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Internacional

El policía Nacional que calmó la angustia de 250 españoles durante el golpe en Turquía

Momentos de la noche del intento de golpe de Estado en Turquía.

A las 21:30 horas del viernes 15 de julio, el teléfono de Miguel empezó a sonar. Fue el comienzo de una odisea en la que un policía destinado en el Consulado de España en Estambul se jugó el pellejo para ayudar a los 250 españoles a los que el golpe de Estado fallido sorprendió en el aeropuerto de la capital turca. 

Miguel (prefiere que sus apellidos no se conozcan) es el número dos del Ministerio del Interior en el Consulado y fue el encargado de desplazarse al aeropuerto de Atatürk en medio del caos para prestar ayuda, asistencia, apoyo y hasta medicinas a los distintos grupos de compatriotas que allí aguardaban asustados y desorientados.

El agente vio los cadáveres de manifestantes que se habían opuesto al golpe y habían sido arrollados por los tanques de los sublevados

El aeródromo se paralizó durante el intento de golpe, los vuelos se cancelaron y muchos trabajadores abandonaron sus puestos. Miles de personas quedaron "varadas" en tránsito hacia otros países, incluidos 250 españoles entre los que había enfermos, personas mayores o una madre con dos niños pequeños.

Miguel, entre tanto, pasó la noche despierto, escuchando los F-16 sobrevolar Estambul y en contacto permanente con el agregado de Interior del Consulado, que en ese momento se encontraba en España, y con la Dirección de Cooperación Internacional de la Policía. 

Un trayecto bajo la ley marcial

Los teléfonos del Consulado colapsaron, de modo que, una vez descartado que hubiera víctimas españolas, el cónsul apreció que el problema más importante era el grupo de españoles que permanecía en la zona de tránsito del aeropuerto en un ambiente de "tensión e incertidumbre".

Por ello, encargó a Miguel dirigirse al aeropuerto a calmar los ánimos y ayudar en lo que fuera necesario. El policía cogió su coche y tuvo que recorrer un trayecto de 45 minutos en una ciudad en la que regía la "ley marcial". Un trayecto relativamente tranquilo hasta que se acercó a las inmediaciones del aeropuerto, una de las zonas más activas durante el golpe, y donde vivió momentos "difíciles de olvidar", según explica en una entrevista con Efe en la que relata lo que vio.

Por ejemplo, los cadáveres de manifestantes que se habían opuesto al golpe y habían sido arrollados por los tanques de los sublevados. Pero también a civiles al mando de esos mismos tanques que habían arrebatado a los militares golpistas y con los que disparaban al aire para celebrar el fracaso del golpe. "Ese fue el peor momento", admite Miguel, quien, este año ha vivido tres atentados masivos y un intento de golpe de Estado.

Españoles en tránsito

Finalmente, logró llegar al aeropuerto, donde tuvo que afrontar otro problema: acceder a la zona de tránsito internacional pese a la oposición de las autoridades turcas, dado que no disponía del permiso pasa hacerlo. El trabajo diplomático y, sobre todo, su amistad personal con algunos policías del aeropuerto le abrieron finalmente las puertas y comenzó a contactar con españoles desperdigados.

Un grupo de cuarenta andaluces con destino a Japón, una madre con un bebé y una niña de dos años, un enfermo al que consiguió Sintrom... Todos ellos "habían pasado mucho miedo" y estaban desesperados.

Su comportamiento "absolutamente ejemplar" cambió "radicalmente" la actitud de los españoles. No son palabras suyas. Figuran en el informe remitido por el cónsul, Pablo Benavides, quien explica que Miguel logró tranquilizarlos y responder a todas sus dudas.

El trabajo diplomático y su amistad personal con algunos policías del aeropuerto le abrieron las puertas y comenzó a contactar con españoles desperdigados

"La angustia de los primeros momentos dio paso a un agradecimiento, casi generalizado de todos ellos", expone el cónsul, quien subraya el trabajo y la profesionalidad de todo el personal de la embajada en meses "francamente difíciles" y con "mención especial" a Miguel.

También el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, agradeció a la Embajada y al Consulado el trabajo realizado y la asistencia consular a los españoles en Turquía, en especial a los que hacían conexión aérea en el aeropuerto.

Cumplida su misión, después de casi 48 horas sin dormir, Miguel volvió al Consulado, escribió los informes oportunos y se reunió con su familia y con sus dos niñas pequeñas. Un poco abrumado por las felicitaciones que está recibiendo, insiste en que cumplió su trabajo y prefiere destacar el buen funcionamiento de la cooperación entre el Ministerio de Exteriores y el de Interior para atender a los ciudadanos.

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