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Motor

Intensa puesta al día para consolidarse como la alternativa al Qashqai

El nuevo Sportage mejora en comportamiento y su conducción resulta más agradable.

Es el segmento en el que todas las marcas ponen sus ojos, el de mayores expectativas de crecimiento en el mercado europeo con previsiones al alza de un 25% respecto a las ventas del pasado ejercicio 2015. Y en ese marco de crecimiento de los SUV o todocaminos, muchas han sido las marcas que para este 2016 han lanzado nuevos modelos o renovados los ya conocidos. Kia lo ha hecho con su Sportage, un modelo que el pasado ejercicio logró situarse como el segundo más vendido de su categoría por detrás del intocable Qashqai, y que se ha renovado en profundidad como ha hiciera hace dos años el líder de la categoría.

Ahora, Kia pone en el mercado un nuevo Sportage, nuevo en todos los sentidos, con unos precios en general por debajo de los del Qashqai con una versión de acceso con motor de gasolina de 132 CV y tracción delantera que se queda justo por debajo de los 20.000 euros. A partir de ahí, una gama bien estructurada, con otra variante de gasolina sobrealimentada de 177 CV y una oferta diésel de 115, 136 y 185 CV, aunque las versiones de tracción total solo se asocian a los dos diésel más potentes y al gasolina de 177 CV.

El nuevo Sportage llega además diseñado desde cero prácticamente, con un bastidor nuevo y una carrocería de formas y diseño renovado, aunque mantiene los trazos identificables básicos del anterior modelo, y 4 centímetros más largo que el Sportage anterior (ahora mide 4,48 m), manteniendo tiene la misma altura (1,63 m) y la misma anchura (1,85 m). La distancia entre ejes crece en 3 centímetros llegando a los 2,67 metros, el voladizo delantero es 2 centímetros más largo mayor y el trasero 1 centímetro menor. El nuevo diseño ha permitido también mejorar el coeficiente aerodinámico, que baja de 0,35 a 0,33 debido sobre todo al nuevo paragolpes delantero. También se ha trabajado en mejorar la insonorización y, junto a la mejor aerodinámica, se siente más silencioso en marcha.

Para mejorar el confort de suspensión, adopta nuevos soportes de la transmisión que absorben mejor las vibraciones y, junto al uso de aceros de alta resistencia, se ha incrementado la rigidez del chasis es un 39%. Todo por subir un escalón en lo que calidad de rodadura se refiere y, aunque en esta primera y breve toma de contacto, la sensación que transmite a sus mandos es de un coche de mayor calidad de antes, lo comprobaremos en una prueba más intensa. Ayuda también a esa mejora de sensación al volante la nueva dirección eléctrica, de tacto sin duda más preciso, y los nuevos amortiguadores, que sujetan mejor al Sportage en curva.

A pesar de compartir desarrollo con el Hyundai Tucson, el Sportage ofrece un interior muy diferente en su diseño, aunque lógicamente similar en sus dimensiones, con unas plazas traseras de notable amplitud y un maletero de algo más de 500 litros pero, sobre todo, muy aprovechable por sus formas. La apertura de mismo puede además ser eléctrica. La consola está orientada ligeramente hacia el conductor, en una posición de conducción digamos más deportiva que la del Tucson. La instrumentación está formada por indicadores de agujas y, en opción, puede haber entre ambos una pantalla. En el salpicadero cuenta con otra pantalla táctil de 7 u 8 pulgadas y, entre los asientos delanteros, varía el diseño según lleve cambio manual y freno de mano mecánico o cambio automático y freno de mano eléctrico.

Comportamiento

Tras esta primera toma de contacto, el Sportage demuestra sobre todo un gran confort de suspensión y una conducción agradable, tanto en ciudad a baja velocidad por el funcionamiento de todos sus mandos como especialmente en carretera a velocidades digamos normales e incluso rápidas. Sólo a muy alto ritmo en trazados virados pierde algo respecto a los SUV más dinámicos del estilo de un BMW X1 o a los más confortables como un Mercedes GLC. Pero si no buscas esos niveles de precisión o de trato exquisito a los ocupantes, el Sportage cumple bien por lo que a su precio de compra se refiere.

De los diésel disponibles, tanto el 1.7 CRDI de 115 CV como el 2.0 CRDI de 136 CV tienen un funcionamiento agradable por lo que a ruido y vibraciones se refiere. El de menor potencia mueve bien al Sportage y es un motor recomendable para quien le guste conducir a un ritmo normal. Por unos 1.500 euros más, el 2.0 CRDI ofrece un dinamismo superior y un consumo muy similar.

De los gasolina, el 1.6 GDI de 132 CV es más agradable por funcionamiento que cualquiera de los diesel, sobre todo a baja velocidad, pero requiere sobrepasar las 4.000-4.500 rpm para ofrecer buena aceleración, pero entonces se vuelve más ruidoso.

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