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El proceso de producción de un coche eléctrico dobla las emisiones de CO2 de uno de combustión

El proceso completo de producción de un coche eléctrico dobla las emisiones de CO2 de uno térmico.

La supuesta etiqueta “cero emisiones” de los coches eléctricos no es en realidad tal y como nos quieren hacer ver. Es cierto que mientras circulan sus niveles de emisiones sí lo son, pero en el ciclo de vida completo del coche eléctrico sigue habiendo a día de hoy una huella de CO2. Porque el objetivo que persigue la industria del automóvil en general va más allá de ofrecer turismos que no contaminen, principalmente eléctricos, y busca lograr una huella de CO2 neutra a lo largo del ciclo de vida completo del automóvil. Ello incluye desde la elaboración de las materias primas y los componentes al montaje final del vehículo en la fábrica hasta el reciclaje final.

Volkswagen, por ejemplo, anuncia con su nuevo ID.3  eléctrico una huella 100% neutra de CO2, aunque en realidad solo se ha conseguido en el proceso de fabricación: «El ID.3 tiene un balance neutro de CO2 desde la red de suministro de los proveedores a la salida de la cadena de producción», señala Thomas Ulbrich, responsable de E-Mobility de VW. Pero solo se cumple en Alemania, y siempre que el vehículo se cargue a en la red de Elli, la compañía eléctrica de energía verde propiedad del grupo Volkswagen para dar servicio de carga sostenible a sus modelos de baterías.

Porque en general, el proceso habitual de producción de un coche eléctrico genera mucho CO2 por culpa de las propias baterías, que además suponen a día de hoy un 50% del coste de producción.  Y ello es debido a las propias materias primas, como el litio principalmente o los elementos conocidos como tierras raras imprescindibles en su elaboración. Porque además de caros, su complicada extracción exige grandes movimientos de tierras y un uso masivo de maquinaria pesada que dispara las emisiones de CO2. Bajarlas será todavía complicado a corto plazo.

Sucede algo parecido en el proceso de ensamblaje y fabricación de las celdas que conforman las baterías, que requieren mucha mano de obra y alto consumo de energía, aunque podría reducirse la huella de CO2 empleando en el proceso dentro de las fábricas energías renovables.

Doble de emisiones

El resultado de todo ello es que el proceso completo de producción de un coche eléctrico doble las emisiones de CO2 de uno térmico actual: 57 gramos por kilómetro, frente a 27 de su equivalente de gasolina y 29 de un diésel o uno de GNC. Son los datos de un estudio de Volkswagen en el que compara los procesos de producción y las emisiones posteriores de un Golf con estas diferentes tecnologías.

Volkswagen estima que, a lo largo de su vida útil, un Golf diésel emite 140 g/km de CO2. Para ello, tiene en cuenta unas emisiones medias durante su uso de 111 g/km de CO2, a las que habría que sumar los 29 g/km de CO2 que estiman del proceso de producción de un automóvil. Para llegar a esta última cifra, Volkswagen estaría considerando una vida útil del coche de 200.000 kilómetros. Para el Golf eléctrico, por su parte, estiman unas emisiones a lo largo de su vida útil de 119 g/km de CO2. Para ello, y teniendo en cuenta la generación energética en la Unión Europea, habrían calculado que durante su uso un eléctrico emitiría 62 g/km de CO2.

Emisiones CO2 de un Golf en el ciclo completo de vida.

Buena parte de las emisiones generadas en todo el proceso de construcción y utilización de un coche eléctrico provienen de su propio proceso de fabricación. Volkswagen ha estimado que, en el periodo de 200.000 kilómetros de vida útil, el eléctrico debería imputar unas emisiones de 57 g/km de CO2 como consecuencia de las emisiones generadas en su fabricación. Y cita precisamente a la producción de las baterías, por el proceso de extracción de materias primas, como uno de los procesos más costosos a nivel energético.

Desde Seat, Josep Bons, responsable de desarrollo eléctrico de la marca, reconoce que el coche eléctrico es considerado cero emisiones locales desde el punto de vista del propio vehículo. Porque desde el punto de vista del ciclo global de vida del coche genera entre un 17% y un 30% menos de emisiones, dependiendo de si lo comparamos con un vehículo diésel o gasolina. Eso sí, si la batería se recarga con energía de origen sostenible, como por ejemplo eólica o solar, las emisiones son casi un 90% menores que las de un coche convencional en todo su ciclo de vida. En ningún caso, el eléctrico a día de hoy está libre de su huella de CO2. Es inferior a cualquiera, pero la tiene.

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