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Motor

El primer Audi propulsado por un motor de gas natural sintético llegará a finales de año

No sólo híbridos y eléctricos forman parte del futuro de Audi en lo que a fuentes de energía se refiere. Antes de que finalice este 2013, podremos ver rodando por las calles su primer modelo propulsado por un nuevo combustible alternativo, el A3 TCNG, un modelo que funciona con e-gas, un gas sintético que Audi producirá en una planta que está construyendo en Werlte, localidad situada al norte de Alemania, y desde la que lo distribuirá a través de la red pública de gas natural a todas las estaciones de servicio de gas natural comprimido GNC. La ubicación de esta nueva planta, a casi 700 kilómetros de la fábrica de Audi en Ingolstadt, se ha debido al aprovechamiento de la energía eólica que caracteriza a esta zona de fuertes y constantes vientos para generar la electricidad suficiente para el funcionamiento de la planta.

Será a partir del verano cuando la nueva planta esté operativa para producir el e-gas que servirá de combustible al nuevo A3 Sportback TCNG que saldrá a la venta a finales de año. Un modelo desarrollado sobre la base del motor 1.4 TFSI —que podrá funcionar con el propio e-gas o con gasolina convencional—, que ofrece un rendimiento de 110 CV de potencia y ofrecerá una autonomía total con ambos combustibles superior a los 1.000 kilómetros. Alcanza los 190 km/h de velocidad máxima.

Llegará al mercado a fin de año, aunque requiere estaciones de servicio especiales para almacenar y servir el e-gas. En Alemania, se distribuirá a través de la red de gas natural

Cuenta con dos depósitos fabricados con compuestos plásticos  que almacenan 8 kilos de gas cada uno a una presión de 200 bares, y que ofrecen un peso muy contenido, cerca de 27 kilos menos que los depósitos convencionales.  Están situados debajo del piso del maletero y dispone de una boca de llenado junto a la habitual de gasolina, aunque de dimensiones más reducidas.

Por cada 100 kilómetros, el A3 Sportback TCNG consume 3,6 kilos de e-gas, con unas emisiones de CO2 por debajo de los 100 g/km, permitiendo una autonomía máxima de unos 400 kilómetros. Cuando se agota este combustible, la gestión del motor cambia automáticamente al modo de gasolina, manteniendo las mismas prestaciones y aportando más de 700 kilómetros extras de autonomía.

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