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Internacional

El FMI, una arquitectura del siglo XX ante los desafíos del XXI

Christine Lagarde, presidenta del FMI.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) sigue siendo una organización clave de la estructura financiera mundial, pero en un mundo cada vez más interconectado y multipolar su papel se ha ido transformando con el paso del tiempo. Al cumplirse este mes 70 años del inicio de sus operaciones financieras en 1947, no son pocos los retos que enfrenta el organismo liderado por Christine Lagarde.

Uno de los mayores de los últimos años fue la crisis internacional que comenzó en 2008 y que hizo tambalear incluso algunas convicciones básicas del Fondo: en sus informes no solo se habla ahora de la necesidad de mantener las cuentas en orden, sino también de combatir la desigualdad. Pero ¿ha habido un verdadero cambio? ¿Se adapta la institución a la nueva realidad mundial?

Sin excepciones

"No special deal!" es el mantra que Lagarde ha tenido que defender una y otra vez en el marco de la crisis griega, en alusión a que no habría un trato diferenciado para Grecia, que tras siete años de crisis y más de 300.000 millones de euros de rescate sigue al borde de la bancarrota. El argumento de Lagarde es que el FMI tiene sus reglas y estas valen para sus 189 miembros, sin excepción.

Pero el Fondo se enfrenta a un dilema: fue creado en julio de 1944 en la conferencia de las Naciones Unidas celebrada en Bretton Woods (Estados Unidos) como garante de la estabilidad en los mercados financieros, para evitar que se repitieran los hechos que contribuyeron a provocar la Gran Depresión de los años treinta. Y como tal no hay otro organismo con su experiencia en la gestión de crisis y reformas.

Sin embargo, el FMI es hoy una institución cuestionada, ya no solo por gobiernos nacionalistas o de izquierda en América Latina, sino en todo el mundo. "El Fondo se enfrenta a un problema de desprestigio", señala Oscar Ugarteche, del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Cercanía con EEUU

El Fondo se quedó perplejo ante la primera gran crisis del siglo XXI que fue la que sacudió a México en 1994, y tampoco supo reaccionar ni prever la crisis de Tailandia en 1997 ni la de Argentina en el 2001, generadas por seguir sus recetas, subraya este investigador, autor del libro "Historia crítica del FMI" (Capital Intelectual).

A ello se suma que no tiene políticas que sirvan para atajar los ataques cambiarios y financieros a corto plazo, la sobreestimación de las políticas de ajuste y sus problemas de legitimidad: China solo consiguió tener más peso en la institución tras la aprobación de la medida en el Congreso de Estados Unidos. "Esto evidencia quién es el propietario del Fondo", subraya Ugarteche.

Sinónimo de ajustes

En América Latina, el FMI es una referencia de primer orden en el acontecer económico, pero a la vez es sinónimo de los programas de ajuste y la liberalización tan contestados.  La economista colombiana Alicia Puyana Mutis, profesora investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) sede académica de México, explica que ha habido tensiones del FMI con gobiernos como el de Argentina o Brasil "que se enfrentaron un poco a los Estados Unidos y de paso también con el Fondo".

"Pero esa cuestión terminó rápidamente. Argentina terminó negociando y pagando, inclusive antes del cambio de gobierno. Son pocos los países latinoamericanos que se han enfrentado, después de los 80, a los Estados Unidos o al Fondo o al Banco Mundial (BM)", señala.

Los vínculos con la región siempre han sido ambivalentes. Argentina ha tenido en los últimos años un duro enfrentamiento, al igual que Venezuela y Ecuador, mientras que otros países como México o Perú (anfitrión en 2015 de la reunión anual del FMI y el BM) cultivan buenas relaciones. El Salvador sirve de ejemplo de la realidad probablemente más extendida: Aunque el Gobierno de izquierda condena sus recetas, el FMI participa en las negociaciones para que se logre un acuerdo nacional para erradicar la grave crisis fiscal del país.

Reforma del Fondo

Puyana Mutis subraya que cuando hay Gobiernos que tratan de distribuir la riqueza y hacer una política económica diferente a la ortodoxa, las presiones se lo impiden. "Es política, es poder, es control del mundo. Y si no se puede controlar con políticas y con préstamos, se lo controla a la brava."

Brasil fue en los últimos años uno de los más interesados en reformar el FMI, en coincidencia con el despegue económico y el crecimiento de su influencia mundial. Después de ser durante décadas país receptor de ayudas, pagó sus deudas en 2005 y dio en 2009 un paso histórico al prestar por primera vez dinero al Fondo. Sin embargo, la grave crisis económica, con la contracción del PIB del país en más del 3,0 por ciento en 2015 y 2016, ha restado fuerza a estas iniciativas.

Combate de la desiguladad poco efectivo

¿Y respecto de la crisis de 2008, que pareció al principio cambiar la visión dominante sobre la economía mundial? "Si usted sigue la pauta de cómo han manejado la crisis griega, a pesar de que el Fondo dice que debe haber alivio de deuda, no lo ha impuesto. Y siguen insistiendo en que tiene que haber un equilibrio fiscal primario", sentencia Puyana Mutis.

Ha cambiado la retórica, se habla de la preocupación por la desigualdad, el desempleo y la falta de cohesión. "Pero nuevamente la receta para acabar con la desigualdad es más ajuste, más estabilidad, más libre comercio. Es decir, más de lo mismo".

"El Fondo hoy es un broker, ya no es la cooperativa en que cada Gobierno aportaba", indica Ugarteche. "Se ha producido una privatización de la gobernanza mundial. Hoy el garante son las calificadoras de riesgo" y el FMI en cambio ha perdido relevancia, además de no contar con el dinero suficiente, que hoy en día procede de otras partes.

El organismo se ha convertido en un banco Norte-Sur, para los más pobres, ya que los ricos usan fondos propios, por ejemplo del europeo MEDE en el caso de Grecia. "La idea del Fondo es una buena idea, pero que se desvirtuó en la década de los 70 y 80 en América Latina" y que ya no responde a la arquitectura financiera actual. Por eso, Ugarteche cree que es necesario un nuevo Bretton Woods que impida que sean 10 bancos los que decidan cómo se gobierna el mundo.

En este contexto, ¿cuál puede ser el papel de Estados Unidos bajo su nuevo presidente Donald Trump? "Trump es la expresión de los bienes raíces y del sector financiero. No hay nada de producción allí. Representa el asalto al poder del sector financiero", dice Ugarteche. Puyana Mutis cree que no habrá cambios: El nuevo presidente "no ha dicho nada contra el Fondo. Ha dicho que la Unión Europea no sirve, que la OMC (Organización Mundial de Comercio) es un desastre, pero del Fondo Monetario no ha dicho nada (...) como ellos lo dominan..."

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