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Sociedad

La bronca Matamoros-Belén Esteban, el ocaso de Toñi Moreno y el futuro del pequeño Nicolás

Los adictos a las series vivimos en una suerte de universo paralelo, alejados de la mundanal basura televisiva que se emite en España, enfrascados en deleitarnos con multitud de capítulos que se comen las horas del día y nos ocupan hasta horas inconfesables de la madrugada. Nos quedan pocos ratos libres para bajar al lodazal. Pero un servidor desciende de vez en cuando a estos infiernos del mal gusto para despotricar con conocimiento de causa contra las variopintas bazofias que idiotizan a millones de españoles. Esta semana, sin embargo, la adicción a la serie carcelaria Oz (HBO) apenas ha dejado resquicios para el desconsuelo intelectual y la sonrisa constante, todo hay que decirlo, que provocan espacios como Gran Hermano.

La citada ficción norteamericana filmada a finales de los noventa destaca por su violencia, amén de por vigorosos personajes y tramas genialmente entrelazadas. En Oz se suceden las peleas y los asesinatos, las puñaladas y las traiciones, los engaños y las sobredosis. Sangre y conflicto permanentes y brutales. Pero toda esta violencia, más física que verbal, entronca, en el fondo, con vicios y virtudes del ser humano como la amistad, el honor, la venganza, la soledad o el amor, con el leitmotiv de la muerte y el odio como mejores palancas para activar la reflexión sobre la ausencia de libertad que se vive en una prisión de máxima seguridad. En suma, hay mucha violencia, sí, pero está justificada en esa ficción y es, por decirlo así, una violencia seria, hasta necesaria para aprender de ella.  

Una violencia más absurda y gratuita

Viene esto a cuento porque, aunque no sea tan explícita ni sangrienta, resulta peor, mucho peor, por más dañina y más hiriente, esa violencia absurda, gratuita, estúpida y grotesca que se emite todos los días en programas como Sálvame. Esta semana ha habido un ejemplo en dicho espacio, cuando Kiko Matamoros y Belén Esteban -dos estrellas de la tele que definen a esa tele- se enfrascaron en una bronca monumental a cuenta de cierto problema relacionado con Terelu Campos. Gritos, insultos, aspavientos y tonterías a borbotones. Jorge Javier Vázquez intentando separar a los dos púgiles. Y la buena de Belén llamando "calvorota", "gorila" o cosas semejantes a su oponente. Una pelea para llorar con más ahínco, si cabe, viendo la televisión que padecemos. Si quieren sufrir, ahí la tienen:

Entre capítulo y capítulo de Oz también ha habido momentos para la alegría al leer con alborozo que el nuevo programa de Toñi Moreno en las tardes de La 1, llamado T con T ("la tarde con Toñi" o algo así) ya empieza a languidecer. Nada personal contra esta periodista, quede claro, pero resulta necesario recordar que se trata de la presentadora de aquel inolvidable Entre todos, espacio dedicado a la limosna y la lágrima fácil. Por suerte, el nuevo responsable de TVE decidió fulminar este programa tan controvertido por el que la buena de Toñi se embolsaba 1.400 euros diarios. La cadena decidió seguir apostando por Toñi con su T con T, que anda rozando el 5% de audiencia. A partir del lunes, tendrá una hora menos. Aleluya.

Todos los ciudadanos saben de las andanzas de este muchacho que, obviamente, jamás hubiera pisado las alfombras del poder sin padrinos que le mimasen para valerse de sus servicios de espía, infiltrado o lo que quiera que sea o haya sido

Para terminar, en esta pieza irresponsable toca incluir, cómo no, al hombre más buscado de España. El pequeño Nicolás ha pasado ya a formar parte de nuestro imaginario colectivo. Todos los ciudadanos saben de las andanzas de este muchacho que, obviamente, jamás hubiera pisado las alfombras del poder sin padrinos que le mimasen para valerse de sus servicios de espía, infiltrado o lo que quiera que sea o haya sido. El caso es que, volviendo a la televisión, parece ser que las grandes cadenas se pelean por conseguir la primera entrevista con el joven. Lógico. No parece tan normal, en cambio, que el susodicho esté recibiendo ofertas millonarias para acudir a algún programa, como se ha publicado. 

Por mucha gracia que nos hagan sus fotografías junto a todo bicho viviente, por muy divertidas que nos parezcan sus aventuras y por mucho que idolatremos a este joven -ya se sabe que aquí se idolatra a quien se burla de la ley, no a quien la obedece; solo hay que ver a los políticos-, quienes quieran contar con él en un plató de televisión no deben olvidar que se trata de alguien imputado porque presuntamente ha cometido delitos. Y pagar a este tipo de individuos no parece muy ético desde un punto de vista deontológico, ¿no creen? Claro que también han cobrado como tertulianos algunos de esos políticos ahora enfangados en sus propias corrupciones. Tarde o temprano, veremos al tal Nicolás en la pantalla. Hasta que llegue ese momento apoteósico, un servidor seguirá devorando capítulos de Oz. Les recomiendo que hagan lo mismo. 

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