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El mercado negro de los medicamentos: 'camellos' que venden viagra, anabolizantes y sedantes

El mercado negro de medicamentos está en auge con 'camellos' que venden todo tipo de productos que van desde pastillas para satisfacer los deseos sexuales hasta material para clínicas de medicina estética clandestinas

Una de las cajas incautadas por la Policía Municipal de Madrid de medicamentos ilegales

"Hay mercado para todo tipo de medicamentos". Es la realidad del negocio de los fármacos ilegales en Madrid sustentado por 'camellos' que trapichean con estos comprimidos en las calles a clientes habituales. Consiguen la mercancía robándola, trayéndola desde el extranjero o falseando sus patologías para obtener recetas por parte de los sanitarios, según han informado fuentes policiales a Vozpópuli.

Los agentes de la Policía Municipal de la Unidad Integral de Ciudad Lineal son unos de los grandes expertos en el tema debido a la multitud de intervenciones que han tenido que realizar sobre este tipo de negocio ilegal. Este distrito del noreste de Madrid es uno de los más poblados (212.000 habitantes) y su ubicación es estratégica para los delincuentes.

En primer lugar, por la extensión de la calle Alcalá que conecta la periferia con el centro y es una de las vías por donde estas personas intentan acercar los fármacos al núcleo urbano. Una "ruta fácil". También por la cercanía del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, otro de los epicentros por donde entran los comprimidos a nuestro país.

Estos agentes establecen controles preventivos en zonas estratégicas y, al ser conocedores de los perfiles y las estrategias de los delincuentes, realizan descubrimientos sorprendentes. El mes de julio tuvieron dos intervenciones y otras tantas durante el mes de agosto.

La última fue la semana pasada cuando detuvieron a un hombre que portaba en el interior de una maleta medicamentos ilegales en España, según la Agencia Española del Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). Este individuo dijo que había recogido los enseres en el aeropuerto procedentes de Nicaragua, que eran fármacos anticonceptivos de su pareja y que la receta la tenía ella.

En concreto, llevaba 20 blísteres de diez pastillas de acetaminocen (parecido al parecetamol), 20 ampollas inyectables de cyclonor (anticonceptivo hormonal) y 20 ampollas de mesygest (anticoncpetivo hormonal). Fue arrestado por un delito contra la salud pública.

"Hay mercado"

"Nosotros con los controles se lo ponemos más difícil a este tipo de delincuentes. Cuanto más trabajo se realiza en más ámbitos o en un espectro mayor, hay más facilidad para pillarlos", explica a Vozpópuli Óscar García Martínez, subinspector de la Unidad Integral de Distrito de Ciudad Lineal. Estos agentes municipales cuentan en todo momento con el apoyo de sus compañeros de la Unidad de Medio Ambiente (UMA) y están en permanente contacto con la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios.

Según los datos del Ministerio de Sanidad, en 2021 en España se llevaron a cabo 338 actuaciones sobre medicamentos ilegales por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Se notificaron 121 robos, extravíos o desvíos de productos al tráfico ilícito. Además, se retiraron 796 anuncios de medicamentos de plataformas de venta online y de redes sociales.

"Nos asesora de forma directa y permanentemente ya que muchas veces el principal componente de estos productos está fiscalizado y se considera como droga en España aunque pueda estar disponible en otros países", detalla. Los acusados se enfrentan a un delito contra la salud pública. El subinspector explica que "hay mercado para todo tipo de medicamentos": desde anabolizantes para los culturistas hasta la viagra para mejorar las relaciones sexuales. Uno de los motivos es que es fácil comercializar con el sildenafilo, principal componente de la viagra.

La medicina estética

Hay quien quiere hacer negocio con las diazepinas, psicotrópicos que tienen efectos sedantes sobre el sistema nervioso. Pero la joya de la corona de estos delincuentes es la medicina estética. Comercializan desde la toxina botulínica, el denominado bótox, hasta la lidocaína, que sirve de anestesia para estas operaciones. Entre su gama de productos se encuentran las jeringuillas.

El destino de todas estas ventas son clínicas clandestinas que realizan multitud de tratamiento sin las medidas sanitarias oportunas. Se instalan en casas donde acuden los clientes a recibir el producto de forma muy barata pero que puede suponer un riesgo para la salud.

El menudo de medicamentos se realiza desde en la vía pública hasta en establecimientos como peluquerías, bares o determinados ambientes como prostíbulos donde se usan potenciadores sexuales. Una de las grandes preguntas que tratan de responder estos agentes, en algunas operaciones con la colaboración de la Policía Nacional, es "de dónde sacan los vendedores estos productos".

Robos, viajes y recetas falsas

Tienen diversos métodos. Los hay que los consiguen con la receta de un familiar, falsificando informes médicos o robándolos en farmacias. También hay otros que simulan ataques de ansiedad y piden medicación a los sanitarios. No cesan hasta que consiguen un boletín para el comprimido que buscan.

Hay grupos que roban a distribuidores o en farmacias. Algunos de ellos tienen acceso a varios repartidores a los que extorsionan con el objetivo de obtener sus valiosos productos.

Otros traen el comprimido a España desde terceros países donde no hay controles de calidad. Los fármacos son trasladados sin medidas de seguridad y algunas veces hasta caducados para hacer negocio en nuestro país a costa de las personas necesitadas.

Tres euros por pastilla

Detrás de estas prácticas, de momento, no hay grandes organizaciones criminales. Solo 'camellos' callejeros que tienen abundantes listas de clientes. Los beneficios son altos: venden por tres euros la pastilla medicamentos que recetados tienen un coste de 1,5 euros 20 comprimidos.

Se enfrentan al delito contra la salud pública, similar al tráfico de drogas, pero también a la tipología de intrusismo profesional ya que por ley solo pueden ser suministrados por personas colegiadas. Tampoco suponen las mismas penas vender un ibuprofeno que un clonazepam. "Tiene un efecto más potente y las reacciones pueden ser más graves", afirma este mando de la Policía Municipal de Madrid.

Estos 'camellos' de los medicamentos pueden tener penas de cárcel de entre seis meses y tres años de prisión. El riesgo de sus actuaciones es muy grave: juegan con la salud e integridad.

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