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Sociedad

Caja Madrid ofreció a los ecologistas de El Palmar comprar un terreno para así protegerlo

Al fondo, los terrenos de Malcucaña, en la playa El Palmar en Vejer de la Frontera (Cádiz).

“¿Os habéis planteado comprar el terreno y de eso modo poder protegerlo?”. Esta pregunta, proveniente del que se presentó como un intermediario de Caja Madrid, dejó sorprendidos a algunos de los integrantes de la plataforma Salvar el Palmar, que se creó en 2009 para tratar de impedir que se construyera un megacomplejo hotelero con unas 700 habitaciones en primera línea de costa en dicha playa de Vejer de la Frontera (Cádiz). El que hasta ahora había sido considerado por los ecologistas como uno de los ‘enemigos’ contra los que luchar, ya que poseía la mitad de los terrenos, ofrecía lo que parecía una solución ideal para ambas partes. La plataforma se aseguraba que su parte de la propiedad se quedaba sin construir y la caja se libraba, pocas semanas antes de su entrada en Bankia, de uno de los muchos activos inmobiliarios que la lastraban.

Una vez repuestos de la sorpresa inicial, varios miembros de la plataforma comenzaron a cavilar la idea. “Aunque aquí en España nunca se ha hecho, es una práctica común en Estados Unidos, donde las organizaciones ecologistas incluso tienen ventajas a la hora de la compra”, explica Antonio Nabú, uno de los integrantes de Salvar El Palmar.

Llamados por la curiosidad y, como reconoce Nabú, por la idea de hacer algo pionero en España, cuatro miembros de la plataforma se reunieron en octubre de 2010 con dos empleados de la entidad en las oficinas de Caja Madrid en el centro de Sevilla. “Nos ofrecieron los terrenos por 3 millones de euros, aunque nos dijeron que todo era negociable”, afirma Lola Yllescas, presente en la reunión. “Nos enseñaron los planos para que supiéramos cuales eran los terrenos en venta y nos explicaron que tendríamos que dar una señal que rondaba el medio millón de euros”, agrega Nabú. Bankia asegura que desde que Caja Madrid se integró en la entidad no se han producido contacto con grupos ecologistas, pero no tienen información para confirmar ni desmentir que el encuentro que relata la plataforma se llevó a cabo, ya que fue anterior a la constitución del banco presidido por José Ignacio Goirigolzarri.

Entorpecer la construcción

En las casi dos horas que duró la reunión, los empleados de Caja Madrid animaron a los componentes de Salvar El Palmar a buscar financiación entre los simpatizantes de la causa. “Sabían que teníamos muchos seguidores en las redes sociales y nos dijeron que si pedíamos a cada uno 30 euros podríamos comprar el terreno e impedir que se construyera el megacomplejo hotelero porque sin la parte de Caja Madrid a la promotora que tenía el resto de los terrenos no le iba a interesar seguir adelante con el proyecto”, asegura Yllescas.

La promotora que posee la otra mitad del terreno llamado Malcucaña es Chival Promociones Inmobiliarias S.L., perteneciente al grupo andaluz Tarje, que tiene pendiente de construcción otro polémico complejo hotelero en la también gaditana playa de Valdevaqueros, Tarifa. Este medio ha tratado, sin éxito, ponerse en contacto con Chival, que reflotó en El Palmar el proyecto que en 2004 lanzó la cadena Riera Marsá para esos terrenos y que abandonó por falta de financiación.

“A la salida de la reunión lo tuvimos claro, no queríamos pertenecer a eso mundo de especuladores con los que nos habíamos reunido y contra lo que luchamos, así que desistimos de la idea”, relata Yllescas. “Además, aunque el proyecto aprobado por el Ayuntamiento de Vejer contemplaba la totalidad de los terrenos, estábamos seguro que si nosotros comprábamos el Consistorio lo cambiaria para que el megaproyecto pudiera salir adelante sin nuestra parte de Malcucaña”, añade Nabú.

Hace pocos meses Nabú volvió a coincidir en El Palmar, donde tiene un negocio de alquiler de apartamentos rurales, con la persona que les planteó por primera vez la idea de comprar y le volvió a reiterar la “gran oportunidad” que perdieron al no hacerse con parte de Malcucaña. Unos terrenos que Bankia traspasó a la Sareb, el conocido como banco malo, y que por ahora siguen estando sin construir, gracias a una inesperada aliada de los ecologistas, la crisis inmobiliaria.

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