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El 'castillo de naipes' de Bárcenas SA

Bárcenas llega el pasado lunes a la sede de la Audiencia Nacional donde se le juzga

Todo juicio es una partida de póker en la que acusaciones, procesados y sus defensas se resisten a enseñar las cartas hasta el último momento y no es extraño jugar de farol. Lo hizo este martes Luis Bárcenas cuando se sacó de la manga lo que pretendía que fueran ases ganadores con los que justificar los ingresos millonarios en efectivo de sus cuentas en Suiza. Ya en aquel momento, no fue muy convincente al lanzar su órdago, ya que reconoció no tener documentos que respaldasen su apuesta. Sin embargo, ha sido este miércoles cuando esta 'mano' ha quedado claramente vencida por uno de esos jugadores que permanece en segunda fila. Ha sido el representante de la Abogacía del Estado quien ha dedicado su interrogatorio a detallar uno por uno todas las incongruencias de esa retahila de negocios que exhibía el extesorero del PP como si fuera su salvadora 'escalera de color'. A veces las apuestas salen mal y, en esta ocasión, a Bárcenas le puede salir muy cara en años de cárcel.

El abogado del Estado ha ido cuestionando con sus preguntas todos y cada uno de los negocios con los que Bárcenas intenta justificar su fortuna suiza

El extesorero del PP había comenzado la tercera jornada de su declaración manifestando su deseo de no contestar a las preguntas de las acusaciones dada la "intensidad" del interrogatorio al que le había sometido la representante de la Fiscalía Anticorrupción. Pese a esa negativa a echar una partida, el representante de la Abogacía del Estado, Edmundo Bal, ha decidido repartir cartas y dejar al descubierto los 'faroles' de Bárcenas. Así, el defensor de los intereses de Hacienda (y, por tanto, de todos) en la causa ha ido desgranando uno por uno esos supuestos negocios del antiguo senador 'popular' hasta dejar claro que son más sospechosos que un euro de madera. Así, por ejemplo, ha dejado claro que ese rocambolesca importación de gafas de sol desde Estados Unidos que presumía haber hecho con menos de treinta años de edad tiene menos sentido que credibilidad. ¿Por qué? El modelo que aseguró haber traído se fabrica en Francia desde el años 1957... y para qué irse tan lejos a por ellas. Bárcenas, impasible, escuchaba sin contestar el primer varapalo a su jugada.

Inmediatamente después, Edmundo Bal ha sacado a relucir que su supuesto socio en Liechtenstein con el que supuestamente no podía contactar, un tal Edgardo Nipp, no era alguien que se encontrara, precisamente, oculto, ya que figura como asesor del actual ministro de Finanzas del Principado y su nombre, email y teléfono es fácilmente localizable en la web del Ejecutivo del pequeño país europeo. Por si fuera poco, también ha recalcado que el supuesto material para "estabilizar suelos" que Bárcenas asegura y reasegura que iba a comercializar por medio mundo junto a este asesor, no sólo tenía una "viabilidad económica" más que dudosa que hacía prácticamente imposible que le hubiera reportado beneficios, sino que incluso lo ha calificado de "ruinosa". Y Bárcenas, mientras tanto, con cara de 'póker' sin mover un músculo.

Las 'olvidadas' sillas de diseño

El abogado del Estado no ha parado ahí y ha puesto sobre la mesa nuevas cartas con dudas más que razonables sobre los supuestos negocios del extesorero del PP. Así, han salido a relucir unas célebres sillas de diseño que ya esgrimió en su declaración ante el juez Pablo Ruz y que ahora habían desaparecido, operaciones bursátiles como la OPA de Endesa e, incluso, su supuesta participación en la venta del Eurobank de Puerto Rico como asesor. El representante legal de Hacienda le ha preguntado dónde estaban los informes que demostrasen dicha asesoría o si, como está ahora 'de moda' entre algunos habituales del banquillo de los acusados, eran sólo verbales. También ha cuestionado los negocios agropecuarios del extesorero del PP pese a que éste ha intentado en varias ocasiones durante su declaración mostrarse como un auténtico experto. Así, ha dejado claro que son más que dudosos sus tratos con el grupo argentino Centenary y su participación en la venta de una finca de soja a "un señor austriaco", y por la que se embolsó 200.000 euros. Y Bárcenas, sin mover una ceja, no fuera que se le notara que su órdago no colaba.

El representante de Hacienda ha cuestionado que el extesorero diga que no ha podido pedir pruebas de sus supuestos negocios a un asesor del gobierno de Liechtenstein que está perfectamente localizable

Edmundo Bal, que ha dado muestras de haberse preparado a conciencia su intervención, no ha querido incidir en las sospechosas compraventas de bodegones del extesorero y su mujer, Rosalía Iglesias, junto al antiguo responsable de finanzas de Alianza Popular Rosendo Naseiro ya que el interrogatorio de la Fiscalía había sido muy intenso y detallado, pero no ha dudado en cuestionar los negocios en maderas nobles en Costa Rica, los préstamos a empresas, el misterioso (y supuestamente fallecido) inversor suizo Robert Köler, o la gestión que el político dice haber hecho de 3 millones de euros que le dejaron "unos señores uruguayos" para que invirtiera por ellos en Bolsa desde sus cuentas en suiza. ¿Dónde ese contrato? ¿Cuánto cobró? ¿El 3% que dijo al principio? ¿O el 2,8% que esgrimió más adelante?. Acorralado, Bárcenas seguía mirando al frente impasible y sin una baraja con la que contraatacar.

Un intenso interrogatorio sin respuestas en el que el abogado del Estado ha soltado al final su última mano ganadora al cuestionar esa ausencia de contratos, documentos e informes de la mayoría de estos supuestos negocios. Un detalle que contrasta, ha dicho, con la abundancia de todo tipo papelajos mercantiles que generaba y guardaba cuando era él quien dejaba dinero a los que a lo largo de su declaración había calificado como "su amigo, su padre y su hermano", en referencia a Ángel Sanchis Perales, Francisco Yáñez y Luis Fraga. La baraja de Bárcenas quedaba definitivamente marcada y el 'castillo de naipes' que había intentado levantar para justificar sus ingresos millonarios, por los suelos. El único consuelo que le queda es que en prisión, como él sabe, se juega mucho a las cartas. Pero esa será ya otra partida.

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