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Internacional

El nuevo embajador francés gay es la antítesis del castizo Bruno Delaye

Mucho impacto ha provocado el cambio tan radical que ha sufrido la Embajada de Francia en nuestro país. Su flamante inquilino es Jerome Bonnafont, un señor muy técnico que acude a su nuevo destino con su pareja, un ciudadano indio. Esta pareja homosexual parece que no es tan dada a la fiesta como el anterior usufructuario del palacete en Serrano en el que se ubica la residencia particular del embajador, que llegó a convertirse en un foco social que acercaba, más si cabe, la cultura francesa entendida en su amplio sentido.

Atrás queda Bruno Delaye, el Embajador de Francia en España que más parecía un compatriota español por su afición a los toros, los puros habanos y su gran capacidad de aprecio de la belleza femenina. Don Bruno ha generado un enorme mito y cuentan las malas lenguas que llegó a presentarse hasta con seis ‘embajadoras’ distintas en distintos actos sociales durante su estadía española. Menuda fama, aunque como decía un importante ex político del PP al que se le relacionaba también con distintas damas “yo no desmiento nunca esas cosas, que en el fondo dan prestigio”.

Delaye es un hombre tan conocedor de nuestras costumbre y tan apasionado que hubo quien le calificó como un Hemingway moderno. Al margen de los chascarrillos, no siempre bien fundamentados, habrá que ver si las relaciones bilaterales entre los dos países viven la época de oro que comandó Delaye en el que los grados de colaboración antiterrorista y comercial fueron tan beneficiosos para ambos lados de los Pirineos. 

 

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