de 1851, que fue el que se instauró. Pasaron a vivir como menores de edad perpetuas o disminuidas naturales.

Esta es, de hecho, la novela es la más masculina de la serie.

Sí. Los protagonistas son hombres porque no habría sido verosímil que una mujer lo fuese y de haber sido así, habría tenido que ser la amante de alguien, la hija o la madre de alguien y eso no me gustaba. Aunque los personajes femeninos son fuertes, no son protagonistas, justamente por lo que dices. Habría sido inverosímil.

"Frente a ese rearme machista es normal que surja un rearme feminista"

Usted, que aún piensa que su abuela era más moderna que usted por haber visto a Josephine Baker bailar desnuda, ¿no siente una deriva del feminismo en turba?

Creo que estamos viviendo en una época en la que algunos demonios del pasado, que habíamos creído haber vencido para siempre están volviendo con unos ropajes nuevos: un fascismo 3.0, Donald Trump es un ejemplo; un fascismo 3.0, Marie Le Pen es un ejemplo y un machismo 3.0, un rearme machista, una nueva misoginia que se envuelve en una cáscara supuestamente progresista para las mujeres. Frente a ese rearme machista es normal que surja un rearme feminista. Está justificado que exista una reacción. Que haya mujeres que le den una vuelta al feminismo, porque hay que replantearlo.

"Hay un machismo y un racismo 3.0", asegura Almudena Grandes.

¿De qué forma? ¿Cómo es un feminismo del siglo XXI si el del XX no llegó a cuajar?

Veamos, el feminismo es el único movimiento social que triunfó en el siglo XX pero, por otro lado, ha fracasado. No llegó a conseguir la equiparación entre hombres y mujeres, o sea la igualdad legal. Ahora tenemos igualdad legal pero no real. Por eso hay que replantearlo. En el camino, en efecto, hay movimientos con los que no me identifico. Me parecen estúpidos. No me identifico con el post-feminismo de la diferencia. Además, yo me identifico como abolicionista: de la prostitución, de la maternidad subrogada, etc. Hay unas derivas que me parecen muy extrañas y radicales en un lado en el que no me identifico. Pero me gustaría pensar que es una crisis de crecimiento, que forma parte de la redefinición.

"Me gustaría a mí saber cómo Quevedo iba a hacer algo por la independencia de Cataluña. Eso fue una metedura de pata tan flagrante"

Un mes antes del tema catalán, surgió este tema de Machado y Quevedo casi como franquistas. Siendo su tema la memoria, ¿qué significa todo esto?

Pues que aquel ayuntamiento encargó aquel estudio a un inepto. Los querían quitar porque no habían hecho nada por la independencia de Cataluña. Me gustaría a mí saber cómo Quevedo iba a hacer algo por la independencia de Cataluña. Eso fue una metedura de pata tan flagrante, era tan estúpido, que ni siquiera me ofendió. Y si tenía intención, estaba tan cargada de ignorancia que no me ofendió.

Pero mire un mes después. Otra vez, identidades divididas.

Lo que más me preocupa del conflicto catalán es que se ha enquistado y se ha envenenado por culpa de mucha gente. El gobierno español ha tenido una responsabilidad superior a ninguna otra por dejar que el tema se pudriera y llegara a estos extremos y creo que Rajoy ha actuado por un cálculo electoral. Pensó que mantener esta posición le daba voto. Así, poco a poco, se han enconado las cosas. Primero Mas y luego Puigdemont, pensaban que les permitiría escapar del desprestigio de la corrupción como así ha sido, porque en el independentismo catalán nadie mira en esa dirección porque así ha sido.

"Me preocupa ese señor que piensa que Machado no hizo nada por la independencia. Ese sector no se va a poder reconducir"

¿Y la división qué?

Hay otra parte de la sociedad catalana que ya se ha descolgado. Así como hay quienes quieren quitar a Quevedo porque no ha hecho nada por la independencia, hay otra que pase lo que pase, va a estar desencantada, que ya se ha ido. Y eso es una rémora enorme para una sociedad. Ese porcentaje, sea el que sea, que se siente fuera. Eso es lo que más me preocupa del tema catalán. Me preocupa ese señor que piensa que Machado no hizo nada por la independencia. Ese sector no se va a reconducir.

Los pacientes del doctor García (Tusquets)

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