El lavavajillas llegó a nuestras vidas para ahorrarnos el tener que fregar. Una solución mágica sobre todo para las familias que acumulan muchos platos, vasos y cubiertos con cada comida del día. Lo metes todo al lavavajillas (previo aclarado) y en un rato, sale todo limpio y reluciente.
Si eres de los que usa el programa rápido del lavavajillas para ahorrar tiempo, lleva cuidado. Este ciclo, aunque tentador, podría dañar tus utensilios, aumentar el consumo energético y hasta dejar restos de jabón. Te contamos por qué expertos recomiendan evitarlo y cómo lavar de forma eficiente.
Agua muy caliente
Uno de los mayores problemas que presenta el programa de lavado rápido del lavavajillas es que usa agua muy caliente (entre 50-65 grados) para limpiar así por la vía rápida. Sin embargo, según el Instituto Americano de Limpieza (ACI), el calor excesivo deforma plásticos, desgasta cristales y decora vajillas. Con esto, se logra como resultado que los cubiertos salgan opacos y los tuppers de plástico lleguen hasta a derretirse.
Por otro lado, que sea rápido no quiere decir que sea barato. Así lo dice un estudio de Energy Star, que menciona que el programa rápido del lavavajillas llega a consumir un "25% más de electricidad" que los ciclos ECO. De este modo, este gasto energético oculto puede suponer un palo a tu factura.
Problema con las pastillas y geles
Los programas de lavado rápido impiden que las pastillas o geles que utilizamos se disuelvan por completo (lo mismo ocurre con la lavadora). Desde Consumer Reports alertan de que esto deja residuos químicos en platos y vasos, reduciendo así el poder de limpieza de las pastillas y geles.
Ya por último, la Comisión Europea advierte de los peligros de los programas rápidos: muchas veces se necesita de un segundo lavado cuando la vajilla no queda limpia del todo. Esto supone un gasto extra de 15 litros de agua.
Ahora que sabes todo esto, la próxima vez que enchufes el lavavajillas, ya no mirarás con buenas ojos al programa rápido.