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Los sindicatos se quedan sin cantera: solo el 5% de sus afiliados son jóvenes

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En 1886 Chicago fue escenario de una huelga en la que participaron 200.000 personas. Era Primero de mayo y las reivindicaciones obreras fruto de la revolución industrial calaban en una población que abandonaba el campo para buscar una mejor vida al calor del empleo fabril. 130 años después, las cosas han cambiado a mejor gracias en parte al tesón y la lucha de los sindicatos. En cambio, esas mismas organizaciones imprescindibles en el equilibrio de la sociedad productiva han perdido el paso. Su falta de renovación, la desconexión con los problemas reales de la clase obrera y grandes y graves problemas internas han roto el cable que les unía a la población en general y a los jóvenes en particular.

Según los últimos datos de CCOO a los que se tiene acceso, de los 909.052 afiliados, 32.762 tienen entre 14 y 30 años. En UGT, son 40.641 jóvenes menores de 30 -aunque este sindicato considera este rango hasta los 36, donde la cifra aumentaría notablemente-.

"Es cierto que hemos perdido mucha afiliación y entre los jóvenes no hay demasiada. Los datos para mí son muy preocupantes", asegura Violeta Carlavilla, de la Secretaría General de Demanda Joven UGT en conversación con Vozpópuli. Carlavilla ve distintas razones en la posible pérdida de interés por parte de la cantera. "Vas a actos o manifestaciones y no hay apenas gente joven, pero es porque no llegamos a ellos (…) Lo provoca que el empleo que pueda tener un joven es precario y está muy mal remunerado. Como no se tiene un tiempo completo, no se van a afiliar para después quitarse", afirma. Para Carlavilla el "miedo a afiliarse" por las supuestas reacciones de las empresas también influye. 

A la gente hay cosas que debemos explicar, debemos de contar y debemos pedir perdón por los errores. Hay que dejar las cosas claras"

Con este factor coinciden Paula Guisande, portavoz de Sindicato Joven de Madrid y Javier Pueyo, adjunto a la Secretaría Confederal de Juventud, ambos de CCOO. "Sencillamente tienen miedo a que el jefe les despida si se organiza con sus compañeros, hay más miedo que antes", asegura Pueyo. "La respuesta de las empresas muchas veces son sanciones y persecuciones e intentan a toda costa acabar con esa capacidad de organización", señala Guisande. Se considera un importante motivo "el mensaje que se ha lanzado contra los colectivos".

Carlavilla es la única que realiza autocrítica sobre los errores cometidos por los sindicatos y opta por dar explicaciones. "Ha habido mucha baja en afiliación por tema económico, pero también hay cosas que debemos explicar y contar. Debemos pedir perdón por los errores. Hay que dejar las cosas claras", asegura. Con 25 años lo tiene claro y reflexiona durante toda la entrevista: "No es por culpa de la gente joven, sino por nuestra culpa. Debemos ser más transparentes, salir más a la calle…", admite.

Además, Carlavilla menciona los casos de corrupción de UGT y la actuación de anteriores secretarios generales del mismo como "lastre" que les persigue. "Con los casos de corrupción no se ha sido claros, mediáticamente no se han dado respuestas. Debemos dejar de mirarnos el ombligo", señala firme. "Nosotros hemos querido jugar a ese juego. Jugar a política cuando nosotros tenemos que hacer sindicalismo y defender los derechos de los trabajadores", añade. Carlavilla ve que ahora UGT sí se ha encauzado en un camino adecuado para acercase a quienes tienen entre 14 y 30 años. "El actual secretario general de Madrid, Luis Miguel López Reillo, se ha sentado con la gente, han preguntado y él ha respondido", afirma. "Con gente así cambiará UGT y los jóvenes se acercarán porque se sentirán identificados", concluye.

Hemos querido jugar a política cuando tenemos que hacer sindicalismo"

Sin embargo, desde CCOO ven una situación más esperanzadora a pesar de que sus datos sean más bajos que los de UGT. "Últimamente hay mucha voluntad de organización y muchas elecciones sindicales de jóvenes", afirman y añaden: "A lo largo de todo 2017 ha habido una recuperación importante. En el caso de las personas menores de 30 se nota que empieza a haber un repunte". Aseveran que su afiliación "lleva meses creciendo". Las razones de esa pérdida más ligada a la crisis también están, según indica Guisande, en el desempleo. "Al no estar en un centro de trabajo resulta más difícil organizarse sindicalmente o visualizar la importancia de tratar los temas laborales a nivel colectivo". Pueyo añade que "la inmensa mayoría de las empresas son pequeñas y el movimiento sindical tiene muy difícil llegar a ellas".

Falta de "cultura de participación"

Gorka Martín, presidente de CREUP (Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas), habla como movimiento de representación estudiantil. Ve la pérdida de interés en los sindicatos y resto de organizaciones en una "falta de participación en la vida pública" de los españoles. Como organización mediadora entre universidades y estudiantes, Martín ve una inexistencia de "cultura de participación" en estos movimientos: "Es muy difícil captar a gente para esta representación estudiantil". "No saben la capacidad que tienen de influir, no ven que con su movimiento pueda conseguir cosas", asevera.

Tanto Guisande como Martín coinciden en el conformismo como otra causa de desinterés. "Cuando te ha costado año y medio conseguir tu trabajo es normal agarrase a él, aunque sea precario", afirma Guisande. En este sentido, Martín opina que "sobre todo el colectivo juvenil tiene otras prioridades, desde que somos pequeñitos nos enseñan a que lo que tenemos que hacer es formarnos, lo importante son las clases. El tiempo libre del que puedan disponer lo dedican a ocio propio". "Además, los padres son muy reticentes a que su hijo participe en este tipo de movimientos", añade. Pueyo defiende que "la resignación no es una opción".

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