Quantcast

Sociedad

La hepatitis C y el VIH causan estragos entre los 70.000 reclusos que hay en España

Interior de una prisión

La prevalencia de pacientes con hepatitis C y VIH es muy superior en la población reclusa que en la que no lo es. Así lo prueban los datos que dicen que un 22% de los reclusos en España están afectados por la hepatitis C, la enfermedad que destroza el hígado y para la que Sanidad ha aprobado recientemente la compra de un nuevo tratamiento cuyo elevado precio ha desatado la polémica. De este 22%, un 40,5% están infectados además de VIH, por lo que el virus que causa el sida se encuentra en la sangre de un 10% de la población penitenciaria. 

Estos datos fueron difundidos en el congreso de la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria (SESP), que se celebró en Barcelona estos días pasados. Como puede observarse, se trata de unas cifras superiores a las de la población no privada de libertad, ya que prácticamente todas las enfermedades infecciosas tienen una prevalencia mayor entre los reclusos. Esto es debido principalmente a que se trata de una población marginal con un porcentaje elevado de usuarios de drogas por vía intravenosa, así como por otras vías también asociadas a la transmisión de enfermedades como la hepatitis C o el VIH.

Los reclusos tienen limitado el tratamiento con fármacos de acción antiviral directa, que están revolucionando el tratamiento de la hepatitis C

Según datos del INE referidos a 2012, la población privada de libertad ascendía a 68.597 individuos en 2012, 63.000 hombres y apenas 5.225 mujeres. Un 32% son extranjeros. Con estos datos podemos calcular el número de infectados de hepatitis C, que ascendería a unos 15.000 individuos. En Estados Unidos la prevalencia es similar, para lo cual Washington ha alcanzado acuerdos con los laboratorios Gilead, dueños de la marca Sovaldi que está indicada para el tratamiento de la hepatitis C crónica. España ha seguido su camino para subvencionar públicamente esta medicación, cuyo tratamiento (que se restringe sólo a los casos más graves por su alto coste) vale varios miles de euros por persona. Según afirma el Dr. Pablo Saiz de la Hoya Zamácola, del Centro Penitenciario Fontcalent de Alicante, debido a los recortes, en las prisiones está muy limitado el tratamiento con los fármacos de acción antiviral directa (AAD), que son los que en la mayoría de las ocasiones están indicados actualmente”.

La Subdirección General de Sanidad Penitenciaria (SGSP) no permite a los médicos de prisiones prescribir estos fármacos ya que son de uso hospitalario, por lo que los pacientes reclusos únicamente pueden ser tratados en Madrid. "Además de la ingente lista de espera que esto ha provocado, muchos pacientes se niegan a ser trasladados lejos de sus familias y médico habitual, por lo que nunca recibirán el tratamiento adecuado", asegura el experto, quien recuerda que el control de estas enfermedades en las prisiones es de interés para toda la población. Los reclusos acaban recuperando su libertad y tienen posibilidad de seguir contagiando si no se controlan sus enfermedades.

Trastornos mentales a la orden del día

Con todo, los trastornos de la personalidad (TP) son el tipo de enfermedad que más abunda entre la población reclusa. Según el estudio Perseo, que dentro de poco presentará la SESP, un 46% de los casos son de trastorno de personalidad antisocial y un 30% borderline. En la cárceles de Quatre Camins y Hombres de Barcelona "un 50 de las visitas de asistencia primaria eran debidas a trastornos mentales", según el Dr. Vicens Tort Herrando. Los trastornos mentales más frecuentes son "la dependencia de sustancias, la ansiedad y la depresión, que en muchos casos se presentan de forma comórbida".

El Dr. Tort explica que “los casos leves de estas patologías pueden ser tratados por los equipos de asistencia primaria de los módulos penitenciarios, sin embargo, los casos más graves​ necesitan un abordaje con especialistas formados en el ámbito penitenciario y psiquiátrico. En situaciones de estabilidad se necesitarían módulos más flexibles donde se hiciera hincapié en los aspectos más rehabilitadores, y concretamente, los pacientes más graves necesitarían módulos específicos fuera del entorno penitenciario”. ​Uno de los principales objetivos de los psiquiatras penitenciarios es reinsertar a los internos en la comunidad para evitar recaídas y nuevos delitos. Los galenos recuerdan que un tratamiento exitoso a los reclusos "protege a la sociedad".

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.