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Sociedad

Los que pudieron emigrar: jóvenes que plantan cara a la crisis en España

Álvaro (en el centro) en una de las poblaciones que atiende su ONG

El último informe del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) arroja datos reveladores sobre las preocupaciones de los españoles, y entre ellas está, indefectiblemente, el paro. Para el 79,8% de los encuestados en el barómetro de diciembre, el desempleo es el primer problema que existe en España.

Y es que si la tasa de paro es, según la Encuesta de Población Activa (EPA), del 21,2%, en el caso de los jóvenes de entre 20 y 24 años asciende al 43%, es decir, que 581.000 españoles en esta franja de edad buscan empleo pero no lo encuentran.

De París al mundo

Rafa, granadino de 24 años, estudió Relaciones Internacionales, titulación que cursó en Madrid. Antes de terminar definitivamente el grado y a punto de dar el salto laboral, se le presentó una disyuntiva. Tenía delante de la mesa varias ofertas de empleo y no eran un espejismo.

Una de ellas le abría la posibilidad de firmar un contrato en una empresa de tesorería con sede en Francia, país cuyo salario mínimo es de 1.136 euros al mes, frente a los 648 españoles. Formaría parte del 9,2% de titulados españoles con empleo en el extranjero, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). De otro lado, tenía una idea rondándole la cabeza, a medio camino entre el negocio y la difusión de valores en un contexto como el español, hostigado por varios casos de corrupción nada ejemplares.

Pese a las ofertas de empleo en Francia y Reino Unido, los tres jóvenes han decidido desarrollar su propio proyecto

Y al final, Rafa, junto a dos amigos, Raúl y Jaime (1990), ambos licenciados en Ingeniería Industrial, se decidieron por la segunda opción y nació c21bebrave, especializada en la venta de relojes. A Rafa siempre le había atraído crear su propia empresa, pero en realidad ésta les sirve para dar a conocer sus ideas sobre la juventud de este siglo (de ahí el nombre de la compañía) que difunde el Papa Bergoglio, del que son seguidores. "Quien lleva un reloj nuestro, se lo pone porque tiene unas ideas detrás", explica.

Los tres amigos se encargan de todo: relación con los proveedores, gestión de ventas, contabilidad, marketing y difusión en redes sociales... No cuentan con empleados ni inmuebles que mantener. Aunque esperan tenerlos algún día, prefieren ir paso a paso para consolidarse sobre seguro.

Sin más apoyo financiero que el de su familia, y con algunas personas que les tildaban de locos aventureros, llevan más de una de explosión de ventas; no ha habido un solo día desde julio de 2014 sin pedidos en varios países europeos y americanos. "Sólo el primer encargo fue de mil relojes", relata Rafa. Y la tendencia se ha mantenido.

Parte de sus ingresos los destinan a la Fundación Takeli, dedicada a la mejora de las condiciones de vida en Togo. El resto del dinero que obtienen lo reinvierten en la propia empresa. Rafa se dedica en exclusiva a c21. Lo siguiente es consolidarla como su medio de vida.

Los tres amigos saben que dejaron atrás un futuro prometedor; Rafa en Francia y Raúl y Jaime en Reino Unido, donde estudiaron un máster y residieron un año. De hecho, Ingeniería Industrial es una de las titulaciones de mayor inserción laboral en el extranjero, con una tasa del 16%. Pero los tres consideran que aunque su proyecto personal es idealista, sí, también es una apuesta segura.

Un empresario con vocación social

Tras un año sabático, Álvaro (1989) quedó marcado por la experiencia de tocar la miseria con las manos en varios países, haciendo voluntariado. A su vuelta a España, terminó la licenciatura en Administración y Dirección de Empresas (ADE) y le llegó el momento de actualizar el curriculum y buscar empleo. Contaba con la experiencia de haber trabajado antes en Deustche Bank. No tardó "ni una semana" en decidirse por emprender en cooperación para el desarrollo.

A pesar de que ADE es una de las titulaciones con mayor índice de licenciados trabajando en el extranjero, Álvaro ha apostado por crear una organización que "genere una auto-sostenibilidad en una comunidad determinada". Tiene muy clara la idea: "La gente en Occidente cada vez exige más conciencia social, pero a la vez hay una creciente desconfianza en la figura de las ONGs. Queremos demostrar que si los recursos se invierten de una manera correcta en proyectos de educación y de emprendimiento, los propios beneficiarios pueden ser agentes de cambio y conseguir que su comunidad se desarrolle", explica.

Más Por Ellos tiene las funciones de su equipo divididas y planificadas. "Me tomo el trabajo muy en serio", relata Álvaro, "a veces demasiado"

Es lo que hace Más Por Ellos desde 2013 a través de varios proyectos en Kenia y en Zambia. Se trata de un equipo de quince jóvenes españoles que obtienen financiación de empresas y particulares que colaboran o se han hecho socios de la ONG. Álvaro pretende consolidarla a largo plazo creando una empresa social que revierta los beneficios a la organización.

A primera vista, podría parecer una locura, pero este emprendedor asegura que su familia y las personas de su entorno no lo consideran así, sino que le apoyan y le ayudan en todo lo que pueden. "Buscamos incitar a gente joven a dedicarse a cosas más importantes que ganar y gastar dinero", algo que Álvaro se toma "muy en serio, a veces demasiado", afirma. "Cada grano de arena cuenta y entre todos podemos generar cambios que mejoren la vida de muchas personas", agrega.

La reflexión que hace este madrileño de los jóvenes emprendedores españoles es que "lo difícil no es empezar, nadie te va a parar cuando tienes una idea en mente y sueñas con llevarla a cabo". "El problema está a la hora de crecer: no hay economía, no hay consumo, hay una fuga de talentos y el sistema de bonificaciones para autónomos o empresas no está bien pensado", asegura.

En el caso de este grupo de jóvenes con estudios universitarios, no ha habido esa huida de cerebros a otros países. Tenían pocas opciones, pero se han hecho un hueco en su sector a fuerza de sacar provecho a los valores por los que apuestan. El futuro español no está sólo en Londres o Alemania

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