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Cultura

Adolfo Arrieta: "El cine libre debe ser apoyado, que reduzcan presupuesto para horrores comerciales"

El director de cine independiente Adolfo Arrieta

"Los niños creen lo que les cuentan y no lo ponen en duda [...] Lo que les pido es un poco de esa ingenuidad, y para que nos traiga suerte a todos, dejen que les diga tres palabras mágicas, un auténtico 'ábrete sésamo' de la infancia: Érase una vez…". Con esta introducción el poeta y cineasta francés Jean Cocteau presentó en 1946 su onírica adaptación cinematográfica del cuento de La Bella y la Bestia escrito por Jeanne Marie Leprince de Beaumont y bien podría dar comienzo a la versión de La bella durmiente que este viernes estrena en España uno de sus mayores admiradores, el director de cine independiente Adolfo Arrieta (Madrid, 1942), conocido como 'Ado' entre sus allegados.

Protegido por los críticos de la prestigiosa revista 'Cahiers du Cinéma', Arrieta se convirtió en un referente del cine independiente en la Francia de los 70

Protegido y elogiado por los críticos de la prestigiosa revista Cahiers du Cinéma, Arrieta se convirtió en un referente del cine underground en la Francia de los 70, un país donde actualmente puede presumir de dirigir como uno más, obtener financiación sin reparos por parte del Ministerio de Cultura galo -cerca de 1 millón de euros a través de la CNC y la Región de Bretaña- y dar órdenes a algunos de los actores más apreciados. Influenciado por las películas de Cocteau, pero también de Jack Smith, Ken Jacobs o Andy Warhol, el madrileño regresa a la gran pantalla con la adaptación más surrealista, simpática e inocente de la tradicional fábula de Charles Perrault.

En ella, el actor Niels Schneider, habitual de Xavier Dolan, es el príncipe Egon, uno de los posibles herederos del reino de Litonia que pasa la mayor parte del tiempo tocando la batería o enganchado a su smartphone. Sin embargo, lo que más desea en el mundo es acceder al reino de Kentz, cuyos habitantes permanecen dormidos desde 1900 por culpa de un hechizo que un hada malvada (Ingrid Caven) lanzó a la bella durmiente. Para romper la maldición contará con la ayuda de su protector (Mathieu Amalric) y de un hada buena (Agathe Bonitzer), pero con la oposición de su padre, un rey ambicioso que no cree en la magia ni en los cuentos. "'La bella durmiente' era mi cuento favorito desde pequeño, podía haberlo escrito Einstein porque es una meditación sobre la elasticidad del tiempo", cuenta a Vozpópuli el director, al que los años no le impiden seguir entusiasmándose como un niño al experimentar con las cámaras.

A sus 72 años, cumplirá 73 en agosto, Arrieta reside a caballo entre Madrid y París. "Afortunadamente me suspendieron y no pude entrar en el Instituto de Cinematografía, así que me compré una cámara en el Rastro y me dediqué a filmar por mi cuenta", recuerda. En 1965, presentó su primer cortometraje, El crimen de la pirindola, y un par de años más tarde, decidió viajar a la capital gala, donde su cine, siempre fuera de los circuitos comerciales, era mejor comprendido. Tanto, que Cahiers du cinèma llegó a asegurar que su primer corto era "el acta de nacimiento de un nuevo cine libre en España". 

- Desde su homenaje a Buñuel en 2008 con Dry martini (Buñuelino cocktail) (C) han pasado ya nueve años, ¿en qué ha estado trabajando durante este tiempo?

- He estado revisando y reeditando mis antiguas películas con programas en el ordenador. Había partes muy lentas que me hacían sufrir y en la era analógica era imposible hacerlo como yo quería porque era carísimo, tenías que hacer una copia nueva, trabajar en el negativo... Sin embargo, el ordenador se puede hacer todo y si puedes hacerlo, ¡hay que hacerlo, es inevitable!

- De todos los cuentos de hadas que existen, ¿por qué ha escogido 'La bella durmiente' para hacer su propia versión?

- Era mi cuento preferido cuando era pequeño, me encanta y me fascina, aunque ahora lo veo de otra forma. Me parece muy moderno, me parece que lo podía haber escrito Einstein, es una idea sobre el tiempo, es una meditación sobre la elasticidad del tiempo y me apetecía que ella se durmiera en 1900 y se despertara en el año 2000, que se perdiera todo el siglo XX.

- Un príncipe que toca la batería y baila swing... Puede que su adaptación sea la más alternativa de la historia...

- Sí... Yo no sabía que Niels Schneider, el príncipe, tocaba tan bien la batería, me imaginaba que tocaba mal, pero de repente empezamos a filmar y vimos que era muy buen percusionista. Creo que la bella recupera la memoria perdida bailando swing, música del siglo XX que había sonado mientras estaba dormida...

- ¿Cómo es dedicar toda la vida a un cine ajeno al carril de las películas comerciales?

Una película se hace como uno quiere. Empecé a hacer cine desde pequeño con una cámara de 8 milímetros, luego me suspendieron en el Instituto de Cinematografía, afortunadamente. Entonces decidí hacer películas por mi cuenta, sin la necesidad de entrar en la producción y encontré una cámara de 16 milímetros en el Rastro. Después descubrí al actor Javier Grandes jugando con una pirindola y decidí filmarle, montar las imágenes y así sucesivamente... ¡Así fue como apareció El crimen de la pirindola!

- Este año, el Ministerio de Cultura ha recortado 700.000 euros en ayudas al cine independiente. ¿Qué opina sobre esta reducción?

- ¡Qué horror, no lo sabía! Me parece fatal que pase eso. Es espantoso que reduzcan el presupuesto para películas que pueden estar bien. El cine libre tiene que ser apoyado, que reduzcan el presupuesto para horrores comerciales, que es lo que vemos todo el rato.

- ¿Corren mejor suerte este tipo de obras en Francia?

- Es muy diferente. Tres veces al año, el Ministerio de Cultura financia películas de todo tipo. Yo ni mi productora hemos tenido ningún problema para financiar La bella durmiente, presentamos el guion al Centro Nacional de Cine e imágenes animadas (CNC) y les encantó, no hubo ningún problema ni de nacionalidad ni de nada, la financia porque les gusta.

- Y se convirtió en un referente del cine independiente. ¿Cómo recuerda la España de finales de los 60? 

- No era yo solo el que hacía películas así. Había visto las películas de Andy Warhol y Jean Cocteau y había una actitud bastante underground con otros autores que hacían lo mismo. Pero luego me fui a París porque a un amigo de Cahiers du Cinéma le gustó mucho mi primer corto y escribió un artículo en el que lo elogiaba, así que empecé a ir a Francia. Allí conocí al actor Jean Marais y le propuse hacer una película y, como estaba harto de rodar películas de espadachines, le gustó mucho la idea, y así fue como surgió Le Jouet criminel (1969). Después continué filmando en París y viniendo los veranos a Madrid a rodar.

- ¿Cómo vivió las protestas de Mayo 68? ¿Estaba en París?

- ¡Sí! Estaba en un hotel en el barrio de Saint-Germain. Se veía todo desde mi habitación y, al lado, había un chico que era amigo de Daniel Cohn-Bendit y era uno de los que planeaba todo. Venía a mi cuarto a ver cómo iban las protestas, sabía por dónde iba a pasar la policía en todo momento, lo tenía todo controlado. Siempre se cumplía lo que el decía.

- Aunque sus películas son apolíticas, ¿cómo está viviendo la campaña electoral en Francia? ¿Qué le parecen los candidatos?

- Prefiero no opinar. Nunca hablo de ellos ni con mis amigos. En Francia, nunca se habla de eso, es como una especie de vergüenza todo lo que está pasando. Es todo tan confuso, tan teatral... Nadie sabe lo que pasa.

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