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Estas son algunas de las razones por las que el ser humano puede ser un asesino

Efectivos de la guardia trasladan a un presunto criminal.

La palabra "asesinato" arroja en Google más de 36 millones de resultados y 'asesino en serie' supera los 3 millones. El crimen genera interés. El ser humano se siente fascinado ante él porque le cuesta comprender cómo el hombre puede ser capaz de atravesar ciertos límites morales.

Para la criminóloga Paz Velasco, autora del libro Criminal-mente (Editorial Ariel), hay tantos motivos como personas. "A unos les atrae como medida de prevención, creemos que si conocemos los casos de asesinato podemos evitar el peligro; para otros saber de ellos cumple una función social: permiten satisfacer algunas de las fantasías que tenemos y que jamás realizaremos", afirma.

Matar otorga poder y control. "En la sociedad hay casi un 5% de personas tóxicas, perversas, crueles y dispuestas a hacer el mal", afirma. Pero ¿se nace siendo asesino? En algunas personas existe una predisposición genética a la violencia pero eso no significa que quien cuente con ella vaya a convertirse en un asesino en serie. "Para ello han de darse varias cartas a la vez. La carga genética, un trastorno de la personalidad antisocial y haber sufrido una infancia complicada, de abusos psicológicos o carencia de amor, lo que se denominan factores ambientales y sociales", describe.

En algunas personas existe una predisposición genética a la violencia pero eso no significa que quien cuente con ella vaya a convertirse en un asesino en serie

No obstante, no todos los asesinos son iguales. Hay una clara distinción entre los hombres y las mujeres. "El hombre mata principalmente por sexo/sadismo, pero también para tener el control y sentirse poderoso. La mujer lo hace principalmente por lucro pero también por venganza o lealtad", aclara. 

Así mismo, las mujeres y los hombres siguen distintos modus operandi a la hora de matar. El hombre se decanta por usar sus propias manos, ya sea con arma blanca o a través de la estrangulación manual. En cambio, el 80% de los casos femeninos utilizan el veneno como arma. 

Erróneamente la sociedad concede el monopolio del crimen al hombre pero no es así. Las mujeres también matan aunque estadísticamente haya muchos más homicidas hombres. De hecho, el primer caso documentado se le atribuye a una mujer: Locusta. "Era una esclava del Imperio Romano que trabajaba para el estado matando por encargo con veneno. Que se sepa, cometió 420 crímenes", apunta Velasco.

Otro de los grandes mitos acerca del asesino es su perfil. "Comúnmente se asocia a un asesino con estratos bajos de la sociedad: familias desestructuradas o pobres pero tampoco tiene nada que ver", asegura la criminóloga. "En el siglo XV los primeros asesinos en serie fueron aristócratas que utilizaban el poder para ser impunes ante la ley. El caso de la condesa húngara Erzsébet Báthory es muy conocido. Asesinó a más de 400 doncellas vírgenes para bañarse en su sangre. Creía que así mantendría la belleza y juventud por más tiempo", cuenta Velasco.

Otro de los sorprendentes casos de homicidio que la autora cuenta en su libro data de hace 430.000 años. La Sima de los Huesos de Atapuerca, el yacimiento más antiguo del mundo, es el escenario del descubrimiento del que quizás sea el primer asesinato de la historia. "Ahí se encontró un cráneo con grandes agujeros en la parte frontal que muestra signos de violencia extrema", asegura. Esto significa que el ser humano ha matado desde que camina erguido. 

Sin embargo, el número de asesinos ha descendido en un 85% en las últimas tres décadas a nivel mundial. Esto se debe, según Velasco, a "los avances de las ciencias forenses y a la mejora de las técnicas de investigación" que en la actualidad sitúan en "dos asesinatos" el número de actos criminales 'necesarios' para atrapar a un asesino.

Se tiende a confundir la criminología con la criminalística. Los criminólogos somos científicos sociales que, entre otras cosas, tratamos de prevenir el delito

Al respecto, Velasco advierte: "Los criminólogos somos científicos sociales que, entre otras cosas, tratamos de prevenir el delito. Se tiende a confundir la criminología con la criminalística. La criminología es una ciencia que se encarga del estudio empírico del compotamiento delictivo y de la reacción social frente al mismo. Analiza el delito, al delincuente, a la víctima y las medidas de control social existentes. La criminalística es la investigación técnica del delito: recoger huellas, hacer fotos del cadáver, analizar patrones de salpicaduras en la pared... Los criminólogos no somos Grissom o Brennan en CSI aunque nuestro trabajo es igual de apasionante", bromea.

En España, la figura del criminalista como tal no existe. Sus funciones las lleva a cabo la policía científica de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. 

La España negra

Otra de las muchas curiosidades que alberga el libro es la historia a la que la autora ha apodado: España negra. "Durante la dictadura se ocultaron muchísimos crímenes pues se negaba que hubiera asesinos en nuestro país", indica. Mientras en el resto de Europa los ciudadanos estaban atemorizados ante los actos criminales de varios asesinos en serie en España "este tipo de crímenes se escondían, no existían", desvela. Pero la realidad, manifiesta la autora, es que "en nuestro país ha habido destripadores, ángeles de la muerte, viudas negras, asesinos en masa, asesinos itinerantes y, por supuesto, intrigantes crímenes que siguen sin resolver", concluye. 

   

 

 

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